Meier, Natali y una ruptura que sacude a la política venadense

En cada una de las fuerzas políticas de la oposición se abrió el debate interno tras el categórico triunfo del oficialista José Freyre en las elecciones del domingo 2 del corriente. Por lo general, estos procesos se inician y se cierran en el más absoluto hermetismo, por aquello de que los trapos sucios se lavan en casa. Es prudente y hasta razonable que así sea, pues las autocríticas implican la aceptación de culpas y el reconocimiento de debilidades. Sin embargo, Roberto Meier ignoró todas estas prevenciones y prefirió ventilar públicamente el ultimátum con que sorprendió a sus compañeros de ruta en medio de las reuniones convocadas a los efectos de evaluar la actuación del Frente Progresista en los comicios locales, donde el barbado dirigente se presentó por cuarta vez consecutiva como candidato a intendente de Venado. En un golpe directo al corazón, planteó la urgencia de instrumentar una formación superadora a la actual estructura de Pueblo, con la participación de los pueblenses que quisieran seguirlo, junto a miembros del Partido Socialista y del movimiento Mate, es decir, desgajamientos de los mismos sectores que lo apoyaron en las primarias para enfrentar al radical frentista Lisandro Enrico, que entonces contaba con el respaldo del PDP y el ARI. Yendo más lejos aún, el Tío se adelantó a bautizar la futura agrupación política como Encuentro Progresista, subrayando que se enrolaría en esa corriente, con “Pueblo o sin Pueblo”. Y arriesgó también que “podría llegar a darse (en las primarias de 2009) que Encuentro Progresista tenga sus candidatos a concejal y Pueblo los suyos”, en una frase que basta y sobra para desatar un escándalo interno, aun cuando más adelante intentó suavizar su propia embestida advirtiendo que “no necesariamente hay que hablar de una división”.
No hay dudas de que Pueblo tiene que ensanchar sus bases, demasiado estrechas para una fuerza que cuenta con tres concejales y cuyo líder es uno de los referentes binneristas más destacados de General López, a pesar del reciente traspié electoral. ¿Pero cuál es el rumbo para oxigenar a la oposición? Según teoriza Meier, el Encuentro Progresista como nueva opción municipal podría ser el emergente de la fusión de Pueblo, o de él mismo y algunos pueblenses, con el puñado de matistas de Martín González, y algunos socialistas que ya habrían sido tentados para incorporarse a la incipiente organización. En este sentido, es significativo que Meier excluya toda posibilidad de reformular los objetivos políticos de Pueblo, y en su lugar imponga como condición ineludible la construcción de otra herramienta partidaria, forzando a los suyos, con fuerte sesgo personalista, a seguirlo sin chistar o condenarse a tomar distancia. Es evidente que con este golpe de timón, el Tío intenta despegarse de un grupo que en los últimos tiempos lo obligó a asumir un perfil más combativo, a partir del surgimiento de dirigentes de fuste que suelen doblegarlo en los debates internos y le disputan su otrora indiscutido liderazgo. Asimismo, este fenómeno se había profundizado en la convivencia del Frente Progresista, cuyos representantes, empezando por Enrico, se mostraron resueltos a confrontar sin piedad con la Intendencia. La unánime decisión opositora de publicar la polémica revista una semana antes de las elecciones habría irritado a Meier, quien, de todos modos, defendió dignamente sus contenidos. Pero quedaron secuelas que ahora se manifiestan. También el concejal Claudio Natali aprovechó el envión para anticipar su alejamiento de la agrupación, que será definitivo apenas concluya el mandato, e insinuar su inminente traspaso a las filas del aún fantasmal Encuentro Progresista, reivindicando las figuras del Tío y de Freyre. Estas manifestaciones podrían augurar la evolución futura del conflicto, porque si él admite que no le gusta estar donde no lo quieren, y ya se ubica a la par de Meier, en la práctica se le estaría cerrando la puerta en la cara a la mayoría de la militancia pueblense que desde hace largo tiempo le quitó la confianza a Natali por su “falta de compromiso”, tanto en la tarea legislativa como partidaria.
En esta misma edición, el concejal saliente observa que “en la ciudad habrá que desempeñar un rol distinto en función de la relación Provincia-Municipio” y añade que “al Encuentro Progresista le va a tocar un rol más importante que el que tenía como oposición, que se limitaba al control”. Y en el mismo párrafo aventura que “pasadas las elecciones se abre una etapa de construcción y diálogo”, destacando las afinidades de Meier y Freyre, y dando por muerto -vaya temeridad- al scottismo.
En conclusión, Roberto Meier anuncia el abandono de Pueblo para fundar una fracción aún más pequeña, y Claudio Natali se revela desde el vamos como su lugarteniente en un Encuentro Progresista que debuta con alabanzas al victorioso porotismo.
Si el Frente Progresista tituló a la revista pre-electoral “¿Qué esconde la candidatura de Freyre?”, en este escenario bien podría editarse una segunda edición, post-electoral, denominada “¿Qué esconde la interna de Pueblo?” Entre otras cosas, subyace un cúmulo de contradicciones ideológicas, expresado en la porfía constante entre el ala blanda, liderada por Meier y Natali desde el Concejo, y el ala dura, protagonizada, desde el partido, por Fabián Vernetti y Oscar Pieroni, entre otros. Las discrepancias se venían manifestando en las estrategias legislativas, luego en la arquitectura de la campaña electoral, y hoy, en los análisis antagónicos sobre el próximo gobierno municipal: mientras los primeros confían en la esperanza de cambio que podría alumbrar Poroto una vez apoltronado en el Sillón de Aufranc, los segundos no se hacen ilusiones, en sintonía con el resto del binnerismo venadense.
Con este panorama, quedó a la vista de todos que el principal partido de la oposición está más próximo a la ruptura que a la reconciliación. La confianza se resquebrajó como en ninguna de las crisis precedentes. Como el radicalismo y el socialismo de nuestra ciudad, los pueblenses estarían partidos en mitades. A estas alturas, sólo un milagro podría volver las cosas atrás. Cuando más homogéneo debía mostrarse para fortalecer desde el territorio la futura gestión de Hermes Binner, incluso ofrendando los más lúcidos dirigentes para ocupar funciones públicas, los exponentes locales del próximo oficialismo provincial atraviesan una situación caótica. Además, en un escenario signado por las divisiones, cabe esperar una feroz disputa por los cargos que asignará el gobernador electo a sus referentes sureños, desde donde podrían desplegar aptitudes de gestión con mayores posibilidades de lucimiento que sentados en las alienantes bancas del Concejo. Sin embargo, atrapados en sus propias contradicciones, los meieristas, o lo que queda de ellos, tienen cuestiones más domésticas por resolver.

(Publicado el viernes 14 de septiembre de 2007 en diario El Informe)

No hay comentarios.: