Las celebraciones por el estreno de la primera etapa de reformas en la Escuela Nº 496 “Mariano Moreno” -continuarán con la restauración de las aulas- concluyeron el sábado último, con una cena servida en el renovado patio interno. En un clima más intimista y distendido, sin los apuros de la jornada de inicio del ciclo lectivo, en esta oportunidad, los directivos escolares invitaron a docentes y colaboradores, destacándose la presencia de Esther Angelini y su hija Claudia Yasci, que junto con Wilder Yasci, fueron las figuras clave para viabilizar la construcción. También se llevó merecidas felicitaciones el arquitecto firmatense responsable del proyecto, Fernando Franceschini, que en apenas un par de meses, a la par de la infatigable directora Verónica Matheu, hicieron posible una obra que enorgullece a toda la comunidad educativa.
Tras un breve saludo del presidente de la Asociación Cooperadora, Juan Carlos Yakas, como correspondía en los últimos minutos del Día Internacional de la Mujer, Claudia Yasci y Verónica Matheu protagonizaron los discursos de fondo, arrancando lágrimas de muchos de los concurrentes. La primera, después de agradecer a maestras y directivas -varias de ellas se encontraban presentes- de su época como alumna de la escuela, colmó de halagos a las autoridades actuales, así como a los cooperadores y docentes, por la transparencia, la capacidad y la actitud de trabajo demostrada. Luego, en uno de los segmentos más emotivos de su alocución, manifestó: “Agradezco el poder estar en este patio que me vio crecer, que fue testigo de mis juegos, donde conocí amigas que aún hoy conservo, donde reí y también lloré por alguna caída o por alguna pérdida. Agradezco a la Escuela ‘Mariano Moreno’ el haberme hecho recordar cuando sentí por primera vez qué significaba soltar la mano de mi madre porque la jornada escolar ya comenzaba, y una vez terminada, esperar con ansias que la querida Zulma, hoy aquí presente, hiciese sonar la campana para llevarme al encuentro con mi padre, quien puntualmente venía a buscarme”, narró Yasci, con la voz firme.
La empresaria también destinó un párrafo crítico al Estado, por haber desatendido en todos estos años “la obligatoria tarea de fiscalizar el destino de los fondos reservados al bienestar escolar, para que no se desaprovechen”. De todos modos, señaló: “Hoy vine a decir que no todo está perdido. La buena noticia es que aquí, precisamente en esta escuela, en nuestra escuela, hemos encontrado personas que nos han restituido la confianza en la sociedad, que nos han devuelto la fe en los valores humanos y que nos han demostrado que los imposibles no existen”, dijo Claudia Yasci.
Luego fue el turno de la directora Verónica Matheu, oriunda de la localidad de Carreras, que expuso tanta convicción en sus palabras, como templanza para ponerse al frente del proyecto, con la particularidad de que, junto con su familia, reside en la planta alta de la escuela, y está claro que la siente como propia, a la usanza de los directivos de otros tiempos, cuya vocación y sentido de pertenencia se imponían por sobre todas las cosas. “En diciembre le preguntaba a Fernando (Franceschini): ¿Llegamos para el comienzo de las clases? ¡Es que la escuela estaba en guerra! ¡Parecía destruida! Luego, cuando se iniciaron los arreglos, me preguntaba a mí misma: ¿Será verdad que esta gente me va a ayudar?” Sin embargo, todos esos miedos se disiparon con el correr de los días y el resuelto involucramiento de todos los hacedores, que aprovecharon las vacaciones de los chicos, renunciando a las suyas, para lanzar, contrarreloj, una obra largamente anhelada. No se había equivocado la directora cuando aceptó la ayuda de los Yasci. Ella, como William Ward, interpretó que “las oportunidades son como los amaneceres… si uno espera demasiado, se los pierde”. Apelando a otra cita del mismo autor, Matheu observó más adelante que “los pesimistas se quejan del viento; los optimistas esperan que el viento cambie; los realistas, como yo, ajustamos las velas”.
El cierre de la noche se llevó a cabo con la presentación de un video alusivo del realizador venadense Javier Mira, que reflejó en emotivas imágenes el antes y después de las reformas comenzadas el 18 de diciembre último en el tradicional colegio de avenida Casey al 300.
(Publicado el martes 11 de marzo de 2008 en diario El Informe)
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