Apenas pasado el mediodía del próximo miércoles se conocerá el nombre del nuevo presidente del Concejo venadense. Los candidatos para ocupar el sillón mayor de Sarmiento y Alem son, hasta ahora, tres: el oficialista Miguel Pedrola, que pretende la reelección; el pueblense Claudio Natali y el radical Delfor Hernández. Sin embargo, el hombre clave en esta elección parece ser otro radical, Lisandro Enrico. Ratificando una vez más las fuertes disidencias internas en la UCR, bastó que trascendiera la posibilidad de que Enrico acompañara la candidatura de Natali, para que Hernández pateara el tablero anunciando su propia postulación.
En principio, los pueblenses habrían aceptado las exigencias de Lisandro para sellar el acuerdo: obtener el apoyo meierista para una presidencia radical a partir de diciembre de 2007 y establecer por consenso las políticas institucionales del Concejo desde la semana próxima. Además, el presidente de la UCR y los de Pueblo coinciden en que este pacto sería una demostración de fuerzas de la debilitada versión venadense del Frente Progresista.
Con su osada estrategia, Hernández condicionó a Enrico, forzándolo a la disyuntiva de apoyar un candidato de su propio partido -a pesar de los enfrentamientos internos- o apuntalar uno de la agrupación -Pueblo- con la que chocarán en las primarias de julio, salvo que se concilie una lista única.
Si Enrico opta por la segunda opción, la lógica indica que el presidente será Natali, salvo que el terceto scottista de concejales consiga el respaldo de la lucifuercista Patricia Romero y/o del dematiísta Hernández. Descartada la primera hipótesis, se impone indagar sobre la segunda: ¿Un dematiísta apoyando a un scottista? Poco probable desde el antagonismo de sus líderes, aunque en el indiscreto mundillo parlamentario bien se sabe del afecto mutuo que se profesan los médicos Hernández y Pedrola. En este sentido, las especulaciones se bifurcan: que Delfor arrime el cuarto voto a Pedrola, o -menos factible- que los oficialistas se vuelquen en apoyo del radical para emparejar la hipotética concertación de pueblenses y Enrico. En tal caso, Romero tendrá que sostener su propia candidatura para no avalar a los abanderados de los enemigos políticos del vianismo: Natali, el de Meier; o Pedrola, el de Scott.
En cambio, si Lisandro considera que no se justifica lesionar más aún las relaciones internas, tendrá que sintonizar las estrategias con Hernández, descartando a los pueblenses como socios. Entre ellas podría evaluarse desde formar junto con Romero el tercer grupo de tres ediles, hasta pactar con el oficialismo, dando lugar a otro interrogante: ¿Acordarán los radicales ahora con los mismos scottistas que enfrentarán en las generales de septiembre?
Impulsando un nombre propio para la presidencia, Pueblo comprometió en primer lugar a la UCR y, en cierta medida, al lucifuercismo, aunque ni unos ni otros olvidan que los meieristas arrastran el antecedente de haber respaldado por cinco años consecutivos a cuanto candidato apadrinó el intendente Scott. Asimismo, Roberto Meier empieza a pagar los costos de sus exacerbadas críticas a Ernesto De Mattía y Jorge Viano, referentes de Hernández y Romero, respectivamente.
Por esas extrañezas de la política, una vez que los pueblenses decidieron quitarle el apoyo al oficialismo, ahora podría ser un dematiísta el que garantice la continuidad scottista en la presidencia del Concejo.
En los últimos cinco años, a estas alturas de diciembre, ya se sabía que el oficialismo tenía todas las de ganar; esta vez, es posible que la incógnita se estire hasta último momento.
(Publicado el lunes 4 de diciembre de 2006 en diario El Informe de Venado Tuerto)
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