Pocos quieren saber de qué se trata, pero la campaña ya está en marcha

No podríamos decir en estas jornadas preelectorales santafesinas que “el pueblo quiere saber de qué se trata”, como nos cuenta la historia que sucedía en las inmediaciones del Cabildo de Buenos Aires un día como hoy, 25 de mayo, pero de 1810. Pero aún restan cinco semanas de campaña electoral y, como siempre, la invasiva descarga propagandística de los últimos días conseguirá sensibilizar a la ciudadanía, que además está obligada a involucrarse en las internas de los partidos y alianzas, según la ley electoral provincial debutante en las legislativas de 2005. Si bien hay postulantes que madrugaron con el despliegue de ingeniosas estrategias comunicacionales, la mayoría aguarda la llegada de la semana entrante para el lanzamiento de sus campañas, un poco porque así lo establecen las propias restricciones de la ley, otro poco porque nadie está dispuesto a gastar lo que no tiene en la búsqueda de un cargo público, por apetecible que sea. En este sentido, la extrema austeridad que practican ciertos candidatos, se expresa en la desesperación por conocer las conclusiones de encuestas ajenas, una valiosa herramienta, que es útil en medio de la campaña, pero mucho más fuera de ella, a los efectos de indagar cuáles son los requerimientos de la ciudadanía. “Ayer nos decidimos a encargar una medición de 400 casos con un encuestador confiable de Venado, pero nos cuesta cerca de mil pesos… no hay presupuesto para estirarnos tanto”, reveló un jefe de campaña de la oposición. “Tengo que administrar la miseria”, dijo el hombre, compungido, mientras observaba con envidia el generoso paredón tapizado de imponentes afiches con los rostros treintañeros de José Freyre y Lisandro Enrico.
Según los anuncios de algunos sectores, la semana próxima comenzarán a distribuirse, casa por casa, los libritos con las propuestas de gobierno. Sin mayores expectativas sobre el interés que puedan despertar en el electorado con el listado de promesas, los precandidatos admiten que una elección de intendente exige presentar, al menos, los ejes de una gestión municipal. Mientras se reserva para la recta final el bombardeo de avisos gráficos, afiches, volantes, jingles y spots (¿clientelismo también?), por ahora se deposita un fuerte contenido militante en las reuniones nocturnas en los barrios. “Estoy como el maestro Eleuterio Pigliapocco en su mejor época… no tengo ni una sola fecha libre en la agenda”, exageró uno de los precandidatos, cuya silueta denuncia los primeros signos de excesos con los clásicos choripanes proselitistas. El más reciente de los actos políticos fue el presidido en la noche del martes por un Rafael Bielsa que todavía no consigue anclar en las bases peronistas. “Se nota que se esfuerza, pero no le sale…”, resumió con ironía un vecino del barrio de la Carne, que se había acercado a curiosear al desbordante salón del Club Mario Mathieu. Si bien es cierto que el ex canciller cuenta con el respaldo del “aparato”, su contrincante Agustín Rossi continúa liderando las encuestas. Y los partidarios del Oscar Barotto se entusiasman con la eventualidad de que los votantes rossistas introduzcan en la urna la boleta completa. “A ver si damos una sorpresa”, bromean.
Sin embargo, con el oficialismo scottista como anfitrión, Venado volvió a reunir a todo el bielsismo de la región, dando un aceptable marco al nuevo lanzamiento de la precandidatura de José Freyre. “Voy a ser intendente, por los venadenses y para los venadenses”, vociferó Poroto, en una muestra de optimismo hasta entonces desconocida. Con el mismo ímpetu, advirtió a la tropa que “el objetivo es el 1 de julio y no el 2 de septiembre”, subrayando la importancia de obtener un triunfo rotundo que disipe las dudas internas y externas. “Necesitamos que la tapa de El Informe del lunes (2 de julio) diga que Freyre superó la suma de Meier y Enrico…”, sentenció un joven abogado vinculado al porotismo, temeroso de que una victoria harto previsible en la interna desaliente la participación o, peor aún, tiente a infiltrarse en una primaria más atractiva, como la de Meier y Enrico en el Frente Progresista. Desde ya que ese recelo se agiganta en las filas del radical Delfor Hernández y del lucifuercista Jorge Viano, que se presentan con sendas listas únicas, y necesitan demostrar desde ahora que tienen resto para romper la polarización tan temida.
Todos, en alguna medida, le temen a las consecuencias del voto a ganador el 2 de septiembre. Hasta los allegados al mismísimo Freyre, que tal vez sea el más votado en las primarias, conjeturan que una buena cosecha conjunta de Meier y Enrico atentaría contra la imagen triunfalista que tratan de imprimirle al supersecretario.
Hace una semana, en su primera incursión mediática después de oficializada la participación electoral de la UCR, Hernández deslizó que, aun sin nombrarlos, los progresistas Meier y Enrico serán sus principales adversarios. En tanto, el viernes último, en un aviso de página completa en este diario, Enrico sorprendió, no tanto por su retrato junto con el del Hermes Binner, ni por las críticas a la gestión scottista que desmenuza más abajo, sino porque, al pie, además de los sellos de la UCR, el PDP y el ARI, se intercala el del Partido Socialista, con la rúbrica del secretario adjunto Guillermo Morel, en clara evidencia de la virtual ruptura. “Vamos juntos”, rezan las aún frescas pintadas de Pueblo en los tapiales, en alusión a la coincidencia en una misma lista, luego de varios años, de Roberto Meier y Juan Moscoso. Sin embargo, hay un sector del socialismo que le bajó el pulgar al “Vamos juntos” y se inclinó por compartir el eslogan enriquista “Juntos con vos”. Algo así como “Juntos, pero no tanto”.

