A estas alturas no caben dudas de que en los próximos compromisos electorales municipales y nacionales, más allá de la fecha en que se realicen, el conflicto del campo con el gobierno kirchnerista tendrá una notoria influencia en el humor de los votantes, sobre todo en las provincias agrícolas, como Santa Fe.
El reciente ensayo presidencial de “coparticipar” las retenciones a la soja con las provincias y municipios, pulverizó las últimas expectativas de negociación que se habían abierto entre el Gobierno y el campo. Luego de que Cristina Fernández sentenciara que el tema de las retenciones tenía que discutirse en el Congreso de la Nación, los ruralistas acudieron a ese ámbito, y en el primer intento consiguieron reunir 109 de los 129 diputados nacionales indispensables para reunir el quórum. Pero el dato más inquietante para la Casa Rosada fue que una veintena de legisladores peronistas no hubiera resistido la presión de sus propios territorios de origen ante una segunda embestida de la oposición política y la Mesa de Enlace, que no sólo pretenden la segmentación de las retenciones, sino también establecer por ley que las facultades para fijar derechos a las exportaciones e importaciones son del Congreso y no del Poder Ejecutivo.
Con la misma naturalidad con que dispusieron el adelanto de las elecciones legislativas en cuatro meses, los Kirchner resolvieron por decreto la “coparticipación” (en un módico 30 por ciento) de los derechos de exportación que habían negado sistemáticamente durante casi seis años. Presumieron que así podían neutralizar la ofensiva del campo y contener a una tropa que pedía oxígeno en medio del ahogo económico y financiero. Con el antecedente cercano de los muchos que se contaban como propios e hicieron las valijas, el matrimonio cedió recursos que, de una u otra manera, hubiera tenido que redistribuir (en una suerte de “blanqueo” interno), porque el sistema unitario de “coparticipación federal” vigente (¿nadie se acuerda de esta postergada redistribución?), con el agravante de las crisis superpuestas, dejaría en breve lapso a varias provincias y municipios al borde del abismo. Con cierta dosis de perversidad, la Casa Rosada obliga a gobernadores e intendentes a una aceptación explícita de los recursos derivados de las retenciones, con el propósito de resquebrajar el vínculo de los mandatarios del interior con los productores agropecuarios, cuyos núcleos más duros, con el regreso a los cortes de rutas, son funcionales a los halcones oficialistas que propician una campaña bajo la consigna: “Nosotros o el caos”.
Bajo protesta
Para esta mañana, el gobernador Hermes Binner convocó en la ciudad capital a intendentes, jefes comunales, legisladores y representantes de entidades ligadas a la producción, donde intentará un consenso para adherir “bajo protesta” al denominado “Fondo Solidario Federal”, porque la provincia necesita compensar el déficit ocasionado por la caída de la producción agropecuaria y agroindustrial, con la consiguiente merma de la actividad de otros sectores de la economía que sufren el nocivo “efecto dominó”. No será fácil suscribir una posición común, pues se encuentran intendentes como el venadense José Freyre, que se inclinarían por adherir al mecanismo de “coparticipación”, y otros como Norberto Fischer, de Armstrong, que rechazaría esos recursos en repudio a su procedencia. Por su parte, fuera de Santa Fe, ocupando una posición intermedia, el gobernador cordobés Juan Schiaretti se expresó por conciliar los destinos de esos dineros junto con la dirigencia del campo.
Sin embargo, como la necesidad tiene cara de hereje, y hay ciudades santafesinas importantes -como la nuestra- a un paso de resentir la prestación de los servicios y de incumplir con los pagos al personal, es probable que la mayoría se vuelque por la adhesión, aunque luego sea necesario dibujar los asientos contables, porque antes que emprender obras de infraestructura social, como se establece en el decreto presidencial, existen apremios más urgentes.
En consecuencia, sería prudente que a la probable adhesión del Fondo Federal Solidario se anexe una declaración de principios donde conste, entre otras cosas, que esta compensación por decreto no soluciona la crisis productiva provincial, porque el sector agropecuario sólo invertirá lo indispensable, sea por pérdida de rentabilidad, o sea por la desconfianza que generan las políticas oficiales. También hay que subrayar este insólito fenómeno de “coparticipación” federal de retenciones sólo de la soja -agigantando el tufillo de represalia por la derrota en el tratamiento de la resolución 125-, al mismo tiempo que las provincias agrícolas no se benefician con la redistribución de retenciones provenientes de otras regiones que la Casa Rosada embolsa en un ciento por ciento. De este modo, la Nación reparte en todo el país -¡hasta en la ciudad de Buenos Aires!- los dineros de la soja (¿y el desacople entre los precios internacionales y los internos?) en medio de la campaña electoral; aprieta -a fuerza de plata- a gobernadores, legisladores e intendentes; y las provincias de la pampa húmeda reciben migajas, pero no se reactivan con mayor producción agropecuaria.
A todo o nada
La jugada del Gobierno es, una vez más, a todo o nada. Su primer efecto fue romper el diálogo y alentar el corte de rutas; el segundo objetivo es maniatar a sus alfiles más vacilantes, sobre todo los originarios de las provincias deprimidas por la caída de la producción. Mientras tanto, algunos ruralistas de la región también apuestan fuerte. Ayer, sin ir más lejos, divulgaron un texto con los retratos de los diputados nacionales santafesinos -todos ellos kirchneristas- que no dieron quórum a la sesión especial para revisar el actual esquema de retenciones. Otra novedad de principio de semana fue la solicitada de la agrupación justicialista “17 de Octubre-Lealtad”, que en las primarias competirá con la lista del intendente José Freyre. El sector liderado por el lucifuercista Jorge Viano, que ya se había alineado con los reclamos agropecuarios el año pasado, en esta ocasión se pronunció en apoyo a la postura del senador Carlos Reutemann, que acaba de despegarse del Frente para la Victoria y se mantiene firme en su proyecto de retenciones segmentadas para favorecer a los pequeños y medianos productores.
Aunque sin cerrar filas con el reutemismo que en nuestra ciudad tiene como referentes a los legisladores provinciales Ricardo Spinozzi y Jorge Lagna, Viano trata de kirchnerizar la figura de Freyre, cada vez más complicado en sus intentos de hacer equilibrio en la inevitable interna del peronismo santafesino. Como un fantasma impenitente que sobrevuela en las cercanías del Sillón de Aufranc, Roberto Scott acepta cuanta entrevista se le propone para dar fe de su kirchnerismo exacerbado. Algunos creen que es una estrategia en busca de garantizar apoyo nacional para la Intendencia local; otros especulan con que la inviabilidad del consenso entre reutemistas y rossistas daría lugar a la confección de dos listas paralelas de diputados nacionales: en la del Lole, el Tino Spinozzi estaría bien arriba; y entre los K, Scott se podría ganar un lugar como escolta de Agustín Rossi.
Ya sin el viento de cola que benefició a su predecesor el último lustro de mandato, Freyre timonea una Municipalidad de arcas exhaustas; sufre mil y una peripecias para diseñar una nómina de concejales que no sólo capture votos por ser la lista del intendente; es tironeado del saco por kirchneristas y ruralistas; y descubre de pronto simpatías perturbadoras, como las de Viano con el Lole y las de Scott con los Kirchner.
(Publicado el miércoles 25 de marzo de 2009 en El Informe)
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