Después de 31 días consecutivos de veda proselitista, el próximo domingo se llevarán a cabo las internas abiertas, obligatorias y simultáneas en 99 de las 362 localidades santafesinas, es decir, en aquellas donde al menos uno de los sectores participantes tiene que dirimir una interna entre distintas listas de precandidatos. En el caso del departamento General López, habrá internas en 12 de los 31 distritos. Y el común denominador es la ausencia de ese clima singular que generan las campañas, y que las tradicionales vedas de 48 horas no alcanzan a apaciguar. En cambio, luego de un mes de silencio casi absoluto, donde los precandidatos sólo asomaban en la superficie para cuestionar la veda, la ciudadanía comenzó a tomar distancia de estas elecciones, un distanciamiento que fue saludable para frenar el contagio de la gripe A -causa de la postergación de las primarias previstas para el 5 del corriente-, pero constituye un obstáculo para la cita a las urnas del 2 de agosto, hasta el punto tal que muchos suponen que el porcentaje de votantes será “bastante bajo”, y no por temor al contagio, sino por tratarse de una elección que, por primera vez, no estará precedida de las clásicas rutinas proselitistas que se extienden hasta último momento. Tal vez la repartija casa por casa de boletas -con fecha 5 de julio- que los distintos grupos políticos realizarán en los próximos días, sea el único parentesco de estas gélidas elecciones con las conocidas por todos. Más razonable hubiera sido relanzar la campaña a partir de hoy, y hasta el viernes a las 8, pero el poder político no lo entendió así, alimentando el desinterés del electorado tras un largo tiempo de restricción a los postulantes para captar prosélitos.
Esta inédita situación no solo afecta a los votantes, sino también a los mismísimos precandidatos, que habían arribado al jueves 2 de julio con determinadas expectativas, pero hoy nadie podría garantizarles cuánto se modificó aquel escenario de 25 días atrás. Según la teoría, los más perjudicados podrían ser los sectores cuyos principales postulantes no están ocupando la función pública, o son menos conocidos, o no están tan instalados en la consideración pública; en cambio, los más beneficiados resultarían los que impulsan a funcionarios de la Intendencia y los que proponen la reelección de concejales en actividad. De todos modos, es imposible aventurar cuánto pudo haber cambiado el comportamiento de los electores en el transcurso de cuatro semanas. Desde ya que existen votantes absolutamente resueltos en su decisión, pero hay otros, los independientes, los más vacilantes, o los menos informados, que recién se definen a último momento, y esos podrían alterar más que nunca el resultado final en este contexto tan peculiar. En este sentido, conviene recordar que de las cuatro internas simultáneas que se librarán en Venado Tuerto, sólo habrá competencia en el PJ y en el Frente Progresista, con cuatro listas por bando; en tanto que Proyecto Sur y el PRO presentan lista única, es decir que ya tienen sus internas conciliadas, aunque deberán cosechar votos igualmente para lanzarse a las generales del 27 de septiembre desde un caudal aceptable.
En el justicialismo, los licenciados Germán Mastri y Liliana Rostom habrían recuperado terreno después de la irrupción en la campaña de José Freyre, como era previsible, pues el heredero de Roberto Scott ganó las elecciones de intendente categóricamente hace menos de dos años y aún mantiene una muy buena imagen. Sin embargo, la concejala vianista Patricia Romero amenaza con apoderarse del número dos de la lista del PJ, situación que pondría en riesgo las ambiciones del oficialismo de establecer en la lista definitiva -la que en septiembre competirá por las concejalías- a Mastri y Rostom en los dos primeros puestos, obligando a Romero -desde un eventual tercer lugar- a una tarea ciclópea para su reelección. En cambio, si alcanza el vianismo el segundo escalón de la nómina peronista, será el porotismo el que deba trabajar a destajo para ganar la elección general en la primavera (¿3 a 2 sobre el Frente Progresista?), porque sólo obteniendo el tercer edil (Raúl Debonis) conseguiría el objetivo de concluir el año con mayoría propia de cinco ediles, nada mejor para arribar al Operativo Reelección en 2011 sin mayores sobresaltos legislativos.