(Publicado el viernes 25 de mayo de 2007 en diario El Informe de Venado Tuerto)

Delfor: "Seremos oposición de cualquier gobierno que no sea la UCR"

Una vez oficializada, por decisión judicial, la participación de la Unión Cívica Radical en los próximos comicios santafesinos, el concejal Delfor Hernández presentó con todas las formalidades la lista que encabeza como precandidato a intendente, flanqueado por los postulantes a concejal Horacio “Chano” Puyrredón, Carina Vega y Fabricio Trossero, y el candidato a senador provincial Ariel Revelant, entre otros dirigentes de Venado y la región.
“Somos críticos de la actualidad venadense, pero estamos preparados para cambiar lo que está mal y mejorar lo que está bien. Tenemos un proyecto integral de ciudad, una plataforma distinta, donde ningún tema deja de tener relación con el otro”, destacó Hernández en la introducción, aclarando que la propuesta es la conclusión de un meduloso diagnóstico de la ciudad en su contexto regional.
“No venimos a criticar ni a hablar mal de nadie, sino a plantear cuáles son las soluciones que están haciendo falta”, insistió el presidente del Concejo, enrolado en una prédica constante de “oposición constructiva”, como él mismo definió en la conferencia de prensa brindada el viernes en el comité radical de 9 de Julio al 600. “Vamos a ser oposición constructiva de cualquier gobierno que no que no sea de nuestro signo”, dijo el dirigente de origen dematiísta, anticipando tácitamente un rol opositor frente a un eventual gobierno municipal del Frente Progresista, tanto sea a través de Lisandro Enrico, como de Roberto Meier. En la misma línea, enfatizó que “la sigla, los colores y la historia están con nosotros. Los radicales, como todo ciudadano, deben tener la grandeza de decidir por sí mismos, sin permitir que nadie resuelva por ellos. Los convoco a todos a cotejar proyectos, sin dejarse llevar por gritos histéricos ni carteles gigantescos”, disparó Delfor, en obvia alusión a Enrico.
Para sentenciar que ellos no son los radicales que “van por afuera”, sino que son los “verdaderos radicales”, consignó que “las puertas están siempre abiertas para recibir a los radicales confundidos que se fueron detrás de otras expectativas”. En este sentido, en referencia a los denominados radicales frentistas, observó que “es muy fácil ponerse detrás de un candidato (Hermes Binner) que tiene un aparato gigantesco en la provincia…”.
Uno de los temas instalados en la agenda local de los últimos días es el Plan General, que Hernández supo calificar como “apéndice de la Intendencia”. Sobre este punto, el precandidato afirmó que “Venado Tuerto crece, pero lo hace en forma desordenada. El Plan General era la herramienta para dar ese ordenamiento, pero cuando se vuelve oficialista, pierde la esencia. Este organismo es muy importante y tiene que volver a entusiasmar a las instituciones de la ciudad. Desde el Concejo y desde la Intendencia, si es que ganamos, fortaleceremos el Plan General para que cumpla con su cometido, pero sin pretensiones de cooptación”, advirtió Hernández, quien consideró “una falta de respeto” pedir licencia en el Concejo para hacer campaña. “La gente nos vota para cumplir una función legislativa, no para hacer campaña”, puntualizó.
“El lomo de burro es un castigo, porque perjudica también los vehículos que transitan despacio. Ni hablar de las dificultades para la circulación de las ambulancias en situaciones de emergencia. La mayoría de estos reductores de velocidad están de más. El tránsito es mucho más complejo que poner lomos de burro por todos lados. El lomo de burro estará solamente en los lugares adecuados, y en el marco de un estudio integral del tránsito”, completó Delfor Hernández.

