Las inundaciones de la semana pasada, si bien no fueron sorpresivas para los venadenses, causaron inquietud en la comandancia municipal, hasta el punto que el intendente José Freyre deslizó que podría postergar sus vacaciones previstas para el corriente mes. Sucede que, más allá de cierto acostumbramiento, es cada vez más notorio el malhumor ciudadano como consecuencia de estos constantes anegamientos en el sector céntrico, aun cuando los coletazos son más impiadosos en los barrios periféricos, como se demostró con varias decenas de familias que debieron ser atendidas en la emergencia. Atento como pocos a las demandas del vecindario, Freyre se comprometió en esta ocasión a “romper pavimento y cambiar cañerías”, una megaobra en calles céntricas que en la docena de años de gestión del intendente Roberto Scott había sido ignorada, tanto en la época de crisis como en la de mayor holgura económica. Ahora, el nuevo mandatario entendió que es tiempo de asumir ese compromiso con la población, aunque sin ponerle plazos a esos trabajos. También es cierto que en nuestra ciudad la obra pública fue muy postergada en la última década -salvo algunas inversiones provinciales de mediocres resultados- y, mientras tanto, las demandas de la gente se fueron acumulando.
Uno de los objetivos del gobierno municipal es destacarse prontamente en la ejecución de obra pública (gas, cloacas, cordón-cuneta, pavimento, etc.), pero se enfrenta con dos obstáculos: el delicado estado de las cuentas públicas no le permite financiar los proyectos con recursos propios, y la deuda millonaria que no supieron negociar en tantos años con la Sindicatura del ex BID, condena a la Municipalidad a la categoría de “insolvente” para el Banco Central, trabando la gestión de ayudas crediticias.
Como alternativa ante tamañas dificultades, en los despachos de San Martín y Marconi macera un planteo de “fondo de obra pública”, administrado por un fideicomiso y alimentado con el aporte del Banco Hipotecario y entidades mutualistas locales, en tanto que, como garantía de repago, se evalúa la aplicación de una sobretasa del 10 por ciento, al estilo de los emprendimientos vigentes en las ciudades de Río Cuarto y Paraná.
Según la actualidad de las arcas municipales, se desprende que esta metodología sería la única que podría asegurar un ritmo de trabajo constante, con una cuenta asignada específicamente a esos destinos, aunque el Concejo, desde su rol fiscalizador, deberá estudiar, más adelante, hasta dónde podrá comprometerse la Municipalidad para garantizar la devolución de las contribuciones de las entidades financieras, estimadas en diez millones de pesos para la etapa inicial.
(Publicado el martes 12 de febrero de 2008 en diario El Informe)
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