En el Frente Progresista, se estimaba que el radical Carlos Díaz Vélez había acortado distancias respecto de los concejales Roberto Meier y Oscar Pieroni, aunque hoy es imposible descifrar cómo pudo influir, tras esa levantada, este largo tiempo de enfriamiento, más aún cuando los mencionados precandidatos socialistas son “más conocidos”, e incluso continúan ejerciendo la función legislativa. También el socialista Guillermo Morel, como Luis Antonelli en el PJ, podrían resultar damnificados por el fenómeno de la veda récord, después de haber hecho inmensos esfuerzos por instalar sus postulaciones.
Más allá de las ambiciones individuales de cada sector binnerista, la mejor noticia para el conjunto del Frente Progresista es la presunta paridad entre tres de sus agrupaciones, con lo cual Díaz Vélez, Meier y Pieroni, cualquiera sea el orden, podrían ocupar los tres puestos más encumbrados de la lista, y si así fuera, todos harán fuerza -sin guardarse nada- para ganar la elección general, aunque sea por un voto, y así desembarcar en el Concejo precisamente con tres bancas. Los representantes del Frente Progresista venadense, que en el orden local vienen de perder por poquito en el orden local los comicios nacionales del 28 de junio, deberían agradecer si el veredicto inapelable de los electores resulta más sabio que el armado a dedo de las listas legislativas binneristas, pues con tanto rosarino dando vueltas, los santafesinos les dieron la espalda, y los 20 puntos de diferencia en el departamento La Capital otorgaron el triunfo por un margen mínimo a Carlos Reutemann, para disgusto de la Casa Gris, y también de la Casa Rosada. Ese equilibrio que le faltó en la provincia, podría tenerlo el binnerismo en Venado, si coloca a los citados cabeza de lista en el podio de los tres puestos expectantes; en cambio, esa tracción pareja no la conseguiría tan fácilmente el PJ, dado el antagonismo visceral entre porotistas y vianistas, pues con Romero de “2”, decrecería la militancia lucifuercista (¿para qué transpirar por el ingreso de Rostom?), pero con la peronista disidente de “3”, qué duda cabe de que los oficialistas trabajarían a reglamento (¿para qué favorecer la reelección de -según Mastri- la principal opositora?)
Mientras tanto, la probable polarización entre los grandes sectores políticos venadenses es una mala noticia para Proyecto Sur y Propuesta Republicana (PRO), las fuerzas debutantes en nuestra ciudad, lideradas por Martín González y César Merino, respectivamente. Ambas agrupaciones ya sufrieron los efectos devastadores de ese fenómeno en las legislativas nacionales: Proyecto Sur impulsó en Santa Fe la candidatura a diputado nacional del periodista rosarino Carlos Del Frade, pero naufragó en la brutal polarización por la senaduría entre Carlos Reutemann y Rubén Giustiniani, que también se extendió a la elección para la Cámara baja. En el PRO, la bajada de línea para que ni siquiera se impulsaran listas en nuestra provincia, la dio el mismísimo alcalde porteño Mauricio Macri, un poco por temor a la polarización -no se equivocaba-, y otro poco por su confesa afinidad ideológica con el Lole, con quien anhela asociarse en un proyecto presidencial.
Tal vez con menos votantes que lo esperado, el próximo domingo se conocerá la formación definitiva de las dos listas (Partido Justicialista y Frente Progresista) que tienen internas pendientes de resolución. A partir de entonces, según sea la composición de las mismas, se podrá aventurar con más certezas una tendencia rumbo a las generales de septiembre, donde el oficialismo pugnará por ser mayoría, y la oposición por impedirlo.
(Publicado el lunes 27 de julio de 2009 en diario El Informe)
El análisis político de la semana. Encuestas. Reflexiones. Chismes. Notas de archivo. Un espacio para pensar.
La tozuda insistencia en la veda sólo genera problemas
A estas alturas, ya no caben dudas de que los legisladores provinciales santafesinos deberían volver a reunirse a los efectos de convalidar el reinicio de la actividad proselitista, al menos a partir del lunes 27 del corriente y hasta el viernes 31, con el objetivo de que los distintos sectores políticos que presentan precandidatos a concejal puedan entablar los últimos contactos con los electores, en lugar de desembocar en las internas abiertas del 2 de agosto, luego de 31 días consecutivos de veda preelectoral.
