Presidencia del Concejo, ¿la tercera será la vencida?

A principios de diciembre, frustradas las tentativas de renovar las autoridades del Concejo ante los sucesivos empates en tres votos entre el oficialista Miguel Pedrola y el pueblense Claudio Natali (el radical Delfor Hernández contaba con dos votos y la peronista disidente Patricia Romero con el suyo), se postergó la elección para fines de febrero, prorrogándose -fuera de toda regla- el mandato de Pedrola. Sin embargo, transcurrido el plazo, la igualdad persistió, apelándose a una nueva suspensión, esta vez hasta después del cierre de listas. Así pues, concluidos esos trámites el 2 del corriente, el próximo miércoles debería resolverse este virtual estado de acefalía en el Concejo.
Si bien se suponía que, a estas aturas, los ediles del Frente Progresista habrían madurado un consenso para quedarse con esta mini-presidencia de apenas seis meses, hoy se alude con insistencia a un posible respaldo del terceto scottista (Pedrola, Gustavo Giner y Bibiana Pieli) al dematiísta Delfor Hernández. “Tenemos afinidad con Hernández”, confesó Pedrola a principios de diciembre. Tres meses más tarde, el propio intendente Roberto Scott se animó a decir que “Delfor es el mejor candidato de la oposición”. El deseo scottista es brutalmente honesto: cuanto más se fortalezca la postulación de Delfor “por afuera”, más perjuicios sufrirá el Frente Progresista. No les falta razón. Aunque en las primarias el más dañado sería el radical Lisandro Enrico, en las generales del 2 de septiembre -prometen ser reñidas-, la participación de Hernández conviene a los intereses del oficialismo, cualquiera sea el candidato de la coalición binnerista (Enrico o Roberto Meier).
Mientras en el mundillo político se evalúan las consecuencias de un hipotético pacto de scottistas con dematiístas (se licuaría en el acto el perfil opositor que pretende asumir Hernández), Enrico vuelve a quedar entrampado en un callejón sin salida. Si bien el divorcio está consumado, y ya no tiene porqué respetar ninguna lealtad partidaria para apoyar a Delfor, se supone que no estará a gusto cediéndole el cuarto voto al pueblense Natali, miembro de la fuerza que deberá enfrentar en las internas.
Aun así, con el hipotético cuatro a cuatro, producto del impensable pacto Scott-De Mattía y el improbable acuerdo de los legisladores del Frente Progresista, se descuenta que la lucifuercista Patricia Romero no desequilibrará a favor de ninguno de los dos lados.
Salpicada la figura de Pedrola por su ligazón empresarial con el malogrado Sanatorio Casey, ya no es opción una tercera prórroga de su mandato, como tampoco son sustitutos aceptables los oficialistas Gustavo Giner o Bibiana Pieli, devenidos precandidatos a la reelección.
¿Tanta importancia tiene la Presidencia? No, al menos en estas condiciones, por un lapso tan breve, y en un año electoral donde la actividad legislativa no será muy intensa. Sin embargo, ningún sector está dispuesto a ceder ni un tranco. Nadie daría un paso que pudiera interpretarse como un gesto de debilidad, o de tácito reconocimiento de la superioridad del adversario.
Casi cuatro meses después del primer intento, con el scottismo reducido a una modesta representación parlamentaria y la oposición dispersa en cuatro grupos, la verdad es que nadie cuenta con la fuerza suficiente para imponer condiciones.
¿Nos acercamos a otro fiasco institucional? Hay un instrumento que podría evitarlo. Los concejales tienen en estudio (¿o está cajoneado?) un proyecto impulsado por Romero para modificar el reglamento interno del cuerpo, el cual propicia que “de producirse un empate, y este subsistiera después de realizadas tres votaciones, se procederá por sorteo entre los candidatos que se presenten para acceder al cargo”. Para evitar sorpresas, la edila también sugiere reformar el artículo referido al doble voto del presidente, aclarando que
“no podrá ejercer este derecho cuando se trate de un sesión de elección de autoridades del Concejo Municipal”.
En lugar de reabrir las negociaciones sin red, sería oportuno aprobar antes dicha modificación reglamentaria. Entonces, si ningún bloque reuniera la mayoría necesaria para imponerse, el sorteo entre los postulantes pondría fin a la incertidumbre. Si así fuera, la historia recordará que los caprichos del azar definieron, por fin, aquello que tantas veces se había postergado por los caprichos de la política.


(Publicado el lunes 9 de abril de 2007 en diario El Informe de Venado Tuerto)

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