Con la Ley Antitabaco, en nuestra ciudad pasó lo peor que podía pasar: que los responsables de espacios públicos cerrados descubrieran, no solo que los no fumadores no hacían valer sus derechos, sino también que el gobierno municipal tampoco ejercía el poder de policía para hacer cumplir la ley, suscribiendo los convenios pertinentes con el gobierno obeidista, que puede arrogarse entre sus méritos el haber impulsado esta normativa ejemplar en el contexto nacional. Sin embargo, nuestra ciudad se ubica entre las más grandes de la provincia en que, literalmente, no se hizo nada para imponer la Ley Antitabaco en la sociedad, sabiendo que los primeros tiempos de instrumentación son claves para empezar a modificar hábitos culturales tan nocivos como arraigados.
A pesar de constituir la mayoría, los no fumadores -o fumadores pasivos- continúan, casi sin chistar, sufriendo los efectos devastadores ocasionados por el humo tóxico proveniente del consumo de cigarrillos en lugares cerrados. Salvo honrosas excepciones, ni los dueños de los locales ni los ciudadanos afectados por las densas humaredas, mostraron la convicción suficiente para iniciar el cambio cultural. En consecuencia, es posible que ese estado de resignación haya sido interpretado como una suerte de encuesta por el gobierno municipal, dando lugar a la siguiente hipótesis: Si los perjudicados no abren la boca, para qué enfrentarnos con los empresarios y los fumadores. Aunque no sea el análisis propio de un estadista, que debería priorizar, más allá de los costos políticos, una mejor calidad de vida para todos los habitantes, existen los administradores que evalúan la realidad desde otros puntos de vista, menos edificantes.
Mientras tanto, el último martes, en la sala Borges del Centro Cultural se brindaron sendas charlas informativas en el marco del programa provincial “La salud es de todos”, con el objetivo de concientizar a los alumnos sobre la prohibición de fumar en ciertos lugares. Y en los próximos días se anuncia la prosecución de las actividades con una recolección de firmas, y una charla debate abierta para el público en general.
La iniciativa es plausible y merece el apoyo de toda la ciudadanía, pero es la Municipalidad, a través de su área de Salud, la que debió ponerse, desde el primer momento, al comando de esta campaña contra el consumo de tabaco en lugares cerrados, una costumbre que en los países desarrollados está extinguida, o en extinción -incluso en ciudades vecinas-, pero que en Venado nos negamos a entender. Siempre que se habla delante de un niño, o de un adolescente, hay que recordar aquello de predicar con el ejemplo, para no correr el riesgo de la desautorización por parte de los menores. A estos centenares de chicos que concurrieron a las charlas informativas, ¿les habrán comentado que las autoridades municipales jamás se interesaron por el tema?
(Publicado el viernes 9 de noviembre de 2007 en diario El Informe)
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