La inesperada propuesta de adelantar las elecciones legislativas nacionales para el 28 de junio -estaban previstas para el cuarto domingo de octubre, “para ser más previsibles”, mediante una modificación impulsada por el presidente Néstor Kirchner en 2004-, le dio un matiz más emotivo a los prolegómenos de los comicios municipales santafesinos, cuyas primarias se llevarán a cabo ese mismo día.
En el justicialismo provincial, atravesado por la interna entre reutemistas y kirchneristas, se suponía que el armado de las listas de candidatos a concejales no estaría condicionado por esos enfrentamientos, dado que las legislativas nacionales se realizarían a fines de octubre, bastante después de las primarias y las generales santafesinas. Sin embargo, si el Congreso aprueba la iniciativa que ayer recibió desde la Casa Rosada, el escenario electoral será muy distinto. En este sentido, si el PJ santafesino pretendía convocar a internas para dirimir las listas de postulantes a cargos nacionales, esa posibilidad quedó herida de muerte con este traslado a la medida de las conveniencias electorales del kirchnerismo, porque si se tratara de la gobernabilidad en zozobra por culpa de la crisis global, habría que exigir medidas más profundas que el elemental adelantamiento del cronograma electoral.
Cuatro días después del anuncio oficial no hay lugar a dudas: la maniobra es made in Néstor Kirchner, que con un módico anticipo de cuatro meses tendría mayores expectativas de obtener la primera minoría liderando las listas del Frente para la Victoria en la provincia de Buenos Aires. Tan simple como suena, Kirchner apuró la elección para favorecer su propia candidatura; un digno discípulo de Eduardo Duhalde, que en 2003 urdió un sistema electoral con el objetivo de voltearlo a Carlos Menem y beneficiar a su delfín patagónico. Algún día, otro sector lo hará con los Kirchner. Con distintos rostros, es la misma debilidad institucional que asuela a los argentinos desde hace 80 años y, de vez en cuando, reaparece, rejuvenecida y adaptada a los nuevos tiempos, pero con los vicios de siempre.
¡El Chivo o yo!
Si bien en el invierno pasado, en ocasión de las internas santafesinas, reutemistas y kirchneristas negociaron hasta último momento y sobre la hora se repartieron el dominio de la mesa ejecutiva y el congreso del PJ, en este marco es poco probable que se reedite ese pacto. Tanto es así que la más encumbrada vocera de Carlos Reutemann, y copiloto en el bloque Santa Fe Federal de Senadores, Roxana Latorre, además de anticipar el rechazo al adelantamiento, advirtió que no habría margen para acordar una lista única con el sector del jefe del bloque oficialista de diputados nacionales, Agustín Rossi, que también pretende la reelección. Además, sin tiempo para convocar a internas, el Lole podría reclamar la prioridad para diseñar las listas, y ya amenazó con competir por fuera de las estructuras del peronismo si se atrevieran a desairarlo. Tal vez esa sola insinuación rupturista del gran elector baste para que los congresales rossistas reconozcan el liderazgo reutemista. En tal caso, el destino del Chivo no sería la reelección, sino un ministerio u otro alto cargo en la Nación, claro que a costa de resignar su influencia territorial.
Mientras tanto, en el sur santafesino, donde la mayoría de los intendentes y jefes comunales se pronunciaron -con mayor o menor énfasis- a favor de los reclamos de políticas agropecuarias razonables, al mismo tiempo que tomaban distancia de los Kirchner y fortalecían los lazos con el reutemismo, se precipita una situación inesperada con esta factible superposición de comicios, porque en distritos donde el conflicto agropecuario sigue dividiendo las aguas, ni siquiera alcanzará con declaraciones de prescindencia para seducir a un electorado que, según las mediciones de imagen en la región, perdió todo atisbo de simpatía hacia el matrimonio presidencial.
Así pues, un beneficiado por el adelantamiento de las elecciones -y el atraso en la calidad institucional- será el Lole, que no correrá en soledad contra la coalición binnerista, sino que podrá traccionar en sintonía con sus fornidas bases municipales y comunales, que también sonríen con el volantazo presidencial que les devuelve la compañía de Reutemann. Aunque para que la felicidad sea completa deberán evitar que Rossi y los suyos cuelen la impronta kirchnerista en la sábana horizontal. “Ir en la misma boleta con el Chivo, que hoy no puede caminar en ningún pueblo de la provincia, es una mochila que el Lole no creo que se cargue… por algo dio el portazo en el Frente para la Victoria”, aseveró un dirigente del reutemismo local.