En estos días, los mismos legisladores que conciliaron la razonable postergación de los comicios por la embestida de la gripe A -en la misma ley declararon la emergencia sanitaria provincial-, y en ese marco clausuraron definitivamente la actividad proselitista, admiten off the récord que aquella iniciativa fue adoptada a las apuradas y, desde ya, dado lo inédito del escenario, sin ninguna seguridad acerca de la evolución de la pandemia. Aún hoy se mantiene la incertidumbre, pero con el correr de los días se fue diluyendo en la población el estado de pánico de aquellas jornadas más inciertas, al mismo tiempo que las autoridades sanitarias advierten que no hay que bajar la guardia porque todavía no se atravesó el pico de la enfermedad.
Mientras tanto, el Tribunal Electoral santafesino, a través de una acordada de sus miembros, resolvió considerar igualmente válidos a los votos con boletas que tengan como fecha de celebración de los comicios la del 5 de julio de 2009, siempre que sean idénticas a las oficializadas, como así también toda la documentación de cada mesa receptora de votos. También fueron ratificadas las designaciones de las autoridades de mesa. Y se decidió incorporar al padrón definitivo a todos los ciudadanos que han de cumplir los 18 años hasta la fecha de realización de las primarias, es decir que cada presidente de mesa recibirá un padrón complementario donde constarán los electores que cumplan los 18 entre el lunes 6 del corriente y el domingo 2 de agosto.
A ese mismo sentido común al que apeló el Tribunal Electoral para elaborar esta acordada, deberían recurrir los legisladores provinciales para revisar aquella norma sancionada en el marco de una emergencia sin antecedentes, no en el fondo, porque las fechas de los comicios se mantienen, sino en las formas, esto es, que se permita una reanudación parcial de la actividad preelectoral de los postulantes, porque la práctica cotidiana demuestra que se necesita un último contacto con la gente, el cual se produciría igualmente si la Legislatura no revisa la ley, dando lugar a probables denuncias cruzadas entre los distintos sectores políticos, que podrían enrarecer aún más estas extrañas internas santafesinas. Tanto es así que no había sido una exageración, como algunos deslizaron, solicitar que los precandidatos oficialistas Germán Mastri, Liliana Rostom y Raúl Debonis, todos ellos secretarios municipales, extendieran sus licencias -desde el 6 de julio hasta el 2 de agosto- ante esta situación extraordinaria, porque cualquier mínima exposición en la función pública podría vincularse con una tarea proselitista solapada, y cuyo efecto sería más estrepitoso cuando el resto de los aspirantes está poco menos que amordazado por la vigencia de la veda récord. Así sucedió el último fin de semana con Mastri, que protagonizó el acto de entrega de herramientas a los microemprendedores beneficiarios de un progresista plan asistencial impulsado por el Ministerio de Desarrollo de la Nación. Si bien este programa es coordinado en el ámbito municipal por las áreas de Promoción Comunitaria y de Desarrollo Productivo, el que otorgó los equipos en mano fue el precandidato a concejal, en tanto que Darío Mascioli ni siquiera fue mencionado en las crónicas. Desoyendo el refrán “no aclare que oscurece”, Mastri argumentó que la distribución habría caído fuera de las proximidades electorales si no se hubieran postergado los comicios del 5 del corriente, justificando que no había margen para dilatar las convocatorias. No habría que dudar de la palabra del funcionario, aunque cabe preguntarse si no hubiera sido más prolijo e inobjetable que Mascioli -que no se postula para ningún cargo- se ocupara de ese reparto sugestivamente reservado al precandidato oficialista a concejal.
Distinta es la situación de los ediles en funciones que buscan la reelección (Patricia Romero, Roberto Meier y Oscar Pieroni), que si bien pueden mostrarse en los medios a través de proyectos o controles a la Intendencia, no están en condiciones de concretar obras o servicios, menos aún en su rol de opositores.
No sería una contradicción ni, mucho menos, la admisión de una torpeza legislativa, la revisión de las rigurosas medidas adoptadas el jueves 2 del corriente, pues los acontecimientos son absolutamente novedosos, y recién hoy se puede advertir que la continuidad de la veda solo aportaría complicaciones y, en cambio, la reanudación de la campaña en los últimos cuatro o cinco días beneficiaría a todos los sectores. No solamente a los distintos precandidatos -que en Venado Tuerto reclaman a coro la parcial reapertura-, sino también al conjunto de la ciudadanía, que necesita reencontrarse con las numerosas propuestas políticas antes de decidir su voto.
(Publicado el miércoles 15 de julio de 2009 en diario El Informe)
En estos días, los mismos legisladores que conciliaron la razonable postergación de los comicios por la embestida de la gripe A -en la misma ley declararon la emergencia sanitaria provincial-, y en ese marco clausuraron definitivamente la actividad proselitista, admiten off the récord que aquella iniciativa fue adoptada a las apuradas y, desde ya, dado lo inédito del escenario, sin ninguna seguridad acerca de la evolución de la pandemia. Aún hoy se mantiene la incertidumbre, pero con el correr de los días se fue diluyendo en la población el estado de pánico de aquellas jornadas más inciertas, al mismo tiempo que las autoridades sanitarias advierten que no hay que bajar la guardia porque todavía no se atravesó el pico de la enfermedad.
Mientras tanto, el Tribunal Electoral santafesino, a través de una acordada de sus miembros, resolvió considerar igualmente válidos a los votos con boletas que tengan como fecha de celebración de los comicios la del 5 de julio de 2009, siempre que sean idénticas a las oficializadas, como así también toda la documentación de cada mesa receptora de votos. También fueron ratificadas las designaciones de las autoridades de mesa. Y se decidió incorporar al padrón definitivo a todos los ciudadanos que han de cumplir los 18 años hasta la fecha de realización de las primarias, es decir que cada presidente de mesa recibirá un padrón complementario donde constarán los electores que cumplan los 18 entre el lunes 6 del corriente y el domingo 2 de agosto.
A ese mismo sentido común al que apeló el Tribunal Electoral para elaborar esta acordada, deberían recurrir los legisladores provinciales para revisar aquella norma sancionada en el marco de una emergencia sin antecedentes, no en el fondo, porque las fechas de los comicios se mantienen, sino en las formas, esto es, que se permita una reanudación parcial de la actividad preelectoral de los postulantes, porque la práctica cotidiana demuestra que se necesita un último contacto con la gente, el cual se produciría igualmente si la Legislatura no revisa la ley, dando lugar a probables denuncias cruzadas entre los distintos sectores políticos, que podrían enrarecer aún más estas extrañas internas santafesinas. Tanto es así que no había sido una exageración, como algunos deslizaron, solicitar que los precandidatos oficialistas Germán Mastri, Liliana Rostom y Raúl Debonis, todos ellos secretarios municipales, extendieran sus licencias -desde el 6 de julio hasta el 2 de agosto- ante esta situación extraordinaria, porque cualquier mínima exposición en la función pública podría vincularse con una tarea proselitista solapada, y cuyo efecto sería más estrepitoso cuando el resto de los aspirantes está poco menos que amordazado por la vigencia de la veda récord. Así sucedió el último fin de semana con Mastri, que protagonizó el acto de entrega de herramientas a los microemprendedores beneficiarios de un progresista plan asistencial impulsado por el Ministerio de Desarrollo de la Nación. Si bien este programa es coordinado en el ámbito municipal por las áreas de Promoción Comunitaria y de Desarrollo Productivo, el que otorgó los equipos en mano fue el precandidato a concejal, en tanto que Darío Mascioli ni siquiera fue mencionado en las crónicas. Desoyendo el refrán “no aclare que oscurece”, Mastri argumentó que la distribución habría caído fuera de las proximidades electorales si no se hubieran postergado los comicios del 5 del corriente, justificando que no había margen para dilatar las convocatorias. No habría que dudar de la palabra del funcionario, aunque cabe preguntarse si no hubiera sido más prolijo e inobjetable que Mascioli -que no se postula para ningún cargo- se ocupara de ese reparto sugestivamente reservado al precandidato oficialista a concejal.
Distinta es la situación de los ediles en funciones que buscan la reelección (Patricia Romero, Roberto Meier y Oscar Pieroni), que si bien pueden mostrarse en los medios a través de proyectos o controles a la Intendencia, no están en condiciones de concretar obras o servicios, menos aún en su rol de opositores.
