Más muertos en las rutas que en asaltos y secuestros

Las estadísticas de 2006 son lapidarias: con 7.557 muertos en accidentes de tránsito, el promedio arroja 21 decesos diarios. Un muerto por hora en las rutas y calles del país, siendo el 85 por ciento de los accidentes ocasionados por “fallas humanas”. Una verdadera endemia social. A pesar de que el Gobierno lanzó el Plan Nacional de Seguridad Vial 2006-2009, con el propósito de reducir tan escalofriantes cifras en un 20 por ciento, la realidad muestra que las muertes por accidentes se elevaron el año pasado en más de un cinco por ciento respecto de 2005, según estadísticas divulgadas por la organización Luchemos por la Vida.
Además de ser uno de los países con más altos índice de mortalidad en este segmento, en la Argentina, los accidentes de tránsito son la primera causa de fallecimiento de los menores de 35 años.
En esta catarata de datos sorprendentes que supimos conseguir, se destaca otro, aportado por la Dirección Nacional de Política Criminal: de los 6.453 homicidios cometidos en 2005, más de la mitad (3.443) fueron homicidios culposos en accidentes de tránsito. En otras palabras, se cobran muchas más vidas las calles y las rutas que los asaltos y los secuestros. Sin embargo, las marchas populares y los debates televisivos se dedican exclusivamente a la denominada problemática de la inseguridad. Según especialistas en la materia, la cuestión del tránsito no se refleja en votos y la otra sí. En el plano local, el propio intendente Roberto Scott lo demuestra, ocupándose con más ahínco de los latrocinios urbanos y rurales, mediante esporádicas convocatorias a la meneada Junta de Seguridad Urbana, que de la sistemática matanza en la ruta 8.
Salvo honrosas excepciones, no hay políticas estatales de tránsito ni tampoco recursos presupuestarios para sostenerlas. No crecen ni la conciencia ciudadana ni las obras públicas para mejorar la red vial; sólo se multiplican las asociaciones de familiares de las víctimas.
En la primera mitad de enero ya se produjo la misma cantidad de muertes que en el transcurso de todo el mismo mes en el 2006. Un augurio nada halagüeño para el flamante 2007.
Todos tenemos algo que ver con este evitable flagelo: los gobernantes, sin políticas de Estado, que no apuran la construcción de autopistas y autovías, que no ordenan controles rigurosos en las rutas, que no instauran la educación vial en las aulas, que no penalizan a los infractores; y los ciudadanos, sin conciencia social, que no actuamos con la prudencia, el respeto al prójimo y la cortesía que deben prevalecer en la conducción vehicular.

(Publicado el miércoles 17 de enero de 2007 en diario El Informe de Venado Tuerto)

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