(Publicado el martes 22 de mayo de 2007 en diario El Informe de Venado Tuerto)

Víctor Seret, con el sosiego de la veteranía, tan lejos del apogeo como del ostracismo

Quien fuera uno de los más exitosos empresarios venadenses ahora reside en Bélgica. El gobierno anfitrión le concedió una pensión que le permite una vida digna. Seret rememora las causas de la quiebra. La relación con su cuñado Roberto Scott. El paso por la Intendencia y el “agujero negro” del Centro Cultural. La frustración del proyecto político de Acción Vecinal.

Entre finales de abril y principio de mayo, Víctor Alfredo Seret regresó a Venado Tuerto para disfrutar de unas breves vacaciones junto a familiares y amigos. Quien fuera uno de los empresarios más exitosos de la historia de la ciudad, reside desde el 29 de mayo de 2004 en Amberes, Bélgica, junto con su señora Marta Isabel. Su última experiencia laboral en Venado había sido como funcionario en la Municipalidad, donde recaló por su vínculo familiar con el intendente Roberto Scott (las esposas de ambos son hermanas), pero sufrió una desilusión con el cajoneo de una de sus inspecciones sobre la administración del cine del Centro Cultural.
Liliana, Analía y Karen, sus tres hijas, viven en Bélgica desde hace varios años, y fueron ellas las que decidieron a Víctor Seret, de 71 años, a rearmar la familia lejos de la Argentina. De vacaciones en Venado, concedió una entrevista exclusiva a El Informe. “Ya contaba con la ciudadanía, porque mis abuelos paternos y maternos eran belgas”, señala, dispuesto a relatar detalles de sus días en el Viejo Continente. “En la zona de Amberes se habla, más que nada, flamenco, que es similar al alemán del pueblo bajo, una mezcla de alemán e inglés, muy complicado. Es una lengua que se utiliza únicamente en el norte de Bélgica y en Holanda. Así que el idioma no es precisamente una comodidad para mí”, bromea Víctor, durante la entrevista pactada para el día del aniversario de Venado. “Para colmo, como el país es tan pequeño, los belgas están obligados a ser políglotas. Cuando salen a caminar, si se descuidan, cruzan a un país limítrofe. Por eso es que dominan el francés, el flamenco, el alemán y algo de otros idiomas”, describe.
Sin embargo, la mayor sorpresa para él fue la advertencia sobre la estricta prohibición de trabajar después de los 65 años. “Como ya tenía 68 años, pero no había hecho ningún aporte, me concedieron una pensión por mi carácter de ciudadano belga. Desde entonces me pagan unos 900 euros mensuales. Los primeros meses vivimos en casa de nuestra hija Karen, y cuando nos mudamos, el Gobierno nos subsidió los gastos de traslado y enseguida nos añadió un monto mensual para abonar el alquiler. Poco después -agrega-, en respuesta a una inflación del 2,5 por ciento, nos otorgaron a todos un ajuste del 16 por ciento, con lo cual ahora tenemos un ingreso de 1.150 euros. La pasamos bien, sin sobresaltos ni ostentaciones”, comenta Seret, sobre su relajada estancia en Bélgica.
Sereno, sin apuros, Víctor recuerda que hace exactamente medio siglo debió hacerse cargo de una de las estaciones de servicio de la familia -la de Belgrano y 25 de Mayo- ante las dificultades cardíacas de su padre, Víctor Augusto Seret. Allí mismo había empezado a trabajar en 1950, con apenas 14 años. “Mis inicios como empresario se basaron en la estación de servicios y los camiones de transporte. También administraba los alquileres de algunos inmuebles céntricos y las 160 hectáreas en La Cheltonia, que en esa época sólo alcanzaban para vivir”, subraya.

