Fiestas populares que habría que recuperar

Por estos días de enero comienzan a proliferar los festivales de música folclórica, como los cordobeses de Jesús María y Cosquín, que convocan a decenas de miles de espectadores de todo el país (además de centenares de miles de televidentes), en un anticipo de las fiestas de carnaval tradicionales de Entre Ríos y Corrientes que en nuestra región se expresan con tanto éxito en el corsódromo de la vecina ciudad de Arias. En otro orden, y en otra época del año, también se ha ganado un lugar destacado la Fiesta Nacional del Teatro Independiente, con sede en Murphy.
Sin embargo, en Venado, desde la Fiesta Nacional del Malambo que había impuesto en los ’80 el gobierno de Ernesto De Mattía (también lo había intentado con el rock nacional en Bohemios), no volvieron a repetirse propuestas de fiestas populares, que tanta atracción despiertan en la ciudadanía, sobre todo en los veranos, sea el espectáculo de canto, danza o doma.
En estos tiempos de redescubrimiento del valor de la política y de la importancia del Estado en la organización social, es oportuno que las gestiones municipales y comunales de la región comiencen a otorgarle la correspondiente prioridad a estos acontecimientos culturales que contribuyen a reforzar la identidad comunitaria y afirmar lazos de solidaridad entre los ciudadanos. Sin ir más lejos, uno de los ejemplos más notables es el que, desde 1980, y sin interrupciones, desarrolla la comunidad de Chovet, con su “Fiesta del Arbolito”, denominación que actualizó a la original “Fiesta de las Familias”. En su reciente edición del sábado 6 de enero, unas seis mil personas se congregaron en torno a la plazoleta comunal en cuyo centro se erige el gigantesco árbol de Navidad decorado con luminarias multicolores. En los últimos años, esta fiesta popular chovetense venía quebrando sucesivamente sus propios récords de público, pero en este enero superaron todas las expectativas, duplicando en la plaza la cantidad de habitantes de la localidad.
La festividad, que ya adquirió reconocimiento nacional, si bien recibió un meritorio impulso del actual presidente comunal Esteban Bogdanich, ya se había transformado por su propio peso en una página insustituible de las tradiciones de la comunidad. Los jefes políticos se suceden unos a otros, pero el proyecto institucional no se altera en su esencia. Es que la propia gente asume la fiesta como propia, orgullosa de esa suerte de Torre de Babel, donde más de la mitad de los asistentes llega desde otras ciudades de la región, incluidos los oriundos del pueblo que regresan para compartir con sus familiares las fiestas de fin de año.
Por su parte, las autoridades comunales se esfuerzan cada año en pos de mejorar la organización (difusión, iluminación, mesas, sillas, baños químicos, escenario, quioscos, etc.) de esta celebración basada en la solidaria cena a la canasta con posterior baile, junto con la elección de la Reina, los fuegos artificiales y la presencia de los Reyes Magos, que alimentan la expectativa de los chicos para recibir un juguete de las propias manos de estos míticos personajes.
Hoy, Chovet recoge unánimes comentarios de admiración por este singular despliegue. Otras comunidades del sur santafesino deberían evaluar la creación de eventos semejantes o, porqué no, desempolvar algunos que languidecieron hasta desaparecer.

(Publicado el lunes 15 de enero de 2007 en diario El Informe de Venado Tuerto)

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