No sería una contradicción ni, mucho menos, la admisión de una torpeza legislativa, la revisión de las rigurosas medidas adoptadas el jueves 2 del corriente, pues los acontecimientos son absolutamente novedosos, y recién hoy se puede advertir que la continuidad de la veda solo aportaría complicaciones y, en cambio, la reanudación de la campaña en los últimos cuatro o cinco días beneficiaría a todos los sectores. No solamente a los distintos precandidatos -que en Venado Tuerto reclaman a coro la parcial reapertura-, sino también al conjunto de la ciudadanía, que necesita reencontrarse con las numerosas propuestas políticas antes de decidir su voto.
(Publicado el miércoles 15 de julio de 2009 en diario El Informe)
La veda más larga de la que se tenga memoria en democracia
El Poder Ejecutivo santafesino y los legisladores conciliaron el jueves último, a través de la Ley Nº 12982, una insólita decisión. No lo fue tanto la postergación -hasta el 2 de agosto- de las elecciones primarias que debían realizarse el domingo último, pues así lo requería el sentido común, en momentos en que se avecinaba en la provincia el cierre preventivo de numerosas actividades para evitar las aglomeraciones y reducir los riesgos de contagio de la gripe A. Más aún cuando la máxima referente de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) señalaba que la Argentina había incurrido en el peor cóctel: un virus en plena circulación y una elección nacional. También se rumoreó que una de las razones de la salida de Graciela Ocaña del Ministerio de Salud de la Nación, fue el rechazo presidencial a la postergación de los comicios, según aquella habría sugerido.
El aspecto discutible de la resolución provincial consistió en clausurar definitivamente la actividad proselitista, a partir de ese mismo jueves 2, de modo tal que los santafesinos desembocaremos en las internas abiertas, obligatorias y simultáneas, luego de 31 días de veda, en lugar de las 48 horas que se acostumbra. Es cierto que hubiera sido una irracionalidad continuar la campaña hasta las ocho de la mañana del viernes 31 de julio, pero también lo es que la misma no se reanude, aunque más no sea en la última semana, a los efectos de movilizar a una ciudadanía que, gripe A mediante, ya perdió el escaso interés que le había despertado la pugna entre los precandidatos a concejal, en ese entonces eclipsada por las apabullantes campañas de las legislativas del 28 de junio; no solo las santafesinas, sino también las capitalinas y bonaerenses, que se infiltraron por la fuerza en nuestra provincia, hasta el punto tal que un confundido elector venadense preguntó… por las boletas de Francisco De Narváez.
No era razonable la prolongación de la campaña un mes más, porque una Argentina en emergencia sanitaria no hubiera admitido invertir tiempo, dinero y atención en una competencia electoral, sobre todo cuando la improvisación ante el virus se demostró con un Gobierno nacional -tan confundido como el que quería votar a De Narváez- que intentó unificar las acciones un mes después de la aparición del primer caso en el país. En esa misma línea, también se revela una búsqueda de ecuanimidad, dado que los grupos políticos más poderosos podrían haber seguido invirtiendo dinero en la campaña, hasta barrer a sus adversarios más débiles, cuyos recursos se agotarían irremediablemente entre la medianoche del jueves 2 y la mañana del viernes 3.
Sin embargo, cabe preguntarse, como aún hoy lo hacen varios precandidatos, a quién beneficia y a quién perjudica el arribo a esta elección luego de transitar la veda proselitista más larga de la que se tenga memoria. Tanto la teoría como la práctica política, determinan que, en estos casos, sacan ventaja las listas representativas del oficialismo de turno, pues desde el manejo de los aparatos municipales o comunales, es posible continuar en campaña permanente, prometiendo y asistiendo a ciertas franjas de la población en nombre de los postulantes del intendente o presidente comunal, aunque se interrumpa toda clase de publicidad en los medios. En este sentido, no es casualidad que el PJ, que controla la mayoría de las municipalidades y comunas santafesinas, haya forzado en la Legislatura esta interminable veda de 31 días. No obstante, también es cierto que el efecto Reutemann -que podría haber aprovechado el peronismo santafesino el domingo pasado- no tendrá la misma influencia dentro de unas cuantas semanas.