Recuerdos del apogeo
Los venadenses conocemos poderosos emporios nativos, como Essen Aluminio, la floreciente empresa de la familia Yasci, o el malogrado Banco Integrado Departamental, con casa central frente a la plaza mayor en los ‘90, pero en los años ’70, la ciudad había sido cuna de otro pool de enormes dimensiones, con cerca de un millar de empleados en total, con Víctor Seret como referente. “Tenía tres concesionarias Chrysler, en Venado, Rosario y Salto; en Rosario, la concesionaria de camiones Scania; y en Venado, la concesión de Fate. También contaba con una flota de 20 camiones de transporte y dos estaciones de servicio, conocidas como el ACA y el Parador”, enumera Seret, que se esfuerza en recordar todos aquellos emprendimientos. Y enseguida agrega la propiedad de una fábrica de silos y secadoras en Gral. Pico (La Pampa) y sendas concesionarias de Masey Fergusson, una en Venado y otra en Rafaela, además de participar como socio en la firma Cibelli Viviendas (construyeron centenares de casas).
“En esos tiempos el crecimiento económico del grupo de empresas era notable, y sin recurrir a ningún financiamiento bancario. Hasta que la expansión de los negocios me obligaron a recurrir al crédito, para no estar tan limitado. Recuerdo que en el gobierno peronista las tasas de interés eran bajísimas, pero con la dictadura las tasas se dispararon al 17 por ciento mensual… una locura… en un trimestre me sacaron un millón de pesos. Esa fue una de las principales razones de la quiebra, que se precipita entre el ’77 y el ’78”, rememora. Sin embargo, no le echa todas las culpas a los factores externos, y también asume responsabilidades propias. “La gran expansión de las empresas no estaba sostenida en una capacidad de gestión adecuada. En calle San Martín, casi Alvear, tenía las oficinas, pero aún no había consolidado la administración central. Como todavía no estaba desarrollada la computación en el país, cerrar un balance demandaba dos o tres meses. No era nada fácil recopilar la información de tantas empresas y actividades diferentes. No manejaba los datos con la precisión y la rapidez necesaria, y eso también ayudó a que las cosas se me fueran de las manos”, acepta. “Tal vez, hoy, nada de eso hubiera ocurrido”, presume, y en esa misma línea de suposiciones inscribe las ofertas recibidas para abrir una concesionaria Chrysler en Curitiba (Brasil). Aunque se tienta con dar un salto allende las fronteras, en ese entonces el ministro de Economía, José Ber Gelbard, lanza los planes de promoción industrial y Seret prefiere continuar con el ciento por ciento de sus empresas en la Argentina. “A veces pienso que de haber tenido algo fuera el país, no habría sufrido una quiebra tan devastadora, pero hoy ya todo eso es historia”, reflexiona con la resignación que sólo pueden proporcionan los años.
“La quiebra no me afectó en lo anímico, sobre todo porque se pagaron todas las deudas y no sufrí ninguna causa judicial en mi contra”, se enorgullece Seret. “No hubo ni ocultamiento, ni vaciamiento, ni nada raro, sólo que me resultó imposible afrontar los compromisos contraídos”, define con sencillez.
Había que volver a empezar, y el punto de partida era la concesión de las cubiertas Fate -no cayó en la quiebra-, en un local de calle Iturraspe, entre Castelli y Saavedra. Más adelante integra Neu Gom, que duró hasta la temprana ruptura con su socio, y luego sigue los proyectos de su mujer, dedicada a un emprendimiento de plantas artificiales. “Había puesto un pequeño negocio en calle Belgrano, que andaba muy bien, sobre todo cuando descubrimos que era más rentable proveerse en Miami que en Buenos Aires. Hasta que se cortó la financiación que me facilitaba mi yerno y a otra cosa. Ahí me fui a trabajar a Tenerife, España, y luego de un tiempo decidimos la vuelta al país”, reseña Víctor.

