El comisario general (RE) Dionisio Rubio dirige hoy una empresa de vigilancia particular, pero se apasiona por la seguridad pública como en sus tiempos de jefe de la comisaría local. Se confiesa indignado ante la ola delictiva que atemoriza a la población. Según Rubio, la clave es superar el divorcio de la sociedad civil con la corporación policial. Propone sectorizar la ciudad en función de los potenciales riesgos. Los policías asignados deberían conocer todas las características de sus respectivos “territorios”. Su principal fuente de información surgiría del estrecho contacto con los propios vecinos. El creciente fenómeno de la delincuencia juvenil.
Con más de 30 años de trayectoria en la fuerza policial santafesina, de donde se retiró con la máxima calificación y medalla de oro, Dionisio Rubio es una voz autorizada en cuestiones de seguridad, un tema que compite con el impetuoso crecimiento de la inflación en el ranking de las mayores preocupaciones de los argentinos. Venado Tuerto, que no es una isla, sufre esas mismas penurias, con la irrupción de delincuentes cada año más precoces, más crueles y más temerarios. Sobre estas novedades, el experto evaluó que “tiempo atrás el delincuente era más ‘profesional’, más meticuloso en el cumplimiento de sus objetivos, porque evitaba ser aprehendido y, en consecuencia, condenado. Es que las condenas se cumplían, no había tantos ‘beneficios’ como hoy. No había tanto robo ‘al voleo’, sino que se ‘estudiaba’ cada golpe para reducir los riesgos. Para el delincuente típico de hace tres o cuatro décadas, robar era una cosa, pero matar, secuestrar, extorsionar, era otra muy distinta, que evitaba por todos los medios cuando se trataba de un asalto común. Habitualmente eran mayores de edad, como así también los reincidentes; en cambio, no era tan frecuente la reincidencia entre los menores”, historió el ex jefe judicial de la Jefatura Policial de Rosario.
Sobre la proliferación de menores en el mundo del hampa, Rubio señaló que “ahora el delincuente ejerce el ‘oficio’ desde temprana edad, en reemplazo de la cultura del trabajo, favorecido legalmente por su condición de menor y, en la mayoría de los casos, en el marco de una falta de orientación desde el hogar. Así pues, el sujeto llega a delinquir sin importarle los medios y consecuencias. Aun en un caso que, para ellos, es cosa de todos los días, como el arrebato callejero, se ocasiona en las víctimas una experiencia traumática que a veces no pueden superar jamás”, explicó el director ejecutivo de Seguridad Integral de Vigilancias Particulares (SIVP). En la misma línea, observó que “al no existir ningún correctivo, más allá de la entrega ‘en custodia’ a sus progenitores, el joven reincide enseguida en atentados similares, o en otros mayores, porque con el tiempo incrementa su ‘capacidad’ y su audacia. A tal punto se atreve que, creyéndose impune, hiere y mata. Estas actitudes son imitadas dentro del medio inmoral donde se desenvuelve. A veces, desea la violencia física por el sólo placer que le despierta practicarla, o también en busca de acreditar ‘méritos’ para ejercer la jefatura de la banda”.
“En resumen -prosiguió Rubio-, el modus operandi cambió en función de la mayor facilidad e impunidad para delinquir, como así también de un proceso de desorden familiar que desterró los límites. Cuando un chico detenido por un episodio de menor cuantía es entregado a sus padres para su ‘custodia y guarda’, el Estado no debe desentenderse de esa situación social, como si en ese acto formal concluyera todo; por el contrario, ahí tiene que empezar un seguimiento riguroso de la relación entre padres e hijos. No es mi tarea puntualizar las causas de estos comportamientos, pero sin dudas que influyen los hogares desintegrados; la deserción escolar; las adicciones; la búsqueda del éxito rápido y sin sacrificios; la pérdida de la cultura del trabajo y del deporte, entre otras”, enumeró.