Mientras tanto, el resto de los precandidatos deberá limitarse a una militancia boca a boca, o apelar a reuniones discretas entre grupos reducidos de vecinos, por el miedo a infringir la veda y a sufrir los efectos del nuevo virus. Incluso, algunas actividades habían quedado inconclusas, como el clásico reparto de los votos casa por casa, que esta vez se acumularon en el cierre de la campaña, pues todos los grupos esperaron hasta la última semana, es decir, una vez superadas las legislativas del 28 de junio, para evitar inducir a confusiones entre las boletas nacionales y locales.
Las encuestas divulgadas a mediados de la semana pasada ya perfilaban internas infartantes en la ciudad, con precandidatos en crecimiento vertiginoso y otros en caída libre; también había postulantes que se conservaban con los mismos porcentajes que en las primeras mediciones. En tanto, los referentes de las listas que descubrían augurios favorables en esos sondeos, lamentaban la -para ellos- inoportuna postergación. Es que, por lo inédito del escenario, nadie puede estimar con certeza el comportamiento de los electores, tantas semanas después. Nadie podría asegurar que aquellas tendencias se cristalicen o momifiquen, luego de un mes de dedicación a otros temas, con el consiguiente perjuicio para los aspirantes menos instalados en el conocimiento de la población.
El oficialismo venadense no apeló, en principio, a las mejores armas, pues colocó sus últimos afiches entre las noches de jueves y viernes, cuando la veda ya se había iniciado; luego, si sus postulantes aún no lo hicieron, deberían extender sus licencias hasta el lunes 3 de agosto. Germán Mastri, Liliana Rostom y Raúl Debonis, todos ellos secretarios municipales, gozaban de licencia hasta el lunes último, y hoy podrían argüir, como está vedado el proselitismo, que tienen derecho a reintegrarse a sus funciones públicas. Sin embargo, tendrían que evitarlo, para no agigantar la sospecha generalizada de que el oficialismo favorece a sus candidatos ligándolos subrepticiamente con las tareas municipales cotidianas. Si estos ardides son influyentes en una elección convencional, más daño aún podrían ocasionar en el marco de un comicio anormal como el que se avecina, con precandidatos que acudirán a la votación después de un mes sin entablar contacto alguno con el electorado.
Se aguarda una acordada del Tribunal Electoral de Santa Fe para que el 2 de agosto se puedan utilizar los votos impresos para la elección que no fue -la del 5 de julio-, pero también cabe esperar que aflore el sentido común de los miembros de dicho tribunal, o de los legisladores provinciales, para subsanar el desliz de la veda récord -tal vez consecuencia de una decisión a las apuradas- y la campaña se reinicie el lunes 27, a los efectos de refrescar las propuestas de los postulantes y movilizar otra vez a la ciudadanía.
(Publicado el miércoles 8 de julio de 2009 en diario El Informe)
El aspecto discutible de la resolución provincial consistió en clausurar definitivamente la actividad proselitista, a partir de ese mismo jueves 2, de modo tal que los santafesinos desembocaremos en las internas abiertas, obligatorias y simultáneas, luego de 31 días de veda, en lugar de las 48 horas que se acostumbra. Es cierto que hubiera sido una irracionalidad continuar la campaña hasta las ocho de la mañana del viernes 31 de julio, pero también lo es que la misma no se reanude, aunque más no sea en la última semana, a los efectos de movilizar a una ciudadanía que, gripe A mediante, ya perdió el escaso interés que le había despertado la pugna entre los precandidatos a concejal, en ese entonces eclipsada por las apabullantes campañas de las legislativas del 28 de junio; no solo las santafesinas, sino también las capitalinas y bonaerenses, que se infiltraron por la fuerza en nuestra provincia, hasta el punto tal que un confundido elector venadense preguntó… por las boletas de Francisco De Narváez.
