No podríamos decir en estas jornadas preelectorales santafesinas que “el pueblo quiere saber de qué se trata”, como nos cuenta la historia que sucedía en las inmediaciones del Cabildo de Buenos Aires un día como hoy, 25 de mayo, pero de 1810. Pero aún restan cinco semanas de campaña electoral y, como siempre, la invasiva descarga propagandística de los últimos días conseguirá sensibilizar a la ciudadanía, que además está obligada a involucrarse en las internas de los partidos y alianzas, según la ley electoral provincial debutante en las legislativas de 2005. Si bien hay postulantes que madrugaron con el despliegue de ingeniosas estrategias comunicacionales, la mayoría aguarda la llegada de la semana entrante para el lanzamiento de sus campañas, un poco porque así lo establecen las propias restricciones de la ley, otro poco porque nadie está dispuesto a gastar lo que no tiene en la búsqueda de un cargo público, por apetecible que sea. En este sentido, la extrema austeridad que practican ciertos candidatos, se expresa en la desesperación por conocer las conclusiones de encuestas ajenas, una valiosa herramienta, que es útil en medio de la campaña, pero mucho más fuera de ella, a los efectos de indagar cuáles son los requerimientos de la ciudadanía. “Ayer nos decidimos a encargar una medición de 400 casos con un encuestador confiable de Venado, pero nos cuesta cerca de mil pesos… no hay presupuesto para estirarnos tanto”, reveló un jefe de campaña de la oposición. “Tengo que administrar la miseria”, dijo el hombre, compungido, mientras observaba con envidia el generoso paredón tapizado de imponentes afiches con los rostros treintañeros de José Freyre y Lisandro Enrico.
Según los anuncios de algunos sectores, la semana próxima comenzarán a distribuirse, casa por casa, los libritos con las propuestas de gobierno. Sin mayores expectativas sobre el interés que puedan despertar en el electorado con el listado de promesas, los precandidatos admiten que una elección de intendente exige presentar, al menos, los ejes de una gestión municipal. Mientras se reserva para la recta final el bombardeo de avisos gráficos, afiches, volantes, jingles y spots (¿clientelismo también?), por ahora se deposita un fuerte contenido militante en las reuniones nocturnas en los barrios. “Estoy como el maestro Eleuterio Pigliapocco en su mejor época… no tengo ni una sola fecha libre en la agenda”, exageró uno de los precandidatos, cuya silueta denuncia los primeros signos de excesos con los clásicos choripanes proselitistas. El más reciente de los actos políticos fue el presidido en la noche del martes por un Rafael Bielsa que todavía no consigue anclar en las bases peronistas. “Se nota que se esfuerza, pero no le sale…”, resumió con ironía un vecino del barrio de la Carne, que se había acercado a curiosear al desbordante salón del Club Mario Mathieu. Si bien es cierto que el ex canciller cuenta con el respaldo del “aparato”, su contrincante Agustín Rossi continúa liderando las encuestas. Y los partidarios del Oscar Barotto se entusiasman con la eventualidad de que los votantes rossistas introduzcan en la urna la boleta completa. “A ver si damos una sorpresa”, bromean.
Sin embargo, con el oficialismo scottista como anfitrión, Venado volvió a reunir a todo el bielsismo de la región, dando un aceptable marco al nuevo lanzamiento de la precandidatura de José Freyre. “Voy a ser intendente, por los venadenses y para los venadenses”, vociferó Poroto, en una muestra de optimismo hasta entonces desconocida. Con el mismo ímpetu, advirtió a la tropa que “el objetivo es el 1 de julio y no el 2 de septiembre”, subrayando la importancia de obtener un triunfo rotundo que disipe las dudas internas y externas. “Necesitamos que la tapa de El Informe del lunes (2 de julio) diga que Freyre superó la suma de Meier y Enrico…”, sentenció un joven abogado vinculado al porotismo, temeroso de que una victoria harto previsible en la interna desaliente la participación o, peor aún, tiente a infiltrarse en una primaria más atractiva, como la de Meier y Enrico en el Frente Progresista. Desde ya que ese recelo se agiganta en las filas del radical Delfor Hernández y del lucifuercista Jorge Viano, que se presentan con sendas listas únicas, y necesitan demostrar desde ahora que tienen resto para romper la polarización tan temida.
Todos, en alguna medida, le temen a las consecuencias del voto a ganador el 2 de septiembre. Hasta los allegados al mismísimo Freyre, que tal vez sea el más votado en las primarias, conjeturan que una buena cosecha conjunta de Meier y Enrico atentaría contra la imagen triunfalista que tratan de imprimirle al supersecretario.
Hace una semana, en su primera incursión mediática después de oficializada la participación electoral de la UCR, Hernández deslizó que, aun sin nombrarlos, los progresistas Meier y Enrico serán sus principales adversarios. En tanto, el viernes último, en un aviso de página completa en este diario, Enrico sorprendió, no tanto por su retrato junto con el del Hermes Binner, ni por las críticas a la gestión scottista que desmenuza más abajo, sino porque, al pie, además de los sellos de la UCR, el PDP y el ARI, se intercala el del Partido Socialista, con la rúbrica del secretario adjunto Guillermo Morel, en clara evidencia de la virtual ruptura. “Vamos juntos”, rezan las aún frescas pintadas de Pueblo en los tapiales, en alusión a la coincidencia en una misma lista, luego de varios años, de Roberto Meier y Juan Moscoso. Sin embargo, hay un sector del socialismo que le bajó el pulgar al “Vamos juntos” y se inclinó por compartir el eslogan enriquista “Juntos con vos”. Algo así como “Juntos, pero no tanto”.
(Publicado el viernes 25 de mayo de 2007 en diario El Informe de Venado Tuerto)
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