La flamante designación como presidente de la Cooperativa de Obras Sanitarias de José Luis Peisino significa un auspicioso gesto de apertura en esta segunda etapa de administración de los Vecinos. En lugar de insistir con figuras desgastadas por mil batallas, la coalición triunfante debutó en la gestión con decisiones felices, cediendo la presidencia al abogado de militancia radical y perfil progresista, que se desempeñó como secretario de Acción Social, primero, y de Gobierno, después, en el apogeo dematiísta de los ‘80. En tanto, desde la presentación de la lista de la triple alianza de vecinos, lucifuercistas y socialistas, ya se conocía que, en caso de imponerse, el estratégico rol de síndico sería retenido por el abogado socialista Guillermo Morel.
En consecuencia, los sillones más influyentes de la concesionaria de cloacas y agua potable ya están ocupados por dos hombres sin ataduras con un pasado reciente caracterizado por frecuentes encontronazos con la Intendencia, el Concejo, la Autoridad de Aplicación y el personal. Además de constituir dos de las caras nuevas de la cúpula de la COS, el vecino Peisino y el renovador Morel también coinciden en su visión crítica de la gestión scottista.
Entre las múltiples lecturas que ofrece la composición del nuevo Consejo de Administración, se destaca además la incorporación como tesorero de Rubén Pighín, quien, junto a José Luis Peisino, son estrechos colaboradores en la administración de la quiebra del ex BID del contador Juan Arnaldo Venturini, de históricos lazos afectivos y profesionales con la Cooperativa de Obras Sanitarias y pública enemistad con el actual intendente venadense.
La vieja guardia de los vecinos está representada en los principales cargos por el empresario Fabricio Fernández en la vicepresidencia y la docente Cristina Aisemberg -presidenta saliente- en la secretaría, mientras que Alejandro Zapata y Eduardo Parodi ocupan responsabilidades menos influyentes.
Otro aspecto digno de mención es que, con el referente de la alianza Unidad, Vicente Vivas, como único sobreviviente opositor, la renovada estructura ejecutiva carece de puentes de diálogo con el gobierno local. Si subsistía alguno, aunque sea enclenque, el propio Scott, sangrando por la herida, lo destruyó desde el vamos con una irresponsable declaración de guerra a las autoridades elegidas por la mayoría de los delegados. Antes de la elección, el intendente se había ocupado de impulsar un innecesario embargo de las cuentas de la empresa, apelando una vez más a un estilo pendenciero que tanto perjudica la convivencia política en la ciudad.
Cosechando su siembra, el Departamento Ejecutivo se encontrará en el año electoral que se avecina con un Concejo de mayoría opositora (¿y presidente no scottista desde diciembre?) y, además, con las dos cooperativas de servicios públicos controladas por dirigentes opositores. Tantas adversidades sufre el scottismo en los últimos tiempos que, en virtud de una resolución judicial, ni siquiera pudo acceder a la administración del Hospital Gutiérrez, luego de la Batalla del Samco. Con estas referencias inmediatas, en San Martín y Marconi se ilusionan con adueñarse de la mayoría de las vecinales que renovarán autoridades el domingo que viene.
El primer gran desafío para la flamante gestión de José Luis Peisino es restablecer las relaciones con los distintos actores políticos y sociales, desde el intendente hasta los empleados, sin importar los alineamientos electorales de cada uno. Después de la porfía política, ya es tiempo de concentrar las energías en el desarrollo de las postergadas obras sanitarias. No será tarea sencilla. Las relaciones internas están resentidas y, desde fuera, el intendente no conoce otra receta que la confrontación. Sin embargo, no hubo amparos ni impugnaciones; a pesar de todo, los consensos son posibles.
(Publicado el viernes 27 de octubre de 2006 en diario El Informe de Venado Tuerto)
En consecuencia, los sillones más influyentes de la concesionaria de cloacas y agua potable ya están ocupados por dos hombres sin ataduras con un pasado reciente caracterizado por frecuentes encontronazos con la Intendencia, el Concejo, la Autoridad de Aplicación y el personal. Además de constituir dos de las caras nuevas de la cúpula de la COS, el vecino Peisino y el renovador Morel también coinciden en su visión crítica de la gestión scottista.
Entre las múltiples lecturas que ofrece la composición del nuevo Consejo de Administración, se destaca además la incorporación como tesorero de Rubén Pighín, quien, junto a José Luis Peisino, son estrechos colaboradores en la administración de la quiebra del ex BID del contador Juan Arnaldo Venturini, de históricos lazos afectivos y profesionales con la Cooperativa de Obras Sanitarias y pública enemistad con el actual intendente venadense.
La vieja guardia de los vecinos está representada en los principales cargos por el empresario Fabricio Fernández en la vicepresidencia y la docente Cristina Aisemberg -presidenta saliente- en la secretaría, mientras que Alejandro Zapata y Eduardo Parodi ocupan responsabilidades menos influyentes.
Otro aspecto digno de mención es que, con el referente de la alianza Unidad, Vicente Vivas, como único sobreviviente opositor, la renovada estructura ejecutiva carece de puentes de diálogo con el gobierno local. Si subsistía alguno, aunque sea enclenque, el propio Scott, sangrando por la herida, lo destruyó desde el vamos con una irresponsable declaración de guerra a las autoridades elegidas por la mayoría de los delegados. Antes de la elección, el intendente se había ocupado de impulsar un innecesario embargo de las cuentas de la empresa, apelando una vez más a un estilo pendenciero que tanto perjudica la convivencia política en la ciudad.
Cosechando su siembra, el Departamento Ejecutivo se encontrará en el año electoral que se avecina con un Concejo de mayoría opositora (¿y presidente no scottista desde diciembre?) y, además, con las dos cooperativas de servicios públicos controladas por dirigentes opositores. Tantas adversidades sufre el scottismo en los últimos tiempos que, en virtud de una resolución judicial, ni siquiera pudo acceder a la administración del Hospital Gutiérrez, luego de la Batalla del Samco. Con estas referencias inmediatas, en San Martín y Marconi se ilusionan con adueñarse de la mayoría de las vecinales que renovarán autoridades el domingo que viene.
El primer gran desafío para la flamante gestión de José Luis Peisino es restablecer las relaciones con los distintos actores políticos y sociales, desde el intendente hasta los empleados, sin importar los alineamientos electorales de cada uno. Después de la porfía política, ya es tiempo de concentrar las energías en el desarrollo de las postergadas obras sanitarias. No será tarea sencilla. Las relaciones internas están resentidas y, desde fuera, el intendente no conoce otra receta que la confrontación. Sin embargo, no hubo amparos ni impugnaciones; a pesar de todo, los consensos son posibles.
(Publicado el viernes 27 de octubre de 2006 en diario El Informe de Venado Tuerto)
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