Freyre pone a Pedrola de presidente y quiere a Meier y Delfor como escoltas

La semana política se había inaugurado con los primeros escarceos por la presidencia del Concejo, promediando la misma se precipitaron todas las postulaciones y, sobre el cierre, puede anticiparse que Miguel Pedrola retomará el cargo en la sesión a realizarse el miércoles 10 de diciembre, una jornada histórica en la que los argentinos festejaremos los 25 años de la restauración democrática. En busca de recuperar el protagonismo cedido durante un año y medio al aliado radical Delfor Hernández, los cuatro concejales justicialistas acudieron a la Intendencia para plantearle al intendente José Freyre que había llegado el momento de volver a la Presidencia, pero esta vez no lo hicieron desde la dispersión y a la espera de una bajada de línea, sino que antes habían conciliado defender la postulación de Pedrola. Casi en la misma época, después de largo tiempo de mutua indiferencia, Freyre consultó sobre el tema al senador provincial y presidente del PJ santafesino, Ricardo Spinozzi, quien se mostró complacido con la nominación de Pedrola para presidir el Concejo, aunque lo más trascendente haya sido el acercamiento entre los dos jóvenes referentes del peronismo venadense.
Aun cuando en la Intendencia consideran “inviable” que la oposición coincida -con sus cinco votos- en un candidato alternativo, la decisión es ir un poco más allá de los cuatro ediles propios para consagrar a Pedrola, y así es que arrancaron las negociaciones con el socialista Roberto Meier y el boinablanca Delfor Hernández, a la vez que habrían descartado cualquier relación con los socialistas Oscar Pieroni y Fabián Vernetti y la lucifuercista Patricia Romero, precisamente los tres ediles más distantes del universo oficialista.
En este marco, uno de los más fuertes cimbronazos políticos del 10 de diciembre lo podría protagonizar el Tío, tal vez no por inesperado, pero sí por consumar una escandalosa ruptura en las entrañas del socialismo. Orgánico, reservado y disciplinado, el partido de la rosa no generaba estas rispideces, hasta que desembarcaron los pasionales pueblenses, con sus internas a cuesta.
Hasta ahora, todo indica que Meier desacatará la decisión de apoyar la candidatura presidencial de Pieroni impulsada por el PS; y, por el contrario, optaría por acompañar la designación de Pedrola, como lo hizo siempre que el scottismo promovió candidatos propios, tales como Jorge Lagna y el mismo Pedrola. Cabe recordar que en las dos elecciones de presidente del Concejo realizadas el año pasado, el Tío votó en abril (las postergadas desde diciembre de 2006) a Claudio Natali -se desempató por sorteo- y en diciembre último lo hizo por Pieroni, pero en ambas ocasiones el candidato del oficialismo era el radical Hernández. Esta vez, con un peronista bendecido desde la Intendencia, Meier retomaría la tradición y, según cuentan en los corrillos parlamentarios, hasta podría adueñarse de la vicepresidencia 1ª, a cambio de dicho respaldo. En tanto, Delfor, ya resignado a volver a la banca, aspiraría a ese mismo cargo con el que tentarían a Meier, aunque también podría abrocharse un acuerdo global con el radical como vice 2º, con lo cual Pedrola asumiría fortalecido con una mayoría de seis votos.
Entre otras especulaciones, también se contempló la alternativa -con la presunta venia de Meier- de que en el marco de un arreglo político aún más amplio, el cargo de vice 1º sea para Pieroni, otorgándole ocho votos al candidato a presidente del oficialismo (con la suma de las voluntades de Vernetti y el propio Pieroni), aunque esta versión luce bastante enclenque, porque el socialismo ya se expresó públicamente, y en duros términos, acerca de las gestiones de Pedrola y Hernández al comando del Concejo, y de ningún modo aceptaría volver sobre sus pasos para sostener a Pedrola, aun cuando se lo recompense con la vicepresidencia 1ª para uno de los suyos. Además, se conoce que el sub-bloque integrado por Pieroni y Vernetti deplora las estrategias de co-gobierno del Tío Meier, más allá de admitir -en voz baja- que el intendente Freyre está a punto de superar el primer año de mandato sin un ápice de desgaste; por el contrario, algunas encuestas recientes lo ubican mejor aún que cuando resultó electo para gobernar la ciudad. Sin embargo, como en las elecciones legislativas se registra una mayor dispersión del voto, el ala dura del socialismo pretendería marcar la cancha y no ceder más terreno ante otros grupos partidarios de marcado perfil opositor, como el que lidera la vianista Romero, o el espacio que recrearía el año venidero el radical binnerista Lisandro Enrico, en su regreso al escenario político local.
El oficialismo ya tomó la decisión de recuperar la Presidencia del Concejo, y para ello cuenta con los cuatro votos que, en este contexto, serían suficientes, pero de todos modos se propone tejer acuerdos con los opositores más afines, Meier y Hernández, que ya no es tan dócil como tiempo atrás, aunque en la Intendencia se jactan de que “en los grandes temas” podrían contar con su voto. Para ellos dos serían las vicepresidencias en danza, y también se los abastecería de una línea directa con Freyre, porque el objetivo es tenerlos cerca para encarar futuras negociaciones. En tanto, Pieroni, Romero -ambos irían por la reelección- y Vernetti, se repartirían el ancho callejón opositor, un poco por decisión propia, otro poco por deserciones ajenas.
En síntesis, el porotismo no desconocerá al Concejo como lo hacía el scottismo, pero intentará controlarlo con astutas alianzas, al menos hasta diciembre del año próximo, cuando pueda reunir la mayoría legislativa propia y ya no necesite depender de terceros.

