Enterarse de que en la Cooperativa Eléctrica se había presentado una única lista -oficialista- de candidatos a delegado, aun cuando era previsible, refrescó en la memoria colectiva aquellas épicas batallas electorales de otros tiempos, que ocupaban a la prensa por varias semanas, casi tanto como un comicio general, en función de los miles y miles de socios eléctricos en condiciones de votar. Por entonces, la oposición había privilegiado como idea fuerza la denominada democratización de la empresa, a través del reclamo de una reforma estatutaria que garantizara la participación de los asociados, con representación proporcional y sin acreditaciones. La agrupación Unirce, con el apoyo de los pueblenses del concejal Roberto Meier y los socialistas, consiguieron impulsar listas en varias elecciones consecutivas, hasta que la multiplicación de compromisos políticos de dichos agrupamientos y, sobre todo, la apertura impulsada desde el oficialismo eléctrico, desmoronaron las incipientes escaladas opositoras. Hoy, el presidente de la Cooperativa Eléctrica, Carlos Pucci, admite que “hubiera sido democráticamente más saludable la presentación de otra alternativa”, a los efectos de generar un debate enriquecedor, aunque también es cierto que, en los últimos tiempos, cada vez que surgieron sectores cooperativistas en pugna, no fue para favorecer un crecimiento, sino que se desembocó en agudas crisis institucionales.
En otros tiempos, sobrevolaba el fantasma de listas apadrinadas por el gobierno municipal, mediante las mismas tácticas que se utilizan en las elecciones vecinales, con sus efectos de comisiones dependientes de los humores del intendente de turno, en lugar de responder, tal el espíritu del genuino vecinalismo, a los habitantes del barrio, que pueden coincidir o no con las prioridades fijadas por el jefe político de la ciudad. Sin embargo, a pesar de las amenazas, y hasta de algún caballo de Troya, la Intendencia -que tiene la potestad de fiscalizar a las concesionarias de servicios públicos- no se metió a manipular las cooperativas, por propia convicción, o porque en algún momento temió por los eventuales costos políticos de la embestida.
En la Eléctrica, las formalidades electorales se completarán con la designación de una junta electoral, que como tantos progresos democráticos en el estatuto, pasan inadvertidos por la ausencia de postulaciones adversarias. En cambio, la inclusión de la figura de la junta electoral, tal vez, hubiera ahorrado inconvenientes en la Cooperativa de Obras Sanitarias, que a pesar de haber sido la vanguardia local en la democratización interna, continúa depositando en el Consejo de Administración la responsabilidad de tutelar los procesos electorales, convirtiéndolo en juez y parte de la compulsa. Con una junta compuesta por un representante del Consejo de Administración y un delegado de cada una de las listas participantes, el trámite se volvería más transparente e imparcial, y, por fin, los debates podrían concentrarse en las obras y los servicios que debería prestar la empresa, antes que anclarse una y otra vez en cuestiones de burocracia electoral, que a estas alturas debieran estar definitivamente saldadas.
(Publicado el martes 21 de octubre de 2008 en diario El Informe)
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