Después de 31 días consecutivos de veda proselitista, el próximo domingo se llevarán a cabo las internas abiertas, obligatorias y simultáneas en 99 de las 362 localidades santafesinas, es decir, en aquellas donde al menos uno de los sectores participantes tiene que dirimir una interna entre distintas listas de precandidatos. En el caso del departamento General López, habrá internas en 12 de los 31 distritos. Y el común denominador es la ausencia de ese clima singular que generan las campañas, y que las tradicionales vedas de 48 horas no alcanzan a apaciguar. En cambio, luego de un mes de silencio casi absoluto, donde los precandidatos sólo asomaban en la superficie para cuestionar la veda, la ciudadanía comenzó a tomar distancia de estas elecciones, un distanciamiento que fue saludable para frenar el contagio de la gripe A -causa de la postergación de las primarias previstas para el 5 del corriente-, pero constituye un obstáculo para la cita a las urnas del 2 de agosto, hasta el punto tal que muchos suponen que el porcentaje de votantes será “bastante bajo”, y no por temor al contagio, sino por tratarse de una elección que, por primera vez, no estará precedida de las clásicas rutinas proselitistas que se extienden hasta último momento. Tal vez la repartija casa por casa de boletas -con fecha 5 de julio- que los distintos grupos políticos realizarán en los próximos días, sea el único parentesco de estas gélidas elecciones con las conocidas por todos. Más razonable hubiera sido relanzar la campaña a partir de hoy, y hasta el viernes a las 8, pero el poder político no lo entendió así, alimentando el desinterés del electorado tras un largo tiempo de restricción a los postulantes para captar prosélitos.
Esta inédita situación no solo afecta a los votantes, sino también a los mismísimos precandidatos, que habían arribado al jueves 2 de julio con determinadas expectativas, pero hoy nadie podría garantizarles cuánto se modificó aquel escenario de 25 días atrás. Según la teoría, los más perjudicados podrían ser los sectores cuyos principales postulantes no están ocupando la función pública, o son menos conocidos, o no están tan instalados en la consideración pública; en cambio, los más beneficiados resultarían los que impulsan a funcionarios de la Intendencia y los que proponen la reelección de concejales en actividad. De todos modos, es imposible aventurar cuánto pudo haber cambiado el comportamiento de los electores en el transcurso de cuatro semanas. Desde ya que existen votantes absolutamente resueltos en su decisión, pero hay otros, los independientes, los más vacilantes, o los menos informados, que recién se definen a último momento, y esos podrían alterar más que nunca el resultado final en este contexto tan peculiar. En este sentido, conviene recordar que de las cuatro internas simultáneas que se librarán en Venado Tuerto, sólo habrá competencia en el PJ y en el Frente Progresista, con cuatro listas por bando; en tanto que Proyecto Sur y el PRO presentan lista única, es decir que ya tienen sus internas conciliadas, aunque deberán cosechar votos igualmente para lanzarse a las generales del 27 de septiembre desde un caudal aceptable.
En el justicialismo, los licenciados Germán Mastri y Liliana Rostom habrían recuperado terreno después de la irrupción en la campaña de José Freyre, como era previsible, pues el heredero de Roberto Scott ganó las elecciones de intendente categóricamente hace menos de dos años y aún mantiene una muy buena imagen. Sin embargo, la concejala vianista Patricia Romero amenaza con apoderarse del número dos de la lista del PJ, situación que pondría en riesgo las ambiciones del oficialismo de establecer en la lista definitiva -la que en septiembre competirá por las concejalías- a Mastri y Rostom en los dos primeros puestos, obligando a Romero -desde un eventual tercer lugar- a una tarea ciclópea para su reelección. En cambio, si alcanza el vianismo el segundo escalón de la nómina peronista, será el porotismo el que deba trabajar a destajo para ganar la elección general en la primavera (¿3 a 2 sobre el Frente Progresista?), porque sólo obteniendo el tercer edil (Raúl Debonis) conseguiría el objetivo de concluir el año con mayoría propia de cinco ediles, nada mejor para arribar al Operativo Reelección en 2011 sin mayores sobresaltos legislativos.