El presidente del Concejo será oficialista, si el oficialismo quiere

Los conciliábulos por la presidencia del Concejo venadense para el período 2008-2009 se desarrollaban hasta la semana pasada en estricto off the reccord, pero desde el último lunes se comenzaron a marcar las posiciones más rotundamente, sobre todo de los bloques que se despegan de eventuales respaldos a los concejales que en los últimos años acapararon el cargo presidencial en el cuerpo legislativo: el radical Delfor Hernández y el justicialista Miguel Pedrola.
En principio, el actual presidente -de procedencia dematiísta- intentaría articular una alianza para conservar el privilegiado sitial hasta el vencimiento de su mandato, pero serían mínimas las posibilidades de reeditar una negociación con el oficialismo porotista, como un año atrás. En primer lugar, porque la UCR, ante la cercanía de las campañas por el recambio de cinco bancas, estaría dispuesta a recuperar el perfil opositor y, además, porque la mesa chica de la Intendencia, ante la ausencia de ofertas presentables (la despechada denuncia de los bolsones habría dañado la precandidatura a concejal del supersecretario de Promoción Social, Germán Mastri), ahora no descarta acudir a Pedrola, un experimentado negociador en las lides legislativas, que sería más valioso aún para el intendente José Freyre en un año donde la gestión estará condicionada por los comicios primarios y generales.
Un dato trascendente para la evaluación de esta pulseada lo aportó ayer la presidenta del Partido Socialista local, Rosana Bellatti, advirtiendo que de ningún modo apoyarían la candidatura de Pedrola para la Presidencia, ni tampoco la de Hernández. Con esta posición, se ratifica un cambio de rumbo de la centro-izquierda vernácula, pues durante su trayectoria política, los pueblenses -hoy casi todos en el PS- habituaron a los venadenses a votar para presidente por el candidato que impulsaba el oficialismo, con el argumento de no entorpecer las relaciones entre la Intendencia y el Concejo. “No le demos razones a Scott para gobernar desconociendo la función legislativa”, insistía en diciembre de 2001 el recién llegado Meier, desatando la irritación de los radicales, aún sedientos de revancha. Sin embargo, el año pasado el liderazgo del Tío se quebrantó internamente y, además, se precipitaron episodios que ayudaron a romper la tradición pro-oficialista inaugurada por Meier. Todo empezó en la disputa por la Presidencia que no se pudo dirimir -por falta de acuerdo- en diciembre de 2006, y se postergó hasta abril de 2007, con la particularidad de que los antagonistas eran opositores: Delfor Hernández (con el aval scottista) y Claudio Natali, que además del apoyo de Meier y Oscar Pieroni, recibió el voto del radical Lisandro Enrico, priorizando los espacios compartidos en el armado del Frente Progresista. En aquella definición por sorteo del mes de abril, el azar favoreció a Delfor, que en diciembre último fue ratificado en el cargo a través de la mayoría formada por los concejales porotistas y el propio Hernández, a partir de la asunción de la nueva composición legislativa. En esa ocasión, sin candidatos oficialistas a la vista, el bloque socialista había propuesto como presidente a Pieroni, en tanto que, fiel a su estilo, la vianista Patricia Romero se quedó con su propio voto.
Para el mes entrante entonces, la novedad política más significativa es que los socialistas, aun cuando el oficialismo presentara un candidato propio (en lugar de aliarse con un “opositor”), impulsarían como presidente a uno de los suyos, Oscar Pieroni -autor de un proyecto para modificar integralmente la estructura interna del cuerpo-, con el decidido respaldo de Fabián Vernetti. Sin rodeos, para los binneristas venadenses, las presidencias de Pedrola y de Hernández fueron “pésimas”, y entre los comunes denominadores de ambas señalan que el trabajo de las comisiones escasea; los proyectos duermen hasta caerse al archivo; y no hay transparencia en el manejo de los recursos. Sin el liderazgo de otrora y anticipado por el otro sub-bloque socialista, Meier deberá optar entre la disciplina partidaria o insistir en su clásica posición de acompañar al bendecido desde el Sillón de Aufranc. Mientras tanto, otros habitué de los pasillos municipales arguyen que si la “Operación Pedrola” abortara, la Intendencia tentaría al Tío como candidato presidencial, así como antes sucedió con Delfor.
Más allá de estas especulaciones, después de un año y medio de sugestivas cesiones, es muy factible que el oficialismo recobre la Presidencia del Concejo haciendo valer su condición de primera minoría. A estas alturas, si bien numéricamente la sumatoria es posible, no hay margen político para que los cinco ediles opositores coincidan en un candidato alternativo. No sólo por la posición que podría adoptar Meier en sintonía con el porotismo, sino porque ya circulan los nombres de Hernández, Pieroni y Romero -cada uno por su lado- como aspirantes a la poltrona mayor de Vías y Obras.
Todo depende de la Intendencia, que deberá acostumbrarse a no renunciar al protagonismo político, porque es casi un hecho que en diciembre de 2009 tendrá, al menos -obteniendo sólo dos de las cinco bancas en juego-, un fornido bloque de cinco concejales, esto es, una mayoría propia inédita para este sector, que colocaría al porotismo en un escenario ideal para afrontar la última mitad del mandato. No obstante, las minorías opositoras, cuando no tienen chances -como ahora- de construir mayorías en las votaciones, suelen adoptar estrategias más combativas e incómodas para los intendentes. En este sentido, es clave la figura del presidente del cuerpo para amalgamar criterios de trabajo y mantener el diálogo con los bloques opositores. Aunque suene extraño, la Presidencia del Concejo que más debe interesarle a Freyre no es la que se elegirá en pocos días, sino la del año próximo, cuando obtenga la mayoría oficialista en el cuerpo legislativo. “Se necesita político venadense con cintura de diplomático para importante cargo público”, barruntan con un año de anticipación en San Martín y Marconi, aunque jamás se atreverían a publicarlo en los avisos clasificados.

