El paro de las actividades agropecuarias contra el nuevo aumento de las retenciones encendió todas las luces de alerta en la Casa Rosada. Sobre todo después de conocerse la brusca caída de la imagen positiva de la presidenta Cristina Fernández por los estragos de la inflación. En tanto, otra amenaza agazapada es el desabastecimiento de productos cárnicos y lácteos, que en el curso de esta misma semana podría ocasionar el repudio de los díscolos sectores medios. Con su discurso, el Gobierno intenta enfrentar a la sociedad con los productores, y sembrar discordias internas en el cuarteto de entidades convocantes, más aún entre la Sociedad Rural y Federación Agraria, cuyas diferencias son harto conocidas. “No nos une el amor, sino el espanto”, aclaró la semana pasada el presidente de la FAA, Eduardo Buzzi, graficando que fueron las medidas unilaterales y confiscatorias las que consiguieron el milagro de la transitoria unidad. “Estamos juntos, pero no mezclados”, apreció el dirigente chovetense Aldo Viscovich, también integrante de la misma Federación, que hasta hace poco tiempo exhibía sólidos vínculos con el kirchnerismo, hasta que las políticas ortodoxas –retenciones a mansalva sin compensaciones ni reintegros a las pymes del campo- resquebrajaron las relaciones. Ahora, preocupado por los efectos políticos del paro, el Gobierno promete ventajas para los pequeños y medianos productores, pero advierte que no se sentará a negociar hasta tanto se suspenda la medida de fuerza; por su parte, los manifestantes sostienen que la huelga de actividades y los cortes de rutas sólo serían interrumpidos ante una marcha atrás en el último aumento de las retenciones. “Vamos camino a una rebeldía incontrolable”, auguró Buzzi el Viernes Santo, deslizando que de no haber un pronto acuerdo las bases podrían sobrepasar a las dirigencias.
En tanto, el gobernador santafesino Hermes Binner, aprovechó el fin de semana largo para pulir su discurso y ubicarse en un rol de moderador del conflicto, llamando a la apertura de un diálogo entre las partes, en igualdad de condiciones, “sin vencedores ni vencidos”, subrayó. Más enfático que otras veces, el socialista criticó a la Presidenta por lanzar las medidas en forma intempestiva, al tiempo que objetó la ausencia de una política agro-ganadera nacional. Antes, Binner había recurrido a un planteo más diplomático y equidistante, aunque también es cierto que mandó a los piquetes chacareros a su secretaria de Integración Regional, la combativa María del Carmen Alarcón, que en la concentración realizada en nuestra ciudad, por ejemplo, dijo que “estamos acá porque no le tenemos miedo a la reacción de la Casa Rosada y porque el gobierno al que pertenezco está decidido a defender los intereses de sus productores…”.
Con el control de la Presidencia de la Nación; el Congreso; los sindicatos (¿se viene el contra-piquete de los camioneros?); su propia tropa piquetera y, en breve, la estructura nacional del PJ, sólo los puntanos Rodríguez Saá (no le aceptaron ni el cambio de hora) encarnan una simbólica oposición a los Kirchner. Sin embargo, numerosos dirigentes oficialistas están indignados por la torpeza política de arremeter contra todos los productores, sin distingos, aunque se expresan en silencio, temerosos de quedar expuestos a la ira de la sociedad presidencial.
En Tucumán, por ejemplo, el gobernador José Alperovich, alineado con las retenciones, sufrió las renuncias del ministro de Desarrollo Productivo, José Manuel Paz, y del presidente del Ente Tucumán Turismo, Roberto Martínez Zavalía, que son dirigentes ruralistas. También en nuestra región asomaron excepciones entre mandatarios enrolados en el Frente para la Victoria, como el jefe comunal chabasense Osvaldo Salomón, quien en este mismo diario interrogó desde el titular de un artículo de su autoría: “¿Quién la asesora, señora Presidenta?” Con valentía política y lucidez analítica, el funcionario puntualizó que “es la hora del diálogo, se deben suspender las últimas medidas”. En el mismo texto, Salomón definió que “no hay tiempo que perder, no dejemos que la bronca gane nuestras rutas (…) Es de necios no admitir errores, y de grandes, rectificarlos”. Más mesurada, pero también destacable, fue la actitud del intendente venadense José Luis Freyre, que se hizo presente en el corte de ruta para solidarizarse con los productores agropecuarios, junto con el secretario coordinador Hernán Roma, ambos de muy buena relación con algunos de los dirigentes locales que impulsan la protesta. Poco después, en la noche del viernes, en el envío En la Tecla (Canal 12), el ex intendente Roberto Scott tomaba distancia de las estrategias de su sucesor en el Sillón de Aufranc, criticando sin piedad a los productores del campo y proponiendo que la Gendarmería se ocupe prontamente de despejar las rutas de hombres y mujeres manifestantes. Toda una profecía: ayer los gendarmes de Paraná reprimieron la protesta.
Así pues, mientras la histórica movilización contra las retenciones gana en coherencia interna y respaldos externos, en las filas del oficialista Frente para la Victoria se agigantan los miedos por un posible desborde del conflicto en las próximas horas, como así también crece la incertidumbre sobre la interpretación de los hechos que haga la gente a partir de hoy, cuando se normalicen las actividades tras el largo feriado. También se desprende que, a estas alturas, las medidas del Gobierno generan más grietas dentro del mismísimo kirchnerismo -aunque sean silenciosas-, que entre los sectores dispuestos a resistir codo a codo, unidos por el espanto, un regresivo embate recaudatorio que, según los productores, ayudará a profundizar la concentración de la tierra y de la economía.
(Publicado el martes 25 de marzo de 2008 en diario El Informe)
1 comentario:
Esto va a terminar mal. Todavía el conflicto no llegó a su climax. La torpeza de Cristina es total quiere plantear un problema de clase y la realidad del interiror es totalmente distinta. Lo que cristina tiene que hacer es recomponer la cadena de valor del campo para que todos ganen. Me hace acordar al corralito que desencadenó toda una tragedia en el 2001. Los chacareros están agrandados y tienen resto. Son los que van ganando
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