En el Frente Progresista, se estimaba que el radical Carlos Díaz Vélez había acortado distancias respecto de los concejales Roberto Meier y Oscar Pieroni, aunque hoy es imposible descifrar cómo pudo influir, tras esa levantada, este largo tiempo de enfriamiento, más aún cuando los mencionados precandidatos socialistas son “más conocidos”, e incluso continúan ejerciendo la función legislativa. También el socialista Guillermo Morel, como Luis Antonelli en el PJ, podrían resultar damnificados por el fenómeno de la veda récord, después de haber hecho inmensos esfuerzos por instalar sus postulaciones.
Más allá de las ambiciones individuales de cada sector binnerista, la mejor noticia para el conjunto del Frente Progresista es la presunta paridad entre tres de sus agrupaciones, con lo cual Díaz Vélez, Meier y Pieroni, cualquiera sea el orden, podrían ocupar los tres puestos más encumbrados de la lista, y si así fuera, todos harán fuerza -sin guardarse nada- para ganar la elección general, aunque sea por un voto, y así desembarcar en el Concejo precisamente con tres bancas. Los representantes del Frente Progresista venadense, que en el orden local vienen de perder por poquito en el orden local los comicios nacionales del 28 de junio, deberían agradecer si el veredicto inapelable de los electores resulta más sabio que el armado a dedo de las listas legislativas binneristas, pues con tanto rosarino dando vueltas, los santafesinos les dieron la espalda, y los 20 puntos de diferencia en el departamento La Capital otorgaron el triunfo por un margen mínimo a Carlos Reutemann, para disgusto de la Casa Gris, y también de la Casa Rosada. Ese equilibrio que le faltó en la provincia, podría tenerlo el binnerismo en Venado, si coloca a los citados cabeza de lista en el podio de los tres puestos expectantes; en cambio, esa tracción pareja no la conseguiría tan fácilmente el PJ, dado el antagonismo visceral entre porotistas y vianistas, pues con Romero de “2”, decrecería la militancia lucifuercista (¿para qué transpirar por el ingreso de Rostom?), pero con la peronista disidente de “3”, qué duda cabe de que los oficialistas trabajarían a reglamento (¿para qué favorecer la reelección de -según Mastri- la principal opositora?)
Mientras tanto, la probable polarización entre los grandes sectores políticos venadenses es una mala noticia para Proyecto Sur y Propuesta Republicana (PRO), las fuerzas debutantes en nuestra ciudad, lideradas por Martín González y César Merino, respectivamente. Ambas agrupaciones ya sufrieron los efectos devastadores de ese fenómeno en las legislativas nacionales: Proyecto Sur impulsó en Santa Fe la candidatura a diputado nacional del periodista rosarino Carlos Del Frade, pero naufragó en la brutal polarización por la senaduría entre Carlos Reutemann y Rubén Giustiniani, que también se extendió a la elección para la Cámara baja. En el PRO, la bajada de línea para que ni siquiera se impulsaran listas en nuestra provincia, la dio el mismísimo alcalde porteño Mauricio Macri, un poco por temor a la polarización -no se equivocaba-, y otro poco por su confesa afinidad ideológica con el Lole, con quien anhela asociarse en un proyecto presidencial.
Tal vez con menos votantes que lo esperado, el próximo domingo se conocerá la formación definitiva de las dos listas (Partido Justicialista y Frente Progresista) que tienen internas pendientes de resolución. A partir de entonces, según sea la composición de las mismas, se podrá aventurar con más certezas una tendencia rumbo a las generales de septiembre, donde el oficialismo pugnará por ser mayoría, y la oposición por impedirlo.
(Publicado el lunes 27 de julio de 2009 en diario El Informe)
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