(Publicado el miércoles 26 de noviembre de 2008 en diario El Informe)

La pugna por presidir el Concejo descifra las tendencias políticas

En las proximidades del 10 de diciembre, y en coincidencia con los 25 años de la restauración democrática en la Argentina, los concejales venadenses deberán renovar las autoridades del cuerpo, es decir, la Presidencia y las dos vicepresidencias. El cargo, aun cuando no tiene en el ámbito municipal la influencia de una vicepresidencia en la Nación o una vicegobernación en la provincia, representa la segunda responsabilidad política de la ciudad, luego del intendente municipal; incluso, lo reemplaza en su ausencia. Además, las negociaciones entre los distintos bloques que desembocan año tras año en la designación del presidente suelen ofrecer valiosas pistas acerca del comportamiento y las tendencias de cada uno de los sectores. En 2006, por ejemplo -en rigor la elección se postergó hasta abril del año siguiente-, la novedad fue la nominación por sorteo de Delfor Hernández, después de un insistente empate con el pueblense Claudio Natali. El año pasado, se generó otra sorpresa, con la reelección del médico radical, pero mediante el inédito apoyo del bloque scottista. En ese momento, a partir de una las primeras decisiones políticas del flamante intendente José Freyre, se reveló cierta “desconfianza” en su núcleo parlamentario, constituido por Miguel Pedrola, Bibiana Pieli, Gustavo Giner y la debutante Norma Orlanda. Incluso trascendió que, en última instancia, Freyre le había trasladado la responsabilidad de conciliar el candidato a los cuatro ediles mencionados, aunque ellos tampoco consiguieron ponerse de acuerdo en una figura de consenso.
Así fue como Delfor, un áspero combatiente de la inserción boinablanca en la coalición binnerista santafesina, resultó ratificado en la presidencia, despertando sospechas entre propios y extraños, y hasta comentarios irónicos por la presunta alianza entre grupos irreconciliables, como el scottismo y el dematiísmo. Sin embargo, después de algunas votaciones que lo vincularon con los intereses del oficialismo, en los últimos tiempos Hernández recuperó algunos rasgos opositores, como en el reciente debate por la aprobación de la venta de terrenos municipales para saldar la deuda con el Banco del Chaco por la red de agua, que había contraído el gobierno radical, y que su sucesor desconoció irresponsablemente. En esta oportunidad, el presidente del Concejo, respondiendo con fidelidad a su padrino político, fue el primero que repudió el intento oficialista de regularizar las acreencias pero, claro está, eludiendo cualquier discusión sobre las desacertadas estrategias scottistas en el tratamiento de las deudas generadas en los ’90, como consecuencia de la caída del Banco Integrado Departamental, mecenas financiero de la Municipalidad venadense en aquellos tiempos de la plata dulce. De todos modos, el súbito viraje delforista no solo obedecería a la reaparición de Roberto Scott para atacar a De Mattía, el síndico Juan Venturini y otros rivales políticos, sino también al incipiente reagrupamiento de la UCR local, que después de largos años de diáspora, al menos este mes consiguió reunir en un almuerzo a sus principales referentes de las últimas décadas, con motivo del festejo del 25º aniversario del histórico triunfo electoral de Raúl Alfonsín. Se dice que, en ese cónclave partidario, una de las coincidencias fue recobrar un perfil más nítidamente opositor del radicalismo respecto del gobierno de Freyre, y ese sentido debería interpretarse el realineamiento de Hernández, más aún conociendo que el secretario parlamentario santafesino, Lisandro Enrico, quien no se caracteriza por su “complacencia” con el oficialismo, ya tendría “casi tomada” la resolución de competir en las primarias binneristas del año próximo para liderar en las generales la nómina legislativa de dicho sector.
En este marco, hasta ahora, ninguno de los concejales se pronunció públicamente sobre la renovación de autoridades, pero en los corrillos de Sarmiento y Alem trascendieron al menos dos nombres: el de Hernández, que tal vez no se beneficie nuevamente con el apoyo oficialista. Un poco porque él mismo podría ratificar en los próximos pasos su distanciamiento de la Intendencia, y otro poco porque Miguel Pedrola contaría en esta ocasión con el consentimiento de Freyre para regresar a la Presidencia, y también con el apoyo del bloque socialista, que suele inclinarse en estas circunstancias por el postulante del oficialismo. Luego, este probable reconocimiento porotista a la figura del infectólogo podría anticipar su candidatura a la reelección como concejal el año próximo, que al mismo tiempo representaría un gesto de buena voluntad de Freyre hacia el senador provincial Ricardo Spinozzi, que tiene a Pedrola entre sus colaboradores más próximos. Las hoscas relaciones entre el Tino y Freyre se habían deteriorado un poco más en las internas partidarias del último invierno, y ahora, Pedrola, que anhelaba recalar por fin en un cargo ejecutivo a partir de 2009, estaría cerca de continuar su carrera política como concejal de la ciudad y, además, como máxima autoridad del cuerpo. No sólo eso: el relanzamiento político de Miguel Pedrola con la bendición porotista podría significar que Spinozzi postergue una vez más su irrupción en la escena política local enfrentando las formaciones de origen scottista. También habría otros motivos: a pesar de la crisis, y con casi un año de gestión, la imagen positiva del intendente José Freyre luciría intacta, según las últimas encuestas.

