La visita de Freyre al Concejo, un cachetazo para el estilo Scott

El desembarco en el Concejo del intendente electo José Freyre, junto con algunos de sus más estrechos colaboradores, significó un gesto valioso en busca de reconstituir las relaciones que se fueron deteriorando en los últimos años, a partir del incumplimiento de los deberes de funcionario público de Roberto Scott, que durante la mayor parte de la gestión desconoció el trascendente rol de control y equilibrio político que le cabe a la institución parlamentaria en la organización democrática y republicana de gobierno. Aunque, por obvias razones, Freyre no lo cuestionó en su momento, debe reconocerse que apenas encontró el espacio, incluso antes de apoltronarse en el Sillón de Aufranc, ofrendó una marcada voluntad de reconciliación con el cuerpo legislativo, poniendo al mismo tiempo una distancia del estilo pendenciero de Scott en sus 14 años consecutivos en la función pública. Aunque condescendiente en estos tiempos de enamoramiento mutuo, la oposición ya le espetó a la delegación oficialista que para aprobarle el “impuestazo” (ajuste de tasas y otros tributos), requerirán el compromiso de que la empresa a cargo de la tercerización de las cobranzas -impuesta por el scottismo sin la anuencia del Concejo- “no se lleve más dinero de los venadenses”.
Esa misma visita sirvió para confirmar la designación de Hernán Roma como jefe del próximo gabinete municipal, cuyo perfil ejecutivo y empresarial es más afín con esta responsabilidad que con la candidatura a concejal tan meneada en las últimas elecciones primarias. Con larga trayectoria como directivo del Centro Regional para el Desarrollo, la figura conciliadora de Roma es considerada clave para la articulación del gobierno de Freyre con las entidades intermedias, con el propósito de consolidar un bloque multisectorial que refuerce los puentes con un gobierno provincial que, por primera vez en la era scottista, será de distinto signo político. Otra de las fortalezas del empresario de los combustibles reside en su rol de coordinador del Plan General, aunque hay concejales que planean solicitarle un paso al costado, a los efectos de que la función sea ocupada por un dirigente desvinculado del oficialismo, en sintonía con el proyecto de reglamento interno de la Junta Promotora.
Asimismo, otro hombre fuerte de la gestión porotista será el responsable (¿director o secretario?) del área social, José Luis Aguirre, un psicólogo venadense que residió largo tiempo en Rosario, y es tan amigo de Freyre como el propio Roma. Aunque no optó por conchabar parientes, el intendente electo se rodeó de un par de colaboradores de extrema confianza en las áreas que considera vitales para su mandato: la relación con las instituciones desde la Coordinación de Gabinete, y el control de las actividades de asistencialismo y promoción social. No es casual que Freyre haya depositado en figuras tan cercanas las responsabilidades que él mismo cumplió en sus ocho años dentro de la gestión scottista. También asoma entre los principales miembros del entorno porotista el secretario de Obras Públicas, Daniel Dabove, experimentado lugarteniente del próximo intendente, que ambiciona desempeñarse en un área más ligada a la planificación y la administración, aunque no se descarta que continúe en forma temporaria en la misma cartera.
La dificultad para conseguir un reemplazante en Obras Públicas no es la única que sufre Freyre, que luce calmo como siempre en su aspecto exterior, pero cuya procesión va por dentro, porque a sólo diez días de la asunción formal tiene varios huecos en todas las líneas, con el agravante de que hay funcionarios de peso, como el secretario de Gobierno, Juan Vidal, y la secretaria de Servicios Públicos, Liliana Roston, que pugnan por su continuismo en la Intendencia, al mismo tiempo que suenan los nombres de varios posibles sustitutos. Mientras algunos resultan ratificados en sus cargos, como Guillermo Imbern (Hacienda); Darío Mascioli (Desarrollo Productivo); Mirtha Demarchi (Educación); y Andrés Pieli (Cultura), Vidal y Rostom no se sentirían tratados con la misma consideración.
Hay otros funcionarios resistidos por el porotismo, como el gerente de Compras, César Sola; el coordinador de Juventud y Tercera Edad, Tomás Balzaretti; y el director de Asuntos Jurídicos, Gerardo Di Nardo, pero el supersecretario no suelta ni una sola pista sobre el futuro de los mismos. Más aún, se especula en los corrillos municipales que el mes entrante debutará un gabinete de transición, donde a la par de porotistas de pura cepa, sobrevivirán algunos dinosaurios, que serían relegados recién en el transcurso de 2008 o 2009, “una vez que Scott haya perdido la influencia que todavía conserva”, arguyen los más interesados en que el actual intendente cumpla sus reiteradas promesas de dedicarse exclusivamente a ejercer el rol de abuelo.
En sus primeras determinaciones de fuste, Freyre desactivó una bravuconada electoral en la Cooperativa Eléctrica y lideró una visita de cortesía a los concejales, con la promesa de respetar a la institución legislativa, desde la asistencia a la apertura de las sesiones ordinarias, hasta la respuesta puntual a todos los pedidos de informes. También despertó enormes expectativas en las entidades intermedias más influyentes de la ciudad. Con sus primeros gestos políticos, Freyre tomó una saludable distancia del estilo Scott, expresada en la voluntad de liderar un gobierno con capacidad de gestión, respetuoso de la calidad institucional y refractario a las confrontaciones innecesarias.

(Publicado el viernes 30 de noviembre de 2007 en diario El Informe)

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