La etapa política
Seret se incorpora a la Municipalidad en abril de 1996, apenas cuatro meses después de la llegada al gobierno de Roberto Scott, su cuñado, y a quién él había conchabado como asesor legal de sus empresas en los dorados años ’70. Una de las primeras decisiones del scottismo fue inspeccionar de punta a punta la obra de la red de agua potable tendida durante la administración De Mattía. Para esa tarea se contrató al técnico Atilio Perín, quien solicitó colaboración para investigar los números de la millonaria obra pública. Así fue como Scott convoca a Seret. Concluida esa misión, el intendente lo traslada, para cubrir una vacante, a la Dirección de Industria y Comercio. “En ese interín descubro que en el Centro Cultural (él mismo lo había donado a la ciudad durante la gestión de Fernando López Sauqué) no se rendía la recaudación porque todos los ingresos se destinaban, supuestamente, a saldar dos créditos que habían sido tomados por funcionarios para financiar las restauraciones de las salas. Claro que después de salir de la Municipalidad me enteré de que no habían pagado nada”, relata indignado Seret, quien también se desempeñó como coordinador del área de Ingresos de la Secretaría de Hacienda. “No es racional el fuerte aumento de la planta de personal en la Municipalidad. Esas son actitudes demagógicas que perjudican a toda la ciudadanía”, aseveró, en una de las críticas lanzadas sobre la gestión de su cuñado.
Después de esa frustrante experiencia en la función pública, no es casual que Víctor, a partir de 2002, intentara construir una nueva expresión política, denominada Acción Vecinal, “un partido político de los venadenses, por los venadenses y para los venadenses”, según la definición acuñada por la Comisión Promotora. Entre otros, participaban del incipiente proyecto varios destacados vecinos, como Federico Gallo, Rodolfo Bongiorno, Luis Neri, Luis Pieraccini, Raúl Corna y Rafael Oliver. “Con un criterio sumamente horizontalista estamos trabajando en comisiones técnicas para la elaboración de una propuesta de gobierno que se basa en la valiosa cartera de proyectos del Plan General”, declaraba el apoderado de Acción Vecinal, Víctor Seret, a El Informe, a fines de octubre de 2002, en un discurso de sugestiva semejanza con el que hoy enarbola el precandidato oficialista José Freyre. Sin embargo, Acción Vecinal no habría de superar la categoría de las buenas intenciones, ya que por un malentendido no llegaron a tiempo para inscribirse como partido ante el Tribunal Electoral santafesino y, en consecuencia, la agrupación no fue habilitada para participar de los comicios por la Intendencia en 2003.
“Esta última experiencia terminó de frustrarme. No quedó nada de todo aquello. Siento que cada uno está muy recluido en lo suyo. Es cierto que hay graves falencias en los dirigentes que hoy están en la función pública, pero qué hay del resto de la gente, ¿por qué no dedican un poco de tiempo a los asuntos públicos?”, reprochó Seret, angustiado por la eterna adolescencia de su amada Argentina, aun residiendo a varios miles de kilómetros de distancia.