(Publicado el lunes 24 de noviembre de 2008 en diario El Informe)

Nuevas elecciones para un viejo vecinalismo

A principio de año, se proyectaba un escenario propicio para corregir los históricos inconvenientes con los padrones para las elecciones de las comisiones vecinales. Sin comicios de intendente ni de concejales, el acuerdo político asomaba más cercano. Votar en las 20 comisiones el mismo domingo del año y, además, hacerlo con un padrón nacional desagregado por barrios, se imponía como un progreso significativo, a los efectos de limitar la influencia de los aparatos, tanto en la jornada comicial como, previamente, en la elaboración de los padrones. Una vez resuelta esta cuestión elemental de la transparencia electoral, estarían dadas las condiciones para abrir el debate conceptual acerca del rol del vecinalismo. Pero basta repasar las páginas de los diarios para comprobar que nada cambió lo suficiente como para despertar expectativas. El 10 de diciembre se cumplirán 25 años desde la restauración democrática en la Argentina, y aunque, por lo general, no quedan dudas sobre la elección de Presidente, gobernadores, intendentes y concejales, en las comisiones vecinales se conserva ese tufillo de las metodologías amañadas de otros tiempos. Es inadmisible que los responsables del área municipal de vecinales aún no hayan conseguido establecer un sistema electoral que sea creíble para la ciudadanía y, en consecuencia, fortalezca la representatividad de las distintas comisiones.
Con el gastado ardid de los empadronamientos barriales, la incorporación de nuevos votantes es controlada por los vecinalistas en funciones. De este modo, no sorprende a nadie que en 12 de los 20 barrios se hayan presentado listas únicas ligadas políticamente al gobierno municipal. En tales condiciones, hasta el armado de una lista de candidatos no oficialista se transforma en una misión hazañosa. Así pues, los próximos dirigentes barriales no tendrán la indispensable legitimidad para plantear las prioridades de sus respectivos sectores. En rigor, es aquí donde se plantea el debate de fondo acerca del rol del vecinalismo que, en nuestra ciudad, salvo excepciones, es entendido como la representación del intendente ante los vecinos, y no como tendría que suceder, con el jefe de la vecinal como el delegado de los intereses de los vecinos ante la Intendencia y el Concejo. Sin dudas, los venadenses asistimos a una flagrante distorsión de funciones, que ayuda a incrementar la indiferencia de la mayoría de la gente, simplemente porque no le descubre sentido a la militancia vecinal y, además, porque intuye procedimientos viciados desde el vamos.
El vecinalismo que contribuye a transformar su lugar en el mundo es el que tiene vida propia, el que no se guarece bajo el ala del gobierno de turno. En este caso, sólo tributará como apéndice del proyecto político del oficialismo, pero jamás tendrá autonomía para operar en representación de los vecinos del barrio. La ciudad necesita mucho más que eso. Necesita una dirigencia barrial jerarquizada, legitimada y preparada, incluso, para definir prioridades presupuestarias municipales en sus sectores a través de mecanismos participativos. Pero estamos lejos. Con estos métodos electorales más dignos de la década infame que del tercer milenio, y con tan obscena dependencia del poder político, estamos lejos.

(Publicado el jueves 20 de noviembre de 208 en diario El Informe)

El Concejo condicionaría venta de terrenos a "blanqueo" de ingresos por la red de agua