En síntesis, la prioridad es excluir a Rossi y, luego, provincializar la elección para alejarse de los K.
Al mismo tiempo, se conoce que el gobierno santafesino está evaluando contrarreloj las complicaciones ocasionadas por la forzada unificación de dos comicios de distinta naturaleza, pues al mismo tiempo que se elegirían legisladores nacionales, se seleccionarán precandidatos en las primarias que recién el 30 de agosto se postularán para los cargos públicos en las generales. Incluso, cada comicio requiere un padrón distinto, y mientras en el nacional la votación es obligatoria, en la primaria es posible excusarse mediante un sencillo trámite previo.
Nada de prescindencia
En el plano local, el intendente y jefe del PJ, José Freyre, se había apresurado a fundar un enclave de prescindencia, aunque con leve inclinación hacia el reutemismo -salvo en su pronunciamiento favorable a la alteración del cronograma-, pero el apuro kirchnerista por acortar los tiempos, también podría obligarlo a establecer posiciones más rotundas (¿apelará a la Liga de Intendentes para guarecerse de urgencia en una tercera posición?). Sin dudas, a estas alturas ya no habrá resquicios para la pragmática estrategia ventilada por un operador peronista de reconocidas lealtades sucesivas: “Tenemos que armar una lista de unidad, muchachos, así los reutemistas hacen campaña en el centro y nosotros, los kirchneristas, vamos a los barrios”, simplificó.
Casi al mismo tiempo, en otra de sus episódicas irrupciones mediáticas, el ex intendente Roberto Scott volvía a incomodar a su sucesor en el Sillón de Aufranc, reiterando sus afinidades con los K, quizá en esta etapa por coincidencias ideológicas, aunque el año pasado la excusa para que Poroto se alejara del Tino Spinozzi en la interna provincial era el temor a las represalias pingüinas contra la ciudad. “Kirchner es muy duro y no perdona”, había deslizado Scott, con honestidad brutal.
Dispuestos a cualquier cosa para conservar el poder y frenar la diáspora, incluso embestir contra sus propios compromisos públicos, los Kirchner oficializaron el adelantamiento y lanzaron el Operativo Clamor para que Néstor lidere la lista en tierras bonaerenses, pero esa no es, en absoluto, la situación venadense, donde Freyre aún no puede convencer al secretario coordinador Hernán Roma (¿podrá hacerlo antes de la medianoche del 30 de marzo?) para que sea el número uno de su nómina de concejales; lejos de los clamores populares, la incertidumbre local propicia el florecimiento de nombres y más nombres, como el edil Miguel Pedrola; un secretario/a del gabinete y un empresario “de mediana edad”. Cualquiera de ellos tendría que enfrentar en las primarias de junio al candidato de la agrupación peronista “17 de Octubre-Lealtad”, que se confirmará en los próximos días entre el líder del sector, el lucifuercista Jorge Viano, y la concejala Patricia Romero. En este sentido, así como el caprichoso adelantamiento reaviva la interna en cada distrito santafesino entre los K y los reutemistas, divididos por las alambradas del campo; en la primaria del PJ local, porotistas y vianistas también reactivarán sus viejos pleitos partidarios, exacerbados por los antagonismos en torno a las tarifas y la concesión del servicio eléctrico. Además, si se afirma la versión de que el porotismo no cederá puestos expectantes en la lista de concejales a los rossistas Julio Eggimann y Oscar Barotto, no habría que descartar el surgimiento de una tercera y despechada opción en las internas del Frente para la Victoria, que le restaría algunos votos al oficialismo, pero le facilitaría el discurso de despegue del kirchnerismo al cual deberán apelar, en sintonía con el Lole en la provincia, muy a pesar de los consejos del siempre influyente caudillo Roberto Scott, el ornitólogo que ahora también adora a los pingüinos.
(Publicado el martes 17 de marzo de 2009 en El Informe)
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