Vecinos indignados por los ruidos molestos

Una crónica publicada recientemente en este diario reflejaba el súbito cambio de los hábitos de fin de semana en el plácido barrio cercano al Molino Venado Tuerto, tanto sobre la avenida Sarmiento, como en las calles transversales. A partir de fines del año pasado, la apertura de sendos pubs en las inmediaciones de esa zona alteró la calma en las madrugadas de los sábados y domingos.
“El rito se repite cada sábado a partir de las dos de la mañana, chicos y chicas en bulliciosos autos transitan por enfrente de uno y otro, analizando cómo esta la movida esa noche. Entre un pub y otro hay un par de cuadras de distancia, que son recorridas varias decenas de veces en una misma noche”, ilustraba el artículo.
Muchos vecinos del lugar, orgullosos porque sus residencias combinaban la tranquilidad de un barrio con la cercanía al centro de la ciudad, de pronto se sintieron sacudidos por esa desagradable sensación que ocasiona la impotencia. Griterío, bocinazos, frenadas, música estridente, aceleradas, suciedades, autos estacionados frente a los garajes, son algunos de los atropellos que denuncian los damnificados. No obstante, ante el reclamo a las autoridades municipales, un vacío de respuestas; o la formal contestación de que “no hay nada que hacer” mientras no se transgredan las disposiciones que rigen el funcionamiento de estos bares. No es para que los vecinos se queden tranquilos, ya que no es el poder de policía una de las virtudes de nuestro gobierno municipal. Pero tal vez no resida allí lo peor del caso; más grave aún es la inquietante falta de planificación de los últimos años, muy a pesar de un Plan General que, evidentemente, no está cumpliendo con sus ambiciosos postulados fundacionales. Venado crece y crece, muchas veces a pesar de sus dirigentes y, sobre todo, en función de la agonía de algunas poblados vecinos, pero no se planifica ese crecimiento. Ya son numerosas las ciudades argentinas que concentran los centros de diversión nocturnos en determinados sectores, alejados del centro, como así también de las zonas habitadas, a los efectos de garantizar la óptima convivencia social. ¿El objetivo? Que todos puedan salirse con la suya, desde los empresarios hasta los clientes, pero sin que haya perjudicados en el medio. Acá ni siquiera se lo plantearon como hipótesis.
No es culpa de los comerciantes, que instalan sus bares donde se los habilitan, sino de las autoridades, que vaya a saber uno porqué indescifrable motivo no cumplen con las obligaciones para las cuales se comprometieron ante la comunidad. Hasta ahora tampoco se escucharon voces de los vecinalistas de la zona perjudicada, pero, como suele ocurrir, es posible que los propios vecinos se organicen y ellos mismos salgan a los medios a denunciar una arbitrariedad que los colma de indignación.

(Publicado el lunes 5 de febrero de 2007 en diario El Informe de Venado Tuerto)

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