A estas alturas, se habrían esfumado las posibilidades de que la Intendencia obtenga en la sesión legislativa de esta noche la aprobación de la venta de 29 terrenos -emplazados casi todos en el barrio Rivadavia- para saldar la deuda con el Banco del Chaco, que aún tiene en su poder pagarés municipales por la obra de la red de agua potable. Aunque el monto original del pasivo era de cuatro millones de pesos, el año pasado se negoció un arreglo en poco más de un millón. Además, el Concejo había autorizado a la Intendencia a negociar canjes de deuda por bienes de propiedad municipal. Sobre esa base, el intendente José Freyre remitió al cuerpo legislativo un proyecto de ordenanza para saldar dicha deuda. Y enseguida empezaron a sacar cuentas, porque el oficialismo necesita el apoyo de ediles opositores para la aprobación. Sin embargo, a comienzos de semana sufrió el primer revés a esas aspiraciones, apenas se conoció un categórico comunicado firmado por el concejal radical Delfor Hernández, que si bien suele coquetear con el oficialismo, en este tema se despegó rápidamente, quizá en respuesta al ex intendente Roberto Scott y, en menor medida, al actual mandatario José Freyre, que responsabilizan exclusivamente de ese endeudamiento millonario a la administración de Ernesto De Mattía, el referente político de Delfor.
Contundente, el presidente del Concejo recuerda que Scott arengaba a los contribuyentes a no pagar una obra que no servía, pero que hoy se está usando para distribuir el agua potable en la ciudad, al mismo tiempo que se cobraba la contribución de mejoras, pero el dinero, como ahora se sospecha, no se afectaba a una cuenta específica, sino que se desviaba hacia otros fines. “No es justo ni legítimo que tengamos que pagar dos veces”, advierte Hernández en su escrito.
Por su parte, el binomio socialista integrado por Oscar Pieroni y Fabián Vernetti, sólo estaría dispuesto a considerar esta noche la reglamentación de un marco general para la venta de bienes de propiedad municipal, contemplando una operatoria con mejoramientos de oferta y estableciendo afectaciones específicas para los recursos obtenidos. En cambio, no aprobarían la venta de la treintena de terrenos para abonar la deuda con el Banco del Chaco hasta tanto la Intendencia revele cuánto dinero ingresó en el Fondo de Cancelación de Deudas de Agua Potable y cuál fue su destino. Esta posición, incluso, podría ser acompañada por el edil Roberto Meier. Menos cruentos que Delfor, los socialistas admiten que “a las deudas hay que honrarlas”, pero con esa misma convicción sostienen que tiene que haber “responsabilidades políticas en la función pública” para que se concrete la “condena social” y las malas prácticas administrativas no se alienten a través de la impunidad.
Asimismo, la concejala vianista Patricia Romero, aun cuando coincide en que “las deudas deben ser pagadas”, estima “inapropiada” la enajenación de terrenos para afrontar compromisos generados por la gestión ineficiente del scottismo, que desconoció deudas en lugar de abrir el diálogo con los acreedores y suscribir oportunos planes de pago, en lugar de ocasionar las complicaciones que hoy sufren los venadenses. Además, la legisladora advirtió que antes de ceder propiedades a las apuradas, es indispensable que las autoridades municipales expliquen qué hizo la anterior gestión municipal con el dinero cobrado a los contribuyentes por el sistema de agua potable.
En consecuencia, la Intendencia estaría poco menos que emplazada a presentar los movimientos de aquella “cuenta específica” que, insólitamente, tenía como representante del Concejo en la comisión tripartita al oficialista Gustavo Giner. Mucho después, llegó el reemplazo por el edil radical Lisandro Enrico que, a esas alturas, tampoco pudo interiorizarse del monto de dinero ingresado por el pago de los contribuyentes y, menos aún, conocer el destino del mismo.
Hoy se abrirá una nueva instancia de debate en el recinto deliberativo, donde los concejales tendrán la delicada tarea de comenzar a cancelar las pesadas deudas económicas del pasado, pero sin incurrir en el olvido de las responsabilidades políticas que las generaron, o por contraerlas indebidamente, o por desconocerlas caprichosamente.
Aunque no sería el motivo excluyente del freno al proyecto de la Intendencia, la reciente irrupción de Roberto Scott, salpicando a viejos adversarios y jactándose de sus pleitos judiciales de antaño, habría encolerizado en los últimos días a más de un legislador opositor. Había sido anticipado en un título: “Con su regreso, Scott quebró la calma política que tanto beneficia a Freyre”.

(Publicado el miércoles 19 de noviembre de 2008 en diario El Informe)

