En estos días se intensificaron los reclamos con motivo de la reaparición de los descontroles en la noche venaense, convirtiéndose los medios de comunicación y los concejales en los principales receptores de la disconformidad que, en mayor medida, manifiestan padres de adolescentes y vecinos de los pubs más concurridos. Tal vez con distintos intereses, unos y otros se sienten desprotegidos. Los primeros porque el Estado municipal no estaría haciendo cumplir las ordenanzas que rigen la diversión nocturna, más aún cuando están involucrados chicos y adolescentes; y los segundos porque no pueden descansar en horas de la noche. Según esta descripción, otra vez el poder político falla en el sagrado rol de hacer cumplir las normas, como sucede con la Ley Antitabaco, con el tránsito, o con los remises ilegales, sólo por citar las problemáticas más actuales.
Por estos días, se conoce que el intendente electo José Freyre estudia, contrarreloj, la formación del gabinete que lo escoltará en el comienzo del mandato. Su inquietud, según trascendió, no reside solo en las personas, sino también en el rediseño del organigrama. Así pues, el formato de la nueva estructura de colaboradores será toda una definición política de parte de Freyre, pues de ella se desprenderá el perfil de la gestión, más allá de los nombres que, en principio, resultarían de una combinación entre rostros nuevos y cara conocidas. Aun cuando sea dueño de de una personalidad diametralmente opuesta a la de Roberto Scott, Freyre, con largos años en el oficialismo, debe intuir que no dispondrá de plazos tan largos para demostrar una voluntad de cambio, como podría tenerlo un flamante gobierno de signo opositor.
Una vez en funciones, Freyre tendrá que avivar a la Municipalidad boba de los últimos tiempos, donde, según las reglas de juego vigentes, pierden los cumplidores y ganan los especuladores. Ya citamos el caso de los no fumadores, que a pesar de constituir una mayoría, padecen la sistemática violación de sus derechos, con la contribución de una Intendencia que mira para otro lado, quizá atontada por las tóxicas humaredas. Ahora rebrota el mismo fenómeno con la noche, como lo denuncian los padres agrupados en Voluntad Ciudadana. Si bien es cierto que estamos en presencia de una problemática social de difícil abordaje, también lo es que la las autoridades municipales deben hacerse respetar exigiendo el cumplimiento estricto de las leyes locales. No se trata de ser “el malo de la película”, sino de que cada uno haga lo que debe hacer, como lo demanda el grupo de padres que, incrédulo, descubre cómo los controles se relajan con la misma rapidez que el tema se cae de las tapas de los diarios. No alcanza con reacciones aisladas y efectistas, sino que hace falta una estrategia sostenida, apta para modificar los peores hábitos culturales.
Si se quiere, se puede, eso está fuera de discusiones, porque así lo demostró el firmtense Carlos Torres con los cascos de los motociclistas, y Hugo Espina, en Elortondo, con la estricta prohibición de expender bebidas alcohólicas a menores, en pubs, boliches y otros comercios. Hace falta decisión y coraje de estadista para no temerle a los costos políticos. De Scott ya nada puede esperarse; ahora, todas las expectativas se depositan en Freyre.
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