Nuevos viejos tiempos
Lejos de guarecerse en la mera descripción de los acontecimientos, Dionisio Rubio hace unos cuantos años que, cada vez que se lo consulta, sugiere desarrollar sistemas basados en la proximidad de la policía con los vecinos, al estilo de las estrategias de “microcriminalidad” implementadas en EEUU, donde las políticas de seguridad se priorizan en los barrios. También en algunas provincias españolas se apela al guardia civil, o sereno, con excelentes resultados. Para el especialista, “en una ciudad intermedia, como Venado Tuerto, convendría instrumentar una división geográfica por sectores, con dimensiones en función de las hipótesis de conflicto, seleccionando policías, no necesariamente de alto rango, pero sí con la suficiente capacidad para la función. Desde ya que los encargados deben tener un asentamiento en la ciudad o región, condición indispensable para contar con un amplio conocimiento del terreno desde el vamos. Cada ‘territorio’ será encomendado al policía seleccionado, quien contará con subalternos que le secundarán en sus funciones, y un móvil, por lo menos, en forma permanente para las recorridas, además de modernos equipos de comunicación”.
Más adelante, el ex jefe de custodia de visitas presidenciales a nuestra provincia, detalló aspectos operativos y de inteligencia que requiere el programa propuesto. Entre ellos, se refirió a la inmovilidad en las funciones del policía asignado (estabilidad) y personal a cargo, tomando conocimiento de todos los residentes de su territorio, mediante una especie de censo poblacional, comercial, educacional, etc., con apoyo de la Municipalidad y la Dirección Regional de Educación. El vecino de cada territorio, explicó Rubio, deberá contar con los números de teléfonos celulares de los policías que recorrerán ese sector para comunicar y/o denunciar todo suceso anormal. Asimismo, un móvil estará afectado a un monitoreo de los puntos estratégicos del territorio. Más adelante, puntualizó que “el policía asignado en cada sector deberá ser identificado con nombre, apellido y grado por cada familia residente, debiendo efectuar visitas domiciliarias a los fines de contactos personales, que no solo redundarán en beneficios funcionales, sino también en la regeneración del vínculo sociedad-policía. Esa relación determinará una fuente de información invalorable y una estrecha vinculación con la sociedad honesta”. Para no herir susceptibilidades, el experto aclaró que “en nada variará el funcionamiento orgánico de la institución, pues los policías asignados estarán subordinados -como corresponde- a cada comisaría, comando radioeléctrico, brigada de investigaciones y demás agrupaciones”.
“La clave es diagramar la ciudad por sectores, con destacados oficiales o suboficiales a cargo de cada ‘territorio’, junto con personal básico a sus órdenes, disponiendo del medio de movilidad para sus recorridas, de modo tal de recrear la figura del vigilante de la esquina de los años ’60, conocido por todo el barrio, con tecnología de última generación, y en busca de retornar a la excelente relación de sociedad y policía. Así pues, el vecino conocerá qué uniformado lo protege y cómo dirigirse al mismo. En tanto, el policía designado se sentirá estimulado por la responsabilidad conferida, mejorando el espíritu de servicio y obteniendo la consideración del vecino. Así debe ser, porque no se concibe una policía sin sociedad, ni una sociedad sin policía”, redondeó.
Con una fuerte dosis de realismo, Dionisio Rubio manifestó que en algunos sectores del poder político, “si la iniciativa no nace de su entorno, no tiene futuro. A veces creo que se comete una torpeza de principiante divulgando un proyecto desde fuera de la función pública, porque de esa manera jamás se lleva a cabo. Sin embargo, debo reconocer que en estos días el ministro de Seguridad santafesino, Daniel Cuenca, anunció que el año próximo implementará este mecanismo de vigilancias por sectores y rondas permanentes, con el objetivo de aproximar en el trato cotidiano a las fuerzas de seguridad con la población. No sé cómo lo instrumentarán desde la Provincia, pero me reconforta esa aparente voluntad de cambio en lugar de insistir, como en los últimos años, en las mismas malas recetas que concluyen invariablemente en los mismos malos resultados”, enfatizó el ex jefe policial, quien también recomendó que, en el futuro, los intendentes y presidentes comunales cuenten con una “mayor influencia” en la designación y/o mantenimiento de las autoridades policiales.
(Publicado el viernes 19 de septiembre de 2008 en diario El Informe)
3 comentarios:
...no puedo evitar que me hagan "ruido" algunos conceptos. Pero reconozco mis prejuicios. para el rescate la acuerda de la "nueva/vieja" criminalidad. un abrazo
error de tipeo o distracción: quise decir, que es para rescatar la acuarela de la "nueva" y la "vieja" criminalidad que pinta Rubio.
Muy facil, con los viejos chorros es facil arreglar.
Lon los pibeschorros no, tienen su andarivel propio. También har crisis en la dirigencia del hampa, o se ceer que son los políticos los únicos
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