Ruralistas "escracharon" al actor Raúl Rizzo por manifestaciones contra el campo

ESCANDALO EN FIRMAT: RIZZO CON LOS DIRIGENTES DE LA FAA.
Cuatro meses después del voto pacificador de Julio Cobos, la bronca ruralista volvió a estallar con el repudio al artista que, en sus reproches al discurso del vice de CRA, Néstor Roulet, en la ExpoVenado, había involucrado a todas las entidades del agro. Manifestantes de Federación Agraria le exigieron una rectificación y Rizzo les reclamó que abandonaran la alianza con la Sociedad Rural y CRA. “No todos los chacareros son Roulet; no todos los actores son Fernando Siro, estúpido", rezaba la pancarta de “bienvenida” al actor en la puerta del teatro.
No es casual que el vicepresidente Julio Cobos, a cuatro meses de la madrugada del “voto no positivo” que pacificó la Argentina, aún conserve una altísima imagen positiva. Es que la mayoría de la sociedad estaba aterrada por las consecuencias del conflicto del Gobierno con el campo y, sobre todo, porque el matrimonio presidencial, con la notoria intencionalidad de “poner de rodillas” a sus adversarios, había perdido el equilibrio político. Precisamente las autoridades nacionales, las que más racionalidad deben demostrar en sus procedimientos, tensaban la crisis que ellas mismas habían generado con una decisión absurda: gravar con idénticos porcentajes de impuestos a los pequeños chacareros y los grandes terratenientes y fondos de inversión agrarios. Después, con el objetivo de evitar una derrota política inexorable -los Kirchner nunca recobraron los niveles de credibilidad previos a la Resolución 125-, se ofrecieron sucesivas concesiones, en las que el sector ruralista nunca creyó, y siempre con el estilo beligerante de “retroceder pegando”, como si la saludable alternativa del diálogo fuera sinónimo de debilidad o genuflexión.
Como un repique de aquellas aciagas jornadas de confrontaciones, en la tarde noche del domingo último un grupo de productores agropecuarios vinculado a Federación Agraria Argentina, escoltado de tractores y camionetas, orquestó un escrache a los actores Raúl Rizzo y Juan Palomino, que se presentaban en la ciudad de Firmat con la obra teatral “La Tentación”. La tentación es la que no pudieron resistir los ruralistas, que no soportaron la generalización en la réplica de Rizzo al vicepresidente de CRA, Néstor Roulet, en la ExpoVenado. En su discurso, el dirigente agropecuario había reivindicado la influencia del Ejército, la Iglesia y el campo en los albores de la nacionalidad e, incluso, deslizó que “a ellas debiéramos volver”. Horrorizado, el artista, que justamente se encontraba en nuestra ciudad con la compañía teatral, se pronunció en duros términos, pero no sólo sobre Roulet -al que calificó de “basura”-, sino también contra todo el sector agropecuario. “Que se dejen de joder, porque la violencia no la tienen sólo ellos, y que se dejen de romper las pelotas, porque les vamos a romper las pelotas nosotros. Son mis enemigos, y cuando digo mis enemigos, lo digo en el amplio sentido de la palabra”, había dicho el mes pasado un efusivo Raúl Rizzo ante los micrófonos de Canal 12.
Apenas se enteraron de que el domingo 16 del corriente la obra de Pacho O’Donell se montaría en Firmat, las versiones de un posible escrache se multiplicaron, más aún tratándose de una ciudad combativa cuyo intendente, Carlos Torres, se erigió en el principal referente del departamento General López para numerosos medios nacionales, que coincidieron en elegirlo como hombre de consulta para monitorear la desastrosa situación productiva y económica que generó el frustrado ensayo tributario kirchnerista. Más aún, en los festejos por el 125º aniversario firmatense, el invitado central fue el vicepresidente Cobos.

Poca gente y mucho ruido
A pesar de los intentos de algunos dirigentes políticos y agropecuarios más mesurados por desactivarlo, el escrache se realizó en las puertas mismas del teatro y luego, dos mujeres que habían abonado la entrada, interrumpieron la función apenas iniciada, con insultos a los intérpretes. Los efectos de la represalia ya se habían detectado en la boletería, con una venta muy baja, porque se temía una escalada de agresiones, a pesar de la custodia policial.
Uno de los carteles desplegados por los manifestantes graficaba el estado de ánimo reinante: “No todos los chacareros son Roulet, no todos los actores son Fernando Siro, estúpido", con Rizzo como destinatario, y aludiendo al fallecido artista que había adquirido notoriedad -junto a su esposa Elena Cruz- por sus alabanzas a los militares genocidas.
Previo a la función, el actor recibió a una delegación de los manifestantes, que le pidió una retractación pública para desactivar el escrache, pero los testigos aseguran que Rizzo los corrió por izquierda, retrucándoles que lo haría sin inconvenientes, apenas Federación Agraria abandonara la Comisión de Enlace.
Tratando de justificar la medida, uno de los organizadores ponía el grito en el cielo, responsabilizando de estos remezones a la Casa Rosada: “Es que el Gobierno, lejos de apaciguar las broncas, las reaviva, con brutal resentimiento, ignorando la complicada situación de los productores agropecuarios más débiles, que están desesperados e indefensos, y si no resultaron arrasados en estos meses, es porque la caída de los precios internacionales desvió los fondos de inversión hacia otros negocios financieros más redituables”.
Sin embargo, a veces, hasta una iniciativa justiciera puede condenar a sus protagonistas, ya que estos vulgares escraches -a los que también son muy adeptas las facciones kirchneristas-, impulsados por varias decenas de militantes contra dos, tres, cinco o diez personas inermes, suelen acabar en una fantochada cobarde y filo-fascista que se vuelve políticamente en contra de sus autores. Esa es la figura, más allá de quién esté de cada lado, en el rol de escrachador y escrachado. Existen diversas metodologías para expresar sentimientos de repudio en un conflicto político o gremial, sin necesidad de aproximarse a la violencia explícita que pueden desencadenar los incontrolables comportamientos de masas.
Además, el hecho adquiere aristas tragicómicas, pues los militantes de Federación Agraria y el actor comparten el mismo espacio ideológico del progresismo, aunque no se trató de un episodio aislado, sino que reeditó los encontronazos entre muchos argentinos del campo nacional y popular que difieren en la categorización del actual Gobierno. Para algunos, como Rizzo, la Federación Agraria se derechizó en su alianza con la Sociedad Rural y CRA a través de la Comisión de Enlace (“No nos une el amor, sino el espanto”, habían justificado los nacidos al calor del Grito de Alcorta); para otros, como los propios ruralistas liderados por Eduardo Buzzi, es el kirchnerismo el que se reconcilió con lo peor del peronismo y hoy impulsa un “capitalismo de amigos”, con corrupción y pobreza en ascenso.
Al término de la obra, y después de esperar varias horas para salir del teatro, Raúl Rizzo admitió con pesar: “Fue la función más difícil de mi vida”.
El próximo sábado se abrirá otro capítulo, con otros actores, en la convulsionada Firmat, cuando arriben los mediáticos Eduardo Buzzi y Alfredo De Angeli para participar de una cena con el objetivo de colaborar en la recuperación de Sergio Colonna, el joven productor que fue atropellado por un automóvil y sufrió la amputación de una pierna en el piquete de ruta 33.

