El portazo de Carlos Reutemann precipitó trozos de mampostería que cruzaron como esquirlas el universo justicialista nacional y también hicieron mella en el desconcertado mapa santafesino. Más allá de los argumentos, la renuncia del Lole al bloque de senadores del kirchnerista Frente para la Victoria tiene una evidente connotación electoral, o más precisamente, preelectoral. Es que el matrimonio Kirchner -a partir de la resolución 125- es rechazado por la inmensa mayoría de los santafesinos, que prefieren como referentes al gobernador Hermes Binner, o al senador nacional Carlos Reutemann, cuyas chances de reelección se hubieran debilitado si el 25 de octubre, día de la pugna con el socialista Rubén Giustiniani -también ambiciona ser reelegido-, lo sorprendía portando el sello K y, más aún, escoltado por fundamentalistas del kirchnerismo, como el diputado nacional Agustín Rossi, otro que pretende la reelección, y cuenta con la bendición de la Casa Rosada como gratificación por los servicios prestados.
A juzgar por sus justificaciones, la decisión reutemista asoma con cierta culpa, pero es en vano, porque en la real politic, los vivos acompañan a los muertos políticos hasta las puertas del cementerio, desde donde regresan; en todo caso, el ex piloto habrá hecho lo mismo, con este oportuno despegue, que los Kirchner con Carlos Menem. En rigor, el Lole fue tan rápido como a bordo de la Ferrari o el Williams de F-1 entre los ’70 y los ’80. Semanas atrás, cuando se insinuó su probable candidatura presidencial, el pro-peronista Felipe Solá se apuró a demandarle definiciones sobre si esa eventual postulación sería por dentro o por fuera del kirchnerismo. Ahora, ante el inminente relanzamiento de la protesta agropecuaria, y el protagonismo de Binner en apoyo a los productores rurales, Reutemann entendió que había llegado el momento de desmarcarse más nítidamente de la Casa Rosada para no resentir sus objetivos de triunfar, en octubre, en el mano a mano con Giustiniani, al cual aventaja por varios puntos en las primeras encuestas. Y si la elección en la provincia de Buenos Aires se califica como la madre de las batallas, no hay que desacreditar la de Santa Fe, el influyente distrito de los presidenciables Binner y Reutemann, donde éste necesita vencer al candidato del gobernador para posicionarse en la grilla de los postulantes presidenciales.
Sin embargo, la esperable represalia pingüina contra el Lole no se limitaría a respaldar la candidatura a la reelección del Chivo Rossi, sino que también podría impulsar una nómina propia de candidatos al Senado, con la consecuencia de favorecer a la fórmula socialista y, así, contribuir a neutralizar la embestida reutemista con ambiciones presidencialistas. En este sentido, todas las miradas del espectro político convergen en el Consejo Ejecutivo del PJ santafesino, presidido por el venadense Ricardo Spinozzi, y en el congreso partidario, que deberán establecer la integración de las listas de legisladores nacionales, las cuales no se resuelven por el sistema provincial de primarias obligatorias, sino que requieren de internas partidarias, salvo que se acuerde una lista única, como sucedió en el último invierno, cuando un desesperado Néstor Kirchner consiguió evitar el costo político de una inexorable derrota en la interna del PJ provincial, pactando sobre la hora una distribución de cargos con el reutemismo.
Las bases lo padecen
Las esquirlas del abandono reutemista también sobrevuelan nuestra región -con fuerte predominio de la actividad agropecuaria-, donde los intendentes y presidentes comunales vinculados al justicialismo están al borde de un ataque de nervios. Así sucede con las grandes municipalidades y las más pequeñas comunas. El año pasado, en el peor momento del conflicto agrario y en ocasión de las internas del PJ provincial, el intendente José Freyre, apostando a una estratégica prescindencia, soportó estoicamente las presiones de su antecesor Roberto Scott para que se someta a la disciplina kirchnerista. “Kirchner es muy duro y no perdona”, le había aconsejado el experimentado caudillo a su yerno, deslizando incluso que la desobediencia podría perjudicar los intereses de la ciudad. Con esa maniobra, Scott reclamaba el apoyo a Rossi y le soltaba la mano al Tino Spinozzi, el candidato reutemista a presidente del PJ, que corría el riesgo de no contar ni siquiera con el aval de sus compañeros de toda la vida en su ciudad natal. Como quedó dicho, el pacto entre kirchneristas y reutemistas impidió en esa instancia que las contradicciones se profundizaran; pero ahora, los atribulados mandatarios de ciudades y pueblos que habían optado por la tercera posición, intuyen que disponen de menos margen de maniobra, porque el recrudecimiento de la guerra gaucha se asocia con un año caracterizado por las sucesivas elecciones.
