Crecen las expectativas de que a mediados del corriente mes se presente una lista única y el 27 de mayo el intendente José Freyre sea coronado presidente del peronismo provincial, en reemplazo del también venadense Ricardo Spinozzi, en el cargo desde 2008, cuando corporizó la unidad partidaria luego de un pacto salomónico, para evitar la interna, entre Néstor Kirchner -entonces debilitado por la pelea con el campo- y Carlos Reutemann.
No debería ser una sorpresa para nadie el salto de Poroto. Desde su conversión al kirchnerismo, luego de colgar en 2009 su lista de concejales de los hombros del Lole, la gestión Freyre se benefició con un generoso reparto de recursos nacionales que, justo es decirlo, se le habían negado a la ciudad en el inicio del primer mandato de Cristina, tiempos en que el intendente vacilaba entre la Casa Rosada y un reutemismo que, si bien mantenía cierta influencia política, ya transitaba una crisis irreversible.
Freyre ya había mostrado una incipiente proyección provincial el año pasado, en el Foro de Intendentes, junto a Alejandro Ramos, joven intendente de Granadero Baigorria, que al igual que el venadense, fue reelecto a fines de 2011 en forma aplastante. Poco después, Darío Mascioli fue designado presidente del bloque de diputados provinciales del Frente para la Victoria, en elocuente demostración del ascenso de las acciones de Freyre en la política santafesina. Semanas atrás, Ramos asumió como secretario de Transportes de la Nación, y ahora Freyre, otro de los niños mimados de la generación intermedia K, está a un paso de saltar a la jefatura partidaria provincial, con el apoyo explícito del Frente para la Victoria (Agustín Rossi y Luis Rubeo), el Movimiento Evita (Gerardo Rico) y figuras de la talla del ex gobernador Jorge Obeid y el sindicalista Alberto Maguid (UPCN), entre otros. Sin embargo, dos de los dirigentes más relevantes del peronismo santafesino actual, el diputado nacional Omar Perotti y la diputada provincial María Eugenia Bielsa, postulan al gremialista municipal rosarino Antonio Ratner para conducir el PJ, aunque podrían declinar la embestida si no recolectan los apoyos suficientes. Así pues, es factible que no haya internas -casi todos las quieren evitar- y Freyre asuma el alto cargo por consenso. En principio, todo indica que se beneficiaría con un segundo semestre de aguas mansas, hasta que en 2013 deba liderar las negociaciones con los peso pesado de Rosario y Santa Fe para el armado de las listas legislativas nacionales. En ese turno, el justicialismo está obligado a mejorar su rendimiento tras la catástrofe del año pasado, cuando fue superado por el Frente Progresista, Cívico y Social y la Unión PRO Federal. En consecuencia, la primera gran responsabilidad de Freyre será ayudar a que el PJ acuerde una oferta más tentadora y demuestre en las próximas legislativas que está en condiciones de recuperar -dos años más tarde- la Casa Gris que habitaron José María Vernet, Víctor Reviglio, Carlos Reutemann y Jorge Obeid durante 24 años consecutivos. Una comandancia partidaria fuerte también debería coordinar con sus bloques legislativos (mayoritarios en ambas cámaras), las estrategias políticas generales y el carácter de la relación con el gobierno del socialista Antonio Bonfatti. Asimismo, tendría que propiciar el debate interno que miles de afiliados vienen reclamando desde hace tiempo, en cada localidad y en cada departamento. También la nueva función requerirá una presencia aún más frecuente de Poroto en los despachos clave de Buenos Aires para defender los intereses santafesinos, y se multiplicarán los requerimientos de los medios de prensa distintos puntos de la provincia. Así pues, estas múltiples tareas exigirán un colosal desdoblamiento para José Freyre -siempre presumiendo que no se conformará con una presidencia decorativa-, que tal vez requiera de los servicios de un ágil y eficiente jefe de Gabinete, una figura ausente en su heterogéneo equipo de trabajo, al igual que la del supersecretario de Promoción Comunitaria, que cubre el propio Poroto desde que Germán Mastri asumió la presidencia del Concejo y abandonó el asistencialismo que practicaba diariamente -aliviando al jefe- en el despacho contiguo de la Intendencia. Sin embargo, no abundan las opciones para presidir un gabinete que, a veces, significaría nada menos que hablar por Freyre. Con requisitos elementales, como la experiencia y la cintura política, sobresalen exclusivamente los oriundos de Murphy, Darío Mascioli y Jorge Lagna, pero el ex secretario de Desarrollo Productivo ahora se desempeña en la Legislatura santafesina, y el ex ariete de Unión y Cultura -aún de duelo por una defunción reutemista a la que sólo le falta el certificado- es resistido por los porotistas de paladar negro que, no obstante, aún integran un espacio embrionario y carecen de cuadros propios para aportar a las mayores responsabilidades de la gestión. Tampoco el actual secretario de Gobierno, Rubén Paulinovich, contaría con la aceptación suficiente para dar órdenes, más allá de su propio espacio, en una estructura caótica que, por momentos, ni siquiera puede controlar el indiscutido Freyre, como lo corroboran funcionarios de su propio riñón, empecinados en hacerle la campaña a la concejala (ex porotista y siempre scottista) Liliana Rostom, que le pisa los talones al socialista Fabián Vernetti en el ranking de los opositores más incómodos para el oficialismo.
La muy buena noticia que implica para Venado que Freyre asuma la presidencia provincial del peronismo, que le otorgaría mayor peso ante la Casa Rosada, y frente a las siempre soberbias Rosario y Santa Fe, y podría catapultarlo a una candidatura a vicegobernador, por ejemplo, ya genera inquietud en las cercanías del Sillón de Aufranc, donde muchos tiemblan ante la sola hipótesis de tener que enfrentar un 2015 sin Poroto en busca de la re-reelección. Es que cinco gestiones consecutivas del tándem Scott-Freyre podrían desmoronarse si el gran elector, ante una oferta desde arriba imposible de desechar -como le sucedió al baigorrense Ramos-, tiene que continuar su carrera fuera de Venado. Falta mucho todavía, pero si es difícil conseguir un inobjetable jefe de gabinete, como antes lo había sido cubrir la cartera política (Secretaría de Gobierno), más complicado aún sería construir un sucesor para Freyre. En su época, Roberto Scott, que rechazó propuestas (menos de las que se promocionaron) para ascender a ligas mayores, siempre supo que tenía en Freyre al depositario de una herencia sin beneficio de inventario; este último, a punto de dar el salto en su proyección personal, no goza del mismo privilegio que su antecesor y, para colmo, intuye que su hegemonía podría agrietarse apenas descuide a Venado Tuerto por razones de agenda.
(Publicado el lunes 2 de abril de 2012 en diario El Informe)
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