(Publicado el martes 18 de noviembre de 2008 en El Informe)

Con su regreso, Scott quebró la calma política que tanto beneficia a Freyre

Como el escorpión, el ex intendente Roberto Scott no pudo con su naturaleza, y en los últimos días reapareció aguijoneando con su estilo bravucón, hasta alterar una situación de exasperante calma política cuyo máximo beneficiario era el actual intendente José Freyre, que no ataca a nadie y se cuida de otorgar resquicios a la oposición. Sin embargo, estos repentinos retornos al centro de la escena, aunque sean esporádicos, de los líderes de cualquier movimiento político, desde el kirchnerismo en la Argentina, hasta el scottismo en la órbita municipal, afectan al mandatario en funciones. Cristina Fernández lo sufre a Néstor, como a Freyre lo complica Scott. Más aún cuando se trata de jefes partidarios de carácter fuerte, tendencia personalista y alto perfil.
Al mismo tiempo que desmentía candidaturas a diputado nacional que nadie le había ofrecido, el ex intendente incursionó en dos temas urticantes para adquirir notoriedad después de varios meses: la conflictiva relación del Gobierno con el campo y la deuda municipal con la Sindicatura del ex Banco Integrado Departamental, a cargo de Juan Arnaldo Venturini, un conspicuo integrante del eje del mal, junto con políticos, sindicalistas, cooperativistas y periodistas, según la desopilante paranoia scottista.
En la cuestión del campo, por ejemplo, Scott se corrió de la posición un poco más equilibrada de los primeros tiempos del conflicto -admitía gruesos errores en la política agropecuaria oficial- y se alineó verticalmente con el kirchnerismo, aprovechando el desliz de Eduardo Buzzi, que apeló al verbo “desgastar” para impulsar a la militancia anti-K rumbo a las elecciones legislativas del año próximo, sin advertir que el Gobierno, una vez más, confundiría maliciosamente la crítica opositora -inherente al sistema democrático- con las conspiraciones golpistas o los climas destituyentes, según la versión más intelectualizada. En este marco, el ex intendente sacó boleto en el tren K para pegarle a un Buzzi que ya no tiene tanto acceso a los principales medios de comunicación, ya que la sociedad, en medio de la crisis generalizada, prioriza otras cuestiones en la actualidad, y la gran prensa corre por detrás.
Mientras tanto, los kirchneristas demuestran su aversión al campo y a los ruralistas -los que tienen antecedentes antidemocráticos y los que no, lo mismo da-, abriéndole los brazos a un dirigente como Scott, situado en las antípodas de sus políticas de derechos humanos, por ejemplo, pero, qué importa eso. Juntos somos más, razonan.
En rigor, Scott no se interesa por la suerte del Gobierno nacional, ni por su ideología. Su mayor objetivo es influir para alinear la Intendencia de Freyre con la Nación, a cualquier costo, porque, y en esto tiene toda la razón, en la Argentina, por el sistema unitario de coparticipación de impuestos vigente, conviven una Presidencia rica con provincias y municipalidades menesterosas. El propio Freyre graficó ayer con sinceridad la situación de las cuentas públicas locales: “Estamos ajustados, pero todavía no estamos ahogados”. Calculador, Scott pretende imponer las relaciones carnales con el kirchnerismo para que el salvavidas de la Casa Rosada vuele a tiempo, si las cosas empeoran. No es que Freyre ignore la importancia de las vinculaciones políticas, sino que es más mesurado, aun cuando reclamó la actuación de un fiscal para revisar los dichos del presidente de Federación Agraria. Scott, más osado, había advertido en el marco de la interna peronista provincial -acabó en una lista única-, la “inconveniencia” de que Freyre apoyara al venadense Ricardo Spinozzi en lugar de respaldar al candidato K, Agustín Rossi, porque “Kirchner es muy duro y no perdona”, atemorizó el ex presidente del Jockey Club, augurando futuras represalias. También aprovechó el racimo de micrófonos desplegado generosamente (“El Mago habla cinco minutos y te tira cinco títulos”, coincide el periodismo local) para marcar distancias otra vez con el mismísmo presidente del PJ santafesino y del bloque peronista de Senadores, Ricardo Spinozzi, objetando la estrategia de frenar la reforma tributaria binnerista. Dos en una: el mismo Scott que hace poco tiempo convocaba a los venadenses a “echar a patadas” a Hermes Binner de la ciudad, ahora busca consolidar los buenos vínculos de Freyre con la Casa Gris y, al mismo tiempo, incomodar la proyección de postulantes binneristas locales. Además, con estas sutiles operaciones que él hábilmente se ocupa de amplificar hacia arriba, aspiraría a erigirse en un “referente confiable” para el matrimonio presidencial en el sur santafesino, que a pesar de hilvanar acuerdos tácticos con el reutemismo dominante para evitar una derrota, jamás podría perdonar que el ex corredor y el Tino Spinozzi les hayan soltado la mano en aquella porfía contra el campo.
Además, la irrupción de Scott incluyó una insólita reivindicación de las propias estrategias por el pasivo municipal, las mismas que fueron demolidas en los Tribunales, desde que la Municipalidad, en el primer período scottista, desconoció las deudas por la red de agua, el pavimento, el edificio de Hacienda y el parque automotor, que están a la vista de todos. La defensa del patrimonio municipal, más aún con un juez y un síndico venadenses, reclamaba una negociación en otros términos, en lugar de abrir un inoportuno frente de batalla que no solo dio lugar a “cuantiosos honorarios”, sino que condicionó la aprobación de créditos para la ciudad durante más de una década, en función de la categoría de “insolvente” que aún hoy pesa sobre la Municipalidad, dada su indecorosa condición de mayor deudora de la quiebra sin haber regularizado un plan de pago.
Sin dudas que la última saludable decisión de Roberto Scott fue la elección como candidato de José Freyre, cuyas características hacían un poco más creíble la posibilidad de un generar un cambio de estilo político aun dentro del mismo universo oficialista, pero el viejo líder no debería revolver en cajones que guardan asuntos inconvenientes y ni siquiera la prensa y la oposición recordaban.
Con su última irrupción (¿cuánto faltará para la próxima?), el ex intendente también enervó a ciertos dirigentes locales que estaban haciendo la plancha y ahora se disponen a precipitar el regreso a la arena política. “A José no hay por dónde entrarle, pero reaparece Scott y te dan ganas de arrancar con todo”, fue la definición tajante -y coincidente- de dos referentes opositores: uno del Frente Progresista y otro del justicialismo. Como sea, el año ya declina y los meses de estío servirán para que todos repongan energías con vistas a un año electoral que se iniciará en marzo, con las campañas para las primarias. El oficialismo, sin nada que perder y con todo para ganar, es el que más tranquilo aguarda las legislativas locales; la oposición, dispersa, tiene por delante el mayor desafío de ingenio y sentido común. Venado, en definitiva, tiene muchas semejanzas con el panorama de la política nacional.

