En el ámbito local acaban de conocerse dos noticias auspiciosas vinculadas a la salud: la voluntad del gobierno provincial de construir un nuevo hospital y la próxima realización de la segunda etapa del “Estudio Venado Tuerto”, que en su primera edición, una década atrás, arrojó valiosas conclusiones sobre los factores de riesgo cardiovascular en nuestra población. Entre ellas, se supo que la hipertensión arterial (“el asesino silencioso”) afectaba casi al 40 por ciento de los venadenses, y trepaba al 50 por ciento entre los mayores de 50 años, y nada menos que hasta el 70 por ciento entre los mayores de 60 años, superando por varios puntos la media nacional. Impulsado por el Centro Regional para el Desarrollo, con la contribución de los clubes rotarios y la coordinación del recordado Carlos Cobeñas, el estudio descubrió también la incidencia de otros factores de riesgo, como obesidad, sobrepeso, diabetes y grasas en sangre (colesterol, triglicéridos, etc.). Al mismo tiempo, evaluaciones complementarias detectaron malos hábitos alimentarios y un pronunciado sedentarismo.
Tanta fue la rigurosidad científica del trabajo llevado a cabo en nuestra ciudad, que en conjunto con los realizados en Oncativo (Córdoba), Pehuajó (Buenos Aires) y Dean Funes (Córdoba), merecieron su publicación, en septiembre de 2004, en la prestigiosa revista especializada europea Diabetes & Metabolism, luego de haberse presentado -en mayo de ese mismo año- en un congreso francés. Poco después, el proyecto internacional con asiento en Dinamarca, “Detect 2” (detección de diabetes “tipo 2”), solicitó la base de datos del “Estudio Venado Tuerto I” para incorporar esa calificada información, pues hasta entonces solo disponían de estadísticas latinoamericanas procedentes del vecino Brasil.
Sin embargo, esas contundentes estadísticas epidemiológicas -con reconocimiento internacional- no dieron lugar a ninguna política pública municipal, ni provincial, para propiciar la modificación de tan riesgosas tendencias, como tampoco se conocieron reclamos de la sociedad ni de los medios de comunicación en ese sentido. De todos modos, entre las reacciones alentadoras posteriores a la medición de 1998, cabe mencionar la creación, en 2001, del Centro de Atención al Diabético, dado que dentro del 8 por ciento de afectados que se detectaron -en sintonía con la media nacional-, había quienes no respetaban la medicación ni la alimentación aconsejadas, “porque no sabían o porque no podían”, e incluso algunos recién se desayunaban del temible padecimiento.
Ya en 2003, después de muchas postergaciones, se inició en Venado el lento desarrollo del sistema de agua potable, considerado por los especialistas como una “obra clave” para optimizar la calidad de vida de la población. Consultado por la fuerte incidencia de la hipertensión arterial, el doctor Cobeñas advertía a través de este diario que “es altamente probable que este fenómeno responda a las aguas de mala calidad que se consumen”. Aunque cueste creerlo, el gobierno provincial no contribuyó con ningún subsidio para acelerar el ritmo de la trascendente obra pública, y desde la Municipalidad generaron más trabas que respaldos a la gestión de la Cooperativa de Obras Sanitarias.
En una nueva etapa, dos de los prestigiosos organizadores de la primera experiencia, la diabetóloga Marta de Sereday y el especialista en obesidad, Jorge Braguinsky, volverán a protagonizar este segundo muestreo, a mediados de año, que comprenderá un millar de casos, con la particularidad de que, entre ellos, se estudiará la evolución de las 380 personas examinadas en el ’98. Asimismo, en esta ocasión, con el impulso de la Sociedad Argentina de Diabetes (SAD), se investigará una decena de factores de riesgo, erigiendo al denominado “Estudio Venado Tuerto II”, en uno de los más destacados de la Argentina en 2008. En este sentido, el coordinador de los estudios de cardiología, Jorge Vilariño, destacó que la beca anual de la SAD será destinada exclusivamente a la financiación del próximo estudio, el cual contará con la participación de numerosos médicos de Buenos Aires, que junto con sus colegas venadenses, trabajarán durante cuatro días para llevar a cabo la medición. Luego, el procesamiento de las muestras se realizará en el laboratorio del Hospital de Clínicas porteño, y una parte de ellas sería enviada al instituto parisino “George Pompidou” para el desarrollo de bio-marcadores. Asimismo, en virtud de una subvención del Instituto Fleni, algunos de los examinados se beneficiarán con ecografías doppler de carótidas, a realizarse en la Capital Federal, para evaluar el estado arterial.
Para el mes entrante está previsto el lanzamiento oficial de este emprendimiento que jerarquiza a toda la región, con la presencia del presidente de la SAD, José Costa Gil, y de Marta de Sereday, junto con otros organizadores y auspiciantes.
Los pioneros que entre 1997 y 1998 impulsaron el primer “Estudio Venado Tuerto”, ante la indiferencia de muchos, hicieron posible que, en breve, la ciudad disfrute una vez más del privilegio de cuantificar los factores de riesgo predominantes en la comunidad. Con nuevas autoridades en la provincia (Hermes Binner) y en la ciudad (José Freyre), vinculadas profesionalmente al área de la salud, cabe ilusionarse en un resuelto apoyo oficial a este trabajo, como así también en una atenta lectura de sus conclusiones, a los efectos de promover las campañas de salud pública -preventivas y correctivas- que resulten necesarias. Si así fuere, es probable que el “Estudio Venado Tuerto III” demuestre dentro de algunos años que no seguimos tropezando, una y otra vez, con la misma piedra.
(Publicado el viernes 15 de febrero de 2008 en diario El Informe)
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