Transiciones en el cruce de lo legal y lo ilegítimo

Por obvias razones, en nuestra ciudad ni se habla de transición. A poco más de dos meses del comienzo de la cuarta gestión scottista consecutiva, nadie espera polémicas entre el intendente saliente y el electo, y todas las expectativas se depositan en la conformación del gabinete que secundará a José Freyre. Si bien los pingos se ven en la cancha, en este caso en la función de gobierno, apenas trasciendan los primeros nombres de colaboradores podrá aventurarse el perfil de la próxima administración municipal. Pero en Venado, es casi seguro que no habrá designaciones conflictivas del gobierno que se retira para condicionar al que viene, como ocurre en la provincia de Santa Fe, a pesar de la promocionada “mesa de transición” que componen delegados del obeidismo y el binnerismo. Hasta el propio gobernador Obeid admitió su sorpresa ante la conmoción desatada por la decisión de enviar a la Legislatura los pliegos para la designación de dos miembros de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe, en referencia a Agustín Bassó, propuesto como procurador general, y Daniel Erbetta, como ministro del máximo tribunal provincial.
Más allá de estos sonados casos, y de otros sugestivos nombramientos en distintos departamentos santafesinos, la cuestión es compleja, pues si bien Obeid, como el resto de los funcionarios en ejercicio, deben continuar gobernando hasta el mismo instante de la entrega del poder a sus sucesores, también es cierto que una vez que la voluntad popular determina cambios de signo político, el gobernante que perdió (él mismo o su delfín), enseguida sufre un progresivo debilitamiento, pues ya no se cuentan los días que le faltan de gestión, sino los que restan para que se vaya a su casa. Esa suerte de cuenta regresiva habla a las claras de las dificultades que genera la transición en la cultura política argentina, que si es larga en nuestra provincia (tres meses), qué decir de la Capital Federal, con seis meses interminables entre los comicios y la asunción.
Estas circunstancias renuevan el debate sobre legalidad y legitimidad política, que con frecuencia entran en seria colisión. En cuanto a los nombramientos de cargos políticos a tan pocos meses del recambio de gobernantes, es dable pensar que se está apelando a un ardid para imponer hombres propios en un gobierno ajeno, a veces en busca de asegurar el futuro laboral de algún compañero de ruta desprovisto de otras redes, y otras veces con objetivos estratégicos de infiltración en áreas clave de la futura gestión.
Tal vez haya que convencerse de que las transiciones resultan complicadas para los argentinos por la tendencia obsesiva de nuestros gobernantes a la reelección. En lugar de tomar la alternancia en el poder con naturalidad, en la política nuestra, una derrota sabe a tragedia, algo así como si se desmoronara una gran empresa propia; entonces, la transición se convierte en una extensión de la desgracia.

(Publicado el martes 25 de septiembre de 2007 en diario El Informe)

1 comentario:

el pulpo negro dijo...

Disculpe mi ignorancia, señor Franco, pero... el gobernador hasta el 10 de diciembre, no es Obeid?
Le tiene que pedir permiso a usted para ejercer su cargo?
No lo legitima el haber sido elegido en las urnas?
Si puede despejar mis dudas, le agradecería infinitamente, porque llevo un par de noches sin dormir...