Con las dos terceras partes de las localidades de General López bajo control, incluyendo tres de las cuatro ciudades, y la reelección del senador Ricardo Spinozzi, el PJ ratificó su poderío en el sur santafesino al cabo de las elecciones generales, aunque esta vez, el dato político más relevante es la victoria del Frente Progresista en la provincia, tanto por quebrar los 24 años consecutivos de hegemonía peronista, cuanto por la consagración de Hermes Binner como el primer gobernador socialista de la Argentina.
Desde el punto de vista venadense, el codiciado eje Intendencia-Senaduría-Gobernación, dejará de mostrar exclusivamente los colores del justicialismo, como sucedía desde 1995, en coincidencia con el arribo al poder municipal de Roberto Scott. En un escenario signado por los cambios, a partir del 10 de diciembre, así como el gobierno binnerista deberá lidiar con un Senado opositor, el Tino Spinozzi tendrá que modificar sustancialmente su estrategia legislativa en General López, y José Freyre debutará en el Sillón de Aufranc con la obligación de establecer una “buena relación” con la Casa Gris. En este sentido, el supersecretario deberá hacer malabares en esta transición para no acabar perjudicado por las inoportunas manifestaciones de Scott contra el gobernador electo. Mientras Freyre se ilusiona con una convivencia armoniosa con el próximo gobierno provincial, su suegro demanda sanciones para los peronistas que votaron al Frente Progresista; vocifera que los santafesinos que apoyaron a Binner “no tenían claro lo que querían”; y augura una hecatombre de la gestión socialista en 2009. Este ensañamiento no hace más que reverdecer aquellas amenazas del intendente convocando a los venadenses a “echar a patadas a Binner”, o los aplausos de la primera línea del gobierno municipal, Scott incluido, en la presentación del libro “La Secta Socialista”, una creación del diputado provincial Jorge Lagna, cargada de agresiones a Binner. No será nada sencillo, más allá de las apariencias, el entendimiento entre Freyre y Scott, ni en la transición, ni en los primeros tiempos de la gestión.
Mientras tanto, el intendente electo ya confirmó la creación de nuevas áreas en el Gabinete, como Seguridad y Gestión y Planificación (¿un lugar para Hernán Roma?). Entre los sobrevivientes de este gobierno se menciona a Darío Mascioli (Producción); Andrés Pieli (Cultura); Liliana Rostom (Servicios Públicos) y Guillermo Imbern (Hacienda), en tanto que Daniel Dabove (Obras Públicas) y Juan Vidal (Gobierno), podrían cambiar de roles, saltando el primero a la Coordinación de Gabinete, y el segundo a la flamante dependencia de Seguridad. De corroborarse el ascenso de Dabove, el arquitecto Guillermo Zampini es el que reúne mayores chances para ocupar su lugar. En reemplazo de la concejala electa Norma Orlanda desembarcaría el psicólogo José Luis Aguirre, un viejo colaborador de Freyre, con la novedad de que dicha repartición ascendería al rango de Secretaría de Promoción Comunitaria, controlando las áreas de Acción Social, Salud y Deportes. En Salud, el pediatra Pedro Bustos es citado con insistencia en los corrillos municipales como el sucesor del odontólogo Víctor Barbieri, aunque algunos vaticinan el posible regreso de la nefróloga Noemí Azcona -vinculada al spinozzismo-, que pronto cederá la Dirección del Hospital Gutiérrez a un médico enrolado en el binnerismo. En Deportes, el presidente de Sportivo Rivadavia y cuarto en la lista de concejales, Raúl Debonis, es una fija.
Según cuentan los más allegados a la mesa chica porotista, hay tres áreas que inquietan más que otras al intendente electo: la Dirección de Compras (César Sola); el Area de la Juventud y Tercera Edad (Tomás Balzaretti) y el Departamento de Asuntos Jurídicos (Gerardo Di Nardo).
Por su parte, los rossistas Julio Eggimann y Oscar Barotto, que también contribuyeron al triunfo oficialista, albergan expectativas de obtener espacios de participación en el próximo elenco de gobierno. Otro dirigente justicialista que podría ser tentado para ocupar un lugar en el Departamento Ejecutivo es el actual director provincial de Comunas, Alberto Turcato, que apoyó a Freyre en la campaña municipal y en diciembre concluirá sus funciones en la Casa Gris.
Es razonable que Freyre y su entorno operen con la máxima cautela en la selección de los sobrevivientes, porque en dicho cometido corren un severo riesgo: que las cruentas internas del gabinete scottista se trasladen al próximo gobierno. En este sentido, es posible que el primer gabinete porotista responda a un criterio de transición, donde, junto con la aparición de los nuevos valores -algunos estarían siendo torpedeados antes de asumir-, conserven sus puestos varios funcionarios que podrían abandonar el gobierno en el futuro. También en el Concejo se manifiestan las internas scottistas y muy pronto podrían quedar expuestas. En diciembre asumirán los nuevos ediles, que otorgarán al oficialismo la primera minoría, con cuatro representantes. Salvo que se prolongue el insostenible acuerdo con Hernández para mantenerlo por un año más en la presidencia del cuerpo, Freyre tendrá que establecer un candidato propio. Y el elegido no sería precisamente el ex presidente Miguel Pedrola -más ligado a Lagna y Spinozzi-, sino la disciplinada Bibiana Pieli, que sólo necesitaría sumar uno de los cinco votos opositores para encaramarse en el segundo escalón del poder político local.