(Publicado el viernes 14 de noviembre de 2008 en diario El Informe)

Responsabilidad penal juvenil, ni brutalidad ni impunidad

Si bien el gobernador kirchnerista Daniel Scioli apostó a bajar la edad de imputabilidad penal como respuesta al asesinato del ingeniero Ricardo Barrenechea en San Isidro, tal vez esta muerte, y otras que se suceden a diario en distintos puntos del país a manos de adolescentes, no sean en vano, si es que se profundiza el incipiente debate sobre la ley de responsabilidad penal juvenil. En el Congreso de la Nación hace años que duerme una docena de proyectos sobre el tema, pero la mayoría oficialista sólo se apresura cuando la orden baja de la Casa Rosada, sea para trasladarles de urgencia las retenciones móviles (esas que gravaban por igual al pequeño chacarero que al multimillonario terrateniente), o la estatización de los fondos jubilatorios. No existe el mismo apuro para tratar cuestiones prioritarias para la sociedad, como la inseguridad, generando los debates que sea necesarios hasta conciliar las políticas de Estado que trasciendan a los gobernantes de turno. Sólo apura la caja; el resto se cajonea.
Hasta estos días, muchos argentinos ni siquiera estaban enterados de la existencia de estas alternativas de responsabilidad penal juvenil, hasta el punto tal que los encarnizados debates discurrían entre los menores angelicales y los menores endemoniados, sin términos medios, a la medida del estilo beligerante y maniqueo del matrimonio presidencial. Contra las creencias generalizadas, la verdad es que la Argentina es uno de los pocos países, si no el único, que carece de un sistema de responsabilidad penal para los jóvenes, rigiendo aún un decreto de la dictadura militar (1980), que se caracteriza por una imputabilidad plena desde los 16 años y una política de criminalización de la pobreza por debajo de los 16, sin ninguna clase de garantías (“debido proceso”), como sostiene el diputado nacional y experto en la temática de niñez y adolescencia, Emilio García Méndez.
De estos debates surgieron datos esclarecedores, como, por ejemplo, que la Argentina es el único país que dicta sentencias a reclusión perpetua a menores de edad. Años atrás, bajo una abrumadora presión social y cuando Juan Carlos Blumberg aún era “ingeniero”, los legisladores nacionales endurecieron las penas, pero ese atajo demostró prontamente el fracaso de los apóstoles de “la mano dura”. El excluido, el que no tiene nada que perder, no mide las consecuencias de sus actos en función de los años que podría caer eventualmente preso; esa es una contingencia más de su “tarea”, como la torcedura de un tobillo para un futbolista, pero que jamás lo haría desistir en sus propósitos.
De todos modos, en los últimos tiempos se viene consolidando un consenso parlamentario acerca de la necesidad de establecer un sistema de responsabilidad penal juvenil entre los 14 y los 18 años, funcionando separado del correspondiente a los adultos, pero sancionando los mismos delitos, con la privación de la libertad (para los delitos más graves) o trabajo comunitario.
En la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, se implementó una ley procesal penal juvenil, con aplicación a cargo de jueces penales de infancia y adolescencia, pero su influencia continuará menoscabada hasta tanto se remueva el citado decreto de la dictadura militar que aún oficia como ley de fondo, siendo el Congreso de la Nación el único organismo que puede regularizar esta situación, siempre y cuando la Presidencia de la Nación demuestre la voluntad política de considerar el tema que, hasta ahora, sólo inquieta a la gran mayoría de la población, a las organizaciones sociales especializadas en temas de niñez y adolescencia y a un sector de la oposición política.

(Publicado el martes 4 de noviembre de 2008 en diario El Informe)