Como el escorpión, el ex intendente Roberto Scott no pudo con su naturaleza, y en los últimos días reapareció aguijoneando con su estilo bravucón, hasta alterar una situación de exasperante calma política cuyo máximo beneficiario era el actual intendente José Freyre, que no ataca a nadie y se cuida de otorgar resquicios a la oposición. Sin embargo, estos repentinos retornos al centro de la escena, aunque sean esporádicos, de los líderes de cualquier movimiento político, desde el kirchnerismo en la Argentina, hasta el scottismo en la órbita municipal, afectan al mandatario en funciones. Cristina Fernández lo sufre a Néstor, como a Freyre lo complica Scott. Más aún cuando se trata de jefes partidarios de carácter fuerte, tendencia personalista y alto perfil.
Al mismo tiempo que desmentía candidaturas a diputado nacional que nadie le había ofrecido, el ex intendente incursionó en dos temas urticantes para adquirir notoriedad después de varios meses: la conflictiva relación del Gobierno con el campo y la deuda municipal con la Sindicatura del ex Banco Integrado Departamental, a cargo de Juan Arnaldo Venturini, un conspicuo integrante del eje del mal, junto con políticos, sindicalistas, cooperativistas y periodistas, según la desopilante paranoia scottista.
En la cuestión del campo, por ejemplo, Scott se corrió de la posición un poco más equilibrada de los primeros tiempos del conflicto -admitía gruesos errores en la política agropecuaria oficial- y se alineó verticalmente con el kirchnerismo, aprovechando el desliz de Eduardo Buzzi, que apeló al verbo “desgastar” para impulsar a la militancia anti-K rumbo a las elecciones legislativas del año próximo, sin advertir que el Gobierno, una vez más, confundiría maliciosamente la crítica opositora -inherente al sistema democrático- con las conspiraciones golpistas o los climas destituyentes, según la versión más intelectualizada. En este marco, el ex intendente sacó boleto en el tren K para pegarle a un Buzzi que ya no tiene tanto acceso a los principales medios de comunicación, ya que la sociedad, en medio de la crisis generalizada, prioriza otras cuestiones en la actualidad, y la gran prensa corre por detrás.
Mientras tanto, los kirchneristas demuestran su aversión al campo y a los ruralistas -los que tienen antecedentes antidemocráticos y los que no, lo mismo da-, abriéndole los brazos a un dirigente como Scott, situado en las antípodas de sus políticas de derechos humanos, por ejemplo, pero, qué importa eso. Juntos somos más, razonan.
En rigor, Scott no se interesa por la suerte del Gobierno nacional, ni por su ideología. Su mayor objetivo es influir para alinear la Intendencia de Freyre con la Nación, a cualquier costo, porque, y en esto tiene toda la razón, en la Argentina, por el sistema unitario de coparticipación de impuestos vigente, conviven una Presidencia rica con provincias y municipalidades menesterosas. El propio Freyre graficó ayer con sinceridad la situación de las cuentas públicas locales: “Estamos ajustados, pero todavía no estamos ahogados”. Calculador, Scott pretende imponer las relaciones carnales con el kirchnerismo para que el salvavidas de la Casa Rosada vuele a tiempo, si las cosas empeoran. No es que Freyre ignore la importancia de las vinculaciones políticas, sino que es más mesurado, aun cuando reclamó la actuación de un fiscal para revisar los dichos del presidente de Federación Agraria. Scott, más osado, había advertido en el marco de la interna peronista provincial -acabó en una lista única-, la “inconveniencia” de que Freyre apoyara al venadense Ricardo Spinozzi en lugar de respaldar al candidato K, Agustín Rossi, porque “Kirchner es muy duro y no perdona”, atemorizó el ex presidente del Jockey Club, augurando futuras represalias. También aprovechó el racimo de micrófonos desplegado generosamente (“El Mago habla cinco minutos y te tira cinco títulos”, coincide el periodismo local) para marcar distancias otra vez con el mismísmo presidente del PJ santafesino y del bloque peronista de Senadores, Ricardo Spinozzi, objetando la estrategia de frenar la reforma tributaria binnerista. Dos en una: el mismo Scott que hace poco tiempo convocaba a los venadenses a “echar a patadas” a Hermes Binner de la ciudad, ahora busca consolidar los buenos vínculos de Freyre con la Casa Gris y, al mismo tiempo, incomodar la proyección de postulantes binneristas locales. Además, con estas sutiles operaciones que él hábilmente se ocupa de amplificar hacia arriba, aspiraría a erigirse en un “referente confiable” para el matrimonio presidencial en el sur santafesino, que a pesar de hilvanar acuerdos tácticos con el reutemismo dominante para evitar una derrota, jamás podría perdonar que el ex corredor y el Tino Spinozzi les hayan soltado la mano en aquella porfía contra el campo.
Además, la irrupción de Scott incluyó una insólita reivindicación de las propias estrategias por el pasivo municipal, las mismas que fueron demolidas en los Tribunales, desde que la Municipalidad, en el primer período scottista, desconoció las deudas por la red de agua, el pavimento, el edificio de Hacienda y el parque automotor, que están a la vista de todos. La defensa del patrimonio municipal, más aún con un juez y un síndico venadenses, reclamaba una negociación en otros términos, en lugar de abrir un inoportuno frente de batalla que no solo dio lugar a “cuantiosos honorarios”, sino que condicionó la aprobación de créditos para la ciudad durante más de una década, en función de la categoría de “insolvente” que aún hoy pesa sobre la Municipalidad, dada su indecorosa condición de mayor deudora de la quiebra sin haber regularizado un plan de pago.
Sin dudas que la última saludable decisión de Roberto Scott fue la elección como candidato de José Freyre, cuyas características hacían un poco más creíble la posibilidad de un generar un cambio de estilo político aun dentro del mismo universo oficialista, pero el viejo líder no debería revolver en cajones que guardan asuntos inconvenientes y ni siquiera la prensa y la oposición recordaban.
Con su última irrupción (¿cuánto faltará para la próxima?), el ex intendente también enervó a ciertos dirigentes locales que estaban haciendo la plancha y ahora se disponen a precipitar el regreso a la arena política. “A José no hay por dónde entrarle, pero reaparece Scott y te dan ganas de arrancar con todo”, fue la definición tajante -y coincidente- de dos referentes opositores: uno del Frente Progresista y otro del justicialismo. Como sea, el año ya declina y los meses de estío servirán para que todos repongan energías con vistas a un año electoral que se iniciará en marzo, con las campañas para las primarias. El oficialismo, sin nada que perder y con todo para ganar, es el que más tranquilo aguarda las legislativas locales; la oposición, dispersa, tiene por delante el mayor desafío de ingenio y sentido común. Venado, en definitiva, tiene muchas semejanzas con el panorama de la política nacional.
(Publicado el viernes 14 de noviembre de 2008 en diario El Informe)
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