(Publicado el viernes 18 de mayo de 2007 en diario El Informe de Venado Tuerto)

Freyre podría padecer una campaña opositora de estilo scottista

En la interna más convocante de las que se disputarán el domingo 1 de julio, la del Frente Progresista, se perfilan dos estilos antagónicos: el del pueblense Roberto Meier, manso y tranquilo; y el de Lisandro Enrico, sanguíneo y beligerante. El de Meier, más afín con el sosegado precandidato oficialista José Freyre; el de Enrico, comparable con el vehemente Roberto Scott. No se trata de poses de campaña, pues ni Meier ni Enrico se alejaron de sus prácticas políticas habituales. Mientras tanto, desde hace una semana, flota en el ambiente el interrogante planteado en este mismo espacio: “… ¿se dirimirá en la interna qué estilo de oposición prefieren los venadenses para destronar al scottismo?”
Sin embargo, en una campaña donde los precandidatos a concejal parecían relegados a un segundo plano, también el viernes, el pueblense Fabián Vernetti sorprendió a propios y extraños con sus declaraciones contra la administración municipal, alineándose -en el tono combativo- con el discurso de Enrico. En principio, la mayoría interpretó que había sido una réplica aislada al ataque previo del propio Scott, que había descalificado al secretario meierista con duros términos, al tiempo que objetaba al barbado líder por no promover la reelección de Claudio Natali. Sin embargo, la novela tendría nuevos capítulos. El mismo lunes, aún con la pantalla caliente, la que reaccionó fue la concejala Bibiana Pieli, quien tal vez haya revelado, sin quererlo, cuál es el estilo de campaña que más le duele al scottismo. De otra manera, no tenía sentido que la hermana del director de Cultura se deshiciera en elogios a Meier para denostar al director de la revista cultural Lote. “Meier tiene códigos y nunca tuvo un estilo de confrontación (…) esta línea que representa Vernetti nada tiene que ver con la de sus compañeros”, reforzó Pieli, que en un súbito rapto de verticalismo meierista se introdujo en una interna ajena. Pero, ¿qué línea representa Vernetti? ¿Desde cuándo tanto temor a la confrontación? ¿Desconoce la edila que, con ese estilo, el intendente Scott gobierna desde hace más de una década?
En rigor, la precandidata a la reelección no hizo más que reproducir lo que tantas veces deslizaron en voz baja las segundas líneas del oficialismo: “La actitud de Meier es demasiado constructiva como para hacernos daño”. También desde otras expresiones de la oposición hicieron fila en su momento para recordarle al Tío sus contemplaciones con el scottismo. “Nosotros, desde el Concejo, debemos cogobernar”, respondía, dispuesto a poner la otra mejilla, el jefe pueblense, inmutable a pesar de la gravedad de las críticas.