No era razonable la prolongación de la campaña un mes más, porque una Argentina en emergencia sanitaria no hubiera admitido invertir tiempo, dinero y atención en una competencia electoral, sobre todo cuando la improvisación ante el virus se demostró con un Gobierno nacional -tan confundido como el que quería votar a De Narváez- que intentó unificar las acciones un mes después de la aparición del primer caso en el país. En esa misma línea, también se revela una búsqueda de ecuanimidad, dado que los grupos políticos más poderosos podrían haber seguido invirtiendo dinero en la campaña, hasta barrer a sus adversarios más débiles, cuyos recursos se agotarían irremediablemente entre la medianoche del jueves 2 y la mañana del viernes 3.
Sin embargo, cabe preguntarse, como aún hoy lo hacen varios precandidatos, a quién beneficia y a quién perjudica el arribo a esta elección luego de transitar la veda proselitista más larga de la que se tenga memoria. Tanto la teoría como la práctica política, determinan que, en estos casos, sacan ventaja las listas representativas del oficialismo de turno, pues desde el manejo de los aparatos municipales o comunales, es posible continuar en campaña permanente, prometiendo y asistiendo a ciertas franjas de la población en nombre de los postulantes del intendente o presidente comunal, aunque se interrumpa toda clase de publicidad en los medios. En este sentido, no es casualidad que el PJ, que controla la mayoría de las municipalidades y comunas santafesinas, haya forzado en la Legislatura esta interminable veda de 31 días. No obstante, también es cierto que el efecto Reutemann -que podría haber aprovechado el peronismo santafesino el domingo pasado- no tendrá la misma influencia dentro de unas cuantas semanas.
Mientras tanto, el resto de los precandidatos deberá limitarse a una militancia boca a boca, o apelar a reuniones discretas entre grupos reducidos de vecinos, por el miedo a infringir la veda y a sufrir los efectos del nuevo virus. Incluso, algunas actividades habían quedado inconclusas, como el clásico reparto de los votos casa por casa, que esta vez se acumularon en el cierre de la campaña, pues todos los grupos esperaron hasta la última semana, es decir, una vez superadas las legislativas del 28 de junio, para evitar inducir a confusiones entre las boletas nacionales y locales.
Las encuestas divulgadas a mediados de la semana pasada ya perfilaban internas infartantes en la ciudad, con precandidatos en crecimiento vertiginoso y otros en caída libre; también había postulantes que se conservaban con los mismos porcentajes que en las primeras mediciones. En tanto, los referentes de las listas que descubrían augurios favorables en esos sondeos, lamentaban la -para ellos- inoportuna postergación. Es que, por lo inédito del escenario, nadie puede estimar con certeza el comportamiento de los electores, tantas semanas después. Nadie podría asegurar que aquellas tendencias se cristalicen o momifiquen, luego de un mes de dedicación a otros temas, con el consiguiente perjuicio para los aspirantes menos instalados en el conocimiento de la población.
El oficialismo venadense no apeló, en principio, a las mejores armas, pues colocó sus últimos afiches entre las noches de jueves y viernes, cuando la veda ya se había iniciado; luego, si sus postulantes aún no lo hicieron, deberían extender sus licencias hasta el lunes 3 de agosto. Germán Mastri, Liliana Rostom y Raúl Debonis, todos ellos secretarios municipales, gozaban de licencia hasta el lunes último, y hoy podrían argüir, como está vedado el proselitismo, que tienen derecho a reintegrarse a sus funciones públicas. Sin embargo, tendrían que evitarlo, para no agigantar la sospecha generalizada de que el oficialismo favorece a sus candidatos ligándolos subrepticiamente con las tareas municipales cotidianas. Si estos ardides son influyentes en una elección convencional, más daño aún podrían ocasionar en el marco de un comicio anormal como el que se avecina, con precandidatos que acudirán a la votación después de un mes sin entablar contacto alguno con el electorado.
Se aguarda una acordada del Tribunal Electoral de Santa Fe para que el 2 de agosto se puedan utilizar los votos impresos para la elección que no fue -la del 5 de julio-, pero también cabe esperar que aflore el sentido común de los miembros de dicho tribunal, o de los legisladores provinciales, para subsanar el desliz de la veda récord -tal vez consecuencia de una decisión a las apuradas- y la campaña se reinicie el lunes 27, a los efectos de refrescar las propuestas de los postulantes y movilizar otra vez a la ciudadanía.
(Publicado el miércoles 8 de julio de 2009 en diario El Informe)
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