El Concejo parece haber aprendido la lección, a juzgar por la reciente decisión de impulsar un concurso público para contratar un asesor contable externo. Aunque los resultados electorales responden, siempre, a un abanico de factores, las primarias del 1 de julio demostraron que el candidato del oficialismo obtuvo más votos que la suma de los tres postulantes al Sillón de Aufranc surgidos desde el Concejo: el pueblense Roberto Meier y los radicales Lisandro Enrico y Delfor Hernández. Sin restar méritos al supersecretario José Freyre, ni tampoco al intendente Roberto Scott, quien le brindó los espacios para su desarrollo político y, oportunamente, dio el paso al costado para cederle la candidatura, los últimos comicios dejaron al desnudo un fenómeno que todos suponíamos: el desprestigio de la actividad legislativa local, al que también contribuyó Scott, con sus ataques y desplantes sistemáticos sobre el Concejo. “Qué mejor que debilitar el órgano de control del Departamento Ejecutivo y desde el cual, además, intentan fortalecerse mis futuros adversarios”, habrá meditado el pragmático intendente. En tanto, imposibilitados de establecer una agenda propia, los ediles acaban desgastados por el cúmulo de asuntos procedentes de la sobredimensionada Intendencia, como así también de las entidades intermedias y los ciudadanos comunes, con el agravante de padecer un gobierno municipal escasamente transparente, que complica aún más la tarea fiscalizadora de la oposición.
En febrero del año pasado, marcamos con disgusto que “cada vez que se aborda el presupuesto del Concejo, sus integrantes no van mucho más allá de la discusión de las dietas o los gastos, siendo que la ocasión es propicia para repensar esta anacrónica estructura parlamentaria en busca de perfeccionar, tanto la actividad legislativa propiamente dicha, como los controles sobre la Intendencia. Desde la contratación de asesores hasta la informatización pendiente, todo resulta muy costoso, y los concejales -salvo los del grupo oficialista- no cuentan con una estructura acorde a sus funciones, como la que dispone el Departamento Ejecutivo (…) No alcanza con la voluntad y el talento de los concejales, si no se moderniza la estructura legislativa. Tal vez ese debate deba esperar un año más”. Finalmente, un largo año y medio hubo que esperar para que los concejales comprendieran que, más allá de la colaboración de sus propios asesores, el cuerpo parlamentario debe contar con profesionales especializados -no uno, sino varios, en distintas áreas- para optimizar los controles y mostrar, con el tiempo, que desde la función específica de la oposición se puede ser aún más eficiente que el propio oficialismo.
(Publicado el lunes 6 de agosto de 2007 en El Informe de Venado Tuerto)
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