Lo que quiere la gente
Es posible que en una campaña de estilo propositivo, el oficialismo obtenga más ventajas sobre el conjunto de la oposición, pues, propuesta por propuesta, desde el control de la estructura municipal, el scottismo está en condiciones de llevar a cabo lo que el resto apenas puede prometer. Incluso, la promesa resulta más confiable lanzada desde el poder que desde el llano. Ni hablar de los recursos para practicar un clientelismo que se exacerba en cercanías de los comicios. ¿Cómo sobresalir en la elaboración de un plan de gobierno si la mayoría de la gente no cree en sus contenidos, tantas veces olvidados, o ni siquiera los lee?
Estos fenómenos políticos los interpreta mejor que nadie nuestro conocido Roberto Scott, quien dedicó su breve incursión legislativa (1993-95) a destruir las figuras -ya desgastadas por entonces- del intendente Ernesto De Mattía y del gerente general del BID, Roberto Cataldi. Scott, que siempre despreció el Concejo -si por él fuera no existiría, como lo blanqueó su ladero Gustavo Giner-, utilizó la banca para despedazar a la Intendencia, sin importar ninguna otra consideración ética ni institucional. ¿Perverso? Tal vez. ¿Pragmático? Seguro. En campaña proselitista, como en la función pública, Scott no se apiada de nadie. Hasta convocó a “echar a patadas” de Venado a Hermes Binner, con el cual su yerno debería convivir por cuatro años a partir de diciembre, si es que ambos resultan favorecidos por la voluntad popular. Pero, tranquilidad, o resignación, porque no somos los venadenses los únicos fascinados por este formato de campañas agresivas. Un reciente análisis del Centro de Estudios para la Nueva Mayoría estableció que en la última elección presidencial norteamericana “los mensajes negativos tienen un nivel de recordación de 7 a 1 respecto a los positivos”. Sin ir más lejos, nada dio tanta popularidad a la precandidata a vicegobernadora por el Frente Progresista, Griselda Tessio, como la denuncia de un posible fraude electoral por parte del gobierno obeidista. Los denominados mensajes negativos se basan en la crítica furiosa al oficialismo de turno, al más puro estilo scottista, en lugar de depositar las expectativas exclusivamente en un cúmulo de propuestas que, según los teóricos, hoy no seducen al electorado. Hasta ahora, el radical Lisandro Enrico, el lucifuercista Jorge Viano, y hasta el rossista Oscar Barotto, son los más duros con el gobierno scottista. Meier, a pesar de Vernetti, aparenta seguir fiel a su impronta gandhiana, y Delfor Hernández, en sintonía con sus correligionarios provinciales de la UCR no frentista, vive una etapa de idilio con el PJ.
Aunque Scott haya decidido el retiro, siendo el postulante a la sucesión un discípulo suyo, y número dos del gabinete, el carácter de la elección municipal podría volcarse hacia una suerte de plebiscito de la gestión. Si así fuera, más allá de las cualidades de las propuestas, en los cómputos finales influirá la valoración de los votantes sobre estos largos años de gobierno scottista. También en este terreno se disputa una batalla decisiva, pues mientras Freyre saldrá a defender con uñas y dientes las realizaciones oficialistas, los opositores tendrán que convencer a la ciudadanía de que no hay motivos para renovarle la confianza a esta administración. No está del todo establecido con qué armas lo intentarán, pero sí parece haber quedado en evidencia que el scottismo prefiere una campaña pacífica, sin confrontaciones ni denuncias altisonantes, aunque en ello niegue la propia naturaleza de su mentor.


(Publicado el viernes 11 de mayo de 2007 en diario El Informe de Venado Tuerto)

La apuesta scottista a una campaña bicéfala

A poco menos de dos meses de las elecciones primarias, abiertas, obligatorias y simultáneas del 1 de julio, casi todos los precandidatos a intendente se cuidan de apresurarse en el lanzamiento de las campañas, aunque en esta supuesta pasividad también interviene un ingrediente económico, pues el que comience ahora tendría que sostener el desembolso por cuatro largos meses, al menos los que estén decididos a involucrarse hasta el mismísimo 2 de septiembre de las elecciones generales.
En esta carrera, que aún no desembocó en la recta final, el oficialista José Freyre les sacó cierta ventaja a sus competidores, cabalgando a la par de Roberto Scott en una suerte de campaña bicéfala, con un doble protagonismo que pretende contener a todo el scottismo y sus alrededores y, al mismo tiempo, absorber una porción del electorado independiente, más aún desde que trascendió el rumor de un reagrupamiento del peronismo no scottista después de las primarias, a través del presunto apoyo de los rossistas Oscar Barotto y Julio Eggimann, al también rossista Jorge Viano, que se despegó en forma temporaria del PJ para postularse al Sillón de Aufranc por el debutante Frente Venadense.
¿Cuál sería el sentido estratégico de la campaña bicéfala? Scott y Freyre saben que, individualmente, no contienen todo el caudal de votantes que necesitan para retener el poder político municipal. Tampoco puede asegurarse que, juntos, lo consigan, pero al menos habrán de intentarlo. En este sentido, contrastan dos teorías en el oficialismo: la triunfalista, que descansa en la supuesta infalibilidad de Scott (“… lo que el Mago toca con la varita se convierte en oro”, se entusiasma su corte de adulones); y la racional, que elucubra cada uno de los pasos a partir del peor de los escenarios posibles: un Frente Progresista abroquelado en las generales, situación que obligaría al scottismo a superar una línea de cerca de 15 mil votos. He aquí los promotores de la campaña con dos cabezas. Por un lado, la del propio Scott, convocando a plebiscistar la gestión y dispuesto a bendecir la continuidad de la mayoría de sus colaboradores en un hipotético gobierno porotista, junto con el consecuente refuerzo de su figura mediante incomprobables ofrecimientos de candidaturas provinciales que luego terminan esfumándose. Inteligente la operación, de todos modos. Nadie más debilitado que quien está a punto de ceder el Sillón y la lapicera. Por eso, el intendente Scott intercala las promesas de retirarse de la política para cuidar los nietos, con oportunas demostraciones de poder ante los suyos.
Por otro lado, junto con la de Scott, asoma la cabeza de Freyre, intentando desactivar con su sola presencia, dialoguista y afable, las innumerables hipótesis de conflicto abiertas por su suegro en la ciudad, sobre todo con el Concejo y las cooperativas de servicios públicos. Claro que, a pesar de sus virtudes personales, sin margen para ejercicios autocríticos, Poroto corre el serio riesgo de acabar justificando las peores prácticas del scottismo -incluso las reñidas con la transparencia en la función pública- cuando la evolución de la campaña lo coloque en la incómoda situación de enfrentar las críticas opositoras en nombre del gobierno municipal.