El verdadero Freyre
Cinco días después de los comicios, está claro que dentro del aluvión de casi 18 mil votos que ungió a Freyre, existen dos tendencias, que podrían tildarse, hasta cierto punto, de antagónicas: los que se expresaron por una continuidad del modelo scottista, y los que lo hicieron con la ilusión de inaugurar una etapa superadora, sin necesidad de acudir a la oposición, como ocurrió en la provincia. Esa heterogeneidad se manifestó en el apoyo masivo al intendente electo. ¿Cómo pudo suceder? En primer lugar, la impronta personal de Freyre responde a los requerimientos de la época: capacidad de gestión, vocación de diálogo y respeto a la institucionalidad. Estas características, incluso, son las que trasladaron a Freyre los miles de votos que en otras ocasiones se habían distribuido entre el pueblense Roberto Meier, el socialista Juan Moscoso y los radicales Lisandro Enrico y Delfor Hernández. Todos ellos perdieron votos a manos de Freyre. Nada de eso hubiera ocurrido si el candidato era Scott. Un fenómeno semejante se dio con los sectores progresistas del peronismo que, aún desde la dispersión, se inclinaron por Poroto, a pesar del desagrado que les merece la figura de Scott. Ni hace falta puntualizar que estos compañeros tampoco habrían respaldado una nueva candidatura del actual intendente.
Por otra parte, Freyre también fue capaz de captar el ciento por ciento de los votantes de puro linaje scottista, esos que querían más de lo mismo, y no solo lo consiguió por ser el yerno del Jefe, sino también porque, más allá de las legítimas esperanzas de cambio que despierta, Poroto siempre respetó la estructura y jamás manifestó diferencias, al menos públicamente, con Roberto Scott, ni siquiera ante los episodios más cuestionables de la gestión.
En definitiva, Freyre hizo, en cada momento, lo políticamente correcto, en el Plan General, en Acción Social y en la Supersecretaría. Y hasta supo eyectarse a tiempo del Concejo, devenido en la era scottista en una trituradora de candidatos a intendente. Pero, entonces, ¿quién es el verdadero Freyre? Mientras la conducción política permanezca en manos de Scott, el intendente electo deambulará en la indefinición que caracteriza su discurso. Hasta el primer gabinete tendría un color más scottista que porotista.
El verdadero Freyre recién entrará en escena cuando decaiga la influencia del líder y los tiempos políticos lo obliguen a tomar decisiones vinculadas a la calidad institucional. Tal vez, el verdadero Freyre, no sea el que supone la ortodoxia, ni tampoco el que idealizan los progresistas. ¿A cuál de esos extremos del pensamiento se acercará más?
Volver a empezar
Partiendo de una desventaja casi indescontable desde el 1 de julio de las primarias, el Frente Progresista redondeó una elección decorosa, quedando a menos de 100 votos de obtener la disputadísima cuarta concejalía para la enriquista Mirian Talamone, pero lejos de convertirse en una opción de poder confiable para el grueso del electorado. En el comienzo de la campaña no consiguieron presentar los integrantes de un hipotético gabinete municipal, y en el domingo de las elecciones ni siquiera fueron capaces de reclutar los fiscales para garantizar el control de las 132 mesas. En ese contexto, las pretensiones meieristas de polarizar las generales acabaron en un fracaso, sobre todo ante el sensible crecimiento del vianista Frente Venadense, que también quedó a las puertas de incorporar otra banca. Tal vez la expresión más elocuente de la falta de vocación de poder de la coalición binnerista haya sido el lanzamiento de la polémica revista apenas una semana antes de las elecciones, cuando la decisión colectiva ya estaba tomada. Los contundentes contenidos de la publicación no alcanzaron para revertir un resultado puesto, pero bastaron para demostrar que la oposición fue incapaz de convencer a los venadenses de la necesidad de un cambio, aun cuando le sobraban argumentos.
Desde diciembre, con solo tres concejales -los pueblenses Roberto Meier, Oscar Pieroni y el debutante Fabián Vernetti-, el Frente Progresista deberá tejer alianzas con la peronista Patricia Romero y el radical Hernández para obtener mayorías, en la antesala de las legislativas de 2009, que amenazan con deteriorar más todavía las potencialidades opositoras. Sin embargo, este sector -que promete una actitud más fogosa en el Concejo- se ilusiona con el desarrollo político que podrían proporcionarle los cargos provinciales que el gobernador electo Hermes Binner asignará a sus referentes de nuestra ciudad y la región. Desde el vamos, sobresalen entre los dirigentes con mayores merecimientos, Roberto Meier, Lisandro Enrico y Juan Enrique Lombardi, todos ellos con larga militancia y aceptable desempeño electoral. En el área de Salud, trascendieron los nombres del socialista Juan Moscoso, de antigua amistad con Binner, y otro reconocido médico, Raúl Corna. Asimismo, en la Dirección de Educación y Cultura Regional, la reemplazante de la rufinense Marta Comellas podría ser una combativa docente venadense -hoy en funciones directivas- que milita en una de las fuerzas del Frente Progresista. Más allá de las funciones que podrían fortalecer a unos cuantos dirigentes de General López, los binneristas venadenses creen que el debilitamiento legislativo se compensaría con la influencia ejemplarizadora de un gobierno provincial que podría impedir ciertas extralimitaciones del gobierno municipal, como la tercerización de Hacienda, entre otras.
(Publicado el viernes 7 de septiembre de 2007 en diario El Informe)
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