Enrico, al ataque
La complementariedad entre Scott y Freyre no se visualiza en la formación del Frente Progresista, donde el pueblense Roberto Meier y el radical Lisandro Enrico, sólo coinciden en cumplir el pacto tácito de no agresión, al que también suscribieron los referentes de las otras cuatro fuerzas integrantes de la coalición opositora.
Al igual que Freyre, Meier dejará la función legislativa durante junio en manos de Marta Salas para dedicarse por entero a la campaña electoral. En cambio, Enrico dijo que privilegiará la tarea legislativa, continuando al mismo tiempo con su tarea proselitista, aun cuando sus allegados admiten que el Pibe se resiste a la licencia para no dejarle la banca a Miriam Carabajal, su escolta en las legislativas municipales de 2003, que no pertenece a su sector. En tanto, sigue adelante con sus afiches y ahora también con jingles, en contraste con la absoluta calma reinante en las filas pueblenses. No satisfecho con el alto perfil propagandístico, Lisandro insiste en promover un debate público con Freyre como contrincante, salteando la interna y mostrándose en este arranque con más poder de fuego que Meier. Como corolario de la semana a punto de culminar, el radical frentista reclamó al supersecretario que, además de tomarse licencia del cargo en junio, se tome licencia también en el uso de los dineros públicos para la campaña. Durísimo. Tan duro en la denuncia que se desprende una pregunta: ¿Se mantendrá en el curso de la campaña semejante diferencia de criterios entre el belicoso Enrico y el imperturbable Meier? En principio, no sería prudente tanta disparidad entre dos referentes que, ya en la noche del domingo 1 de julio, deberían mostrarse juntos ante los venadenses para emprender desde la mañana siguiente, cualquiera sea el ganador de la interna, la batalla final por la Intendencia.
Es cierto que Lisandro tendría que descontar la ventaja que se le atribuye al Tío Meier en algunas encuestas, y para ello está poco menos que obligado a este despegue precoz y combativo. Pero, incluso así, los binneristas vernáculos estarán en problemas si no coinciden en la estrategia de confrontación con el oficialismo y, en particular, con su empinado postulante. Desde el vamos, habría un acuerdo en ciernes para desarrollar una interna donde el adversario de Meier no sea Enrico y el de éste no sea aquél, sino que el rival de ambos sea, desde ahora nomás, el precandidato scottista. En este sentido, y de conservarse las tendencias de ambos líderes, ¿se dirimirá en la interna qué estilo de oposición prefieren los venadenses para destronar al scottismo?
Tanto Meier como Enrico ya sufrieron dolores de cabeza con la reciente elección del presidente del Concejo, y debieron resignarse al capricho del azar, que les fue esquivo. En este próximo turno, donde es un intendente el que se elige, ya deberían saber que a la suerte hay que ayudarla.

(Publicado el viernes 4 de mayo de 2007 en diario El Informe de Venado Tuerto)