Salvo para los más identificados con el reutemismo o el kirchnerismo, el resto de los jefes territoriales se apresta a transitar jornadas inciertas, porque, en principio, seduce el liderazgo político del Lole, que más crece mientras más se aleja de los K, pero los intendentes son concientes de que los comisarios políticos del kirchnerismo no serán piadosos precisamente ahora, cuando el proyecto pingüino enfrenta una elección nacional decisiva para su futuro. Sin embargo, en la Intendencia local, por ejemplo, no tendrían que inquietarse más de la cuenta por eventuales represalias: Cuando las relaciones eran óptimas, y nadie imaginaba que hoy se agolparían para negar a los K, como antes ocurrió con Carlos Menem, Venado jamás había sido tenido en cuenta por la Casa Rosada, a pesar de las promesas de millonarias inversiones y generosos subsidios. Para colmo, las relaciones de Hermes Binner con unos cuantos intendentes y jefes comunales del nodo más austral ya no son amorosas como meses atrás, y eso también condiciona a los mandatarios que están en contacto diario con la población.
Dentro del malestar por las presiones que podrían desatarse, algunos caciques peronistas hasta llegaron a pensar en relanzar la aletargada Liga de Intendentes, que reconoce entre sus fundadores a Roberto Scott. En su época, prominentes caudillos locales del peronismo habían pergeñado esa estructura en defensa de sus intereses, terciando entre los liderazgos del Lole y Jorge Obeid, que se repartieron la Gobernación durante 16 años consecutivos, y a veces no le daban el suficiente espacio a los intendentes.
Esta divisoria de aguas en del PJ santafesino también alcanzará a las cámaras legislativas, pues tanto en Diputados como en Senadores -donde el PJ ostenta la mayoría- se marcarán a fuego las identidades con la creación de los bloques “Santa Fe Federal”, en sintonía con el flamante binomio del Lole en la Cámara Alta de la Nación, junto a la incondicional Roxana Latorre.
Candidatos locales
Sin descuidar el panorama provincial y nacional, apoltronado en el Sillón de Aufranc, el intendente Freyre aguarda con tranquilidad las legislativas de mediados de año -28 de junio las primarias y 30 de agosto las generales-, descontando que obtendrá al menos dos de las cinco bancas en juego -sólo cede una-, situación que le garantiza transitar el último bienio de su mandato con una cómoda mayoría -cinco bancas- en el Concejo.
Timoneando un gobierno que mixtura los viejos sobrevivientes de la era scottista y la novel generación de Poroto's Boy, José Freyre habría resuelto que es tiempo de desembarcar en el Concejo con referentes de su propio riñón, como lo había intentado sin éxito cuando fue electo en 2007. En esa oportunidad, el ex presidente del Centro Regional para el Desarrollo, Hernán Roma, desistió del privilegio y meses después recaló en la Secretaría de Coordinación de Gabinete. Sin embargo, los planes originales se alteraron cuando el nuevo gobierno municipal no pudo formar la pretendida dirección colegiada de Obras Públicas, que hubiera permitido el salto de Daniel Dabove desde dicha repartición a la Secretaría de Gestión y Planificación -hoy en estado vegetativo-, urdida por Freyre para coordinar con mano dura la marcha del gabinete, en tanto que para Roma se reservaban otras funciones más acordes a la cintura diplomática que se le reconoce, sobre todo con las múltiples relaciones (con las cooperativas; la Sindicatura del ex BID, el Concejo, etc.) que debían restablecerse luego de una docena de años con Scott en el mando. Así pues, en los pasillos municipales se murmura que para la designación del primer candidato porotista, todos los caminos conducen a Roma, en tanto que el spinozzista Miguel Pedrola, fortalecido con el reciente regreso a la Presidencia del Concejo, también aguarda un espacio expectante en el equipo de José, que aún hoy sufre cierta decepción por la temprana partida de José Luis Aguirre, el Poroto's Boy que abandonó la trinchera de Acción Social para refugiarse en las plácidas oficinas de la salud pública binnerista.
En sus primeros 14 meses de gestión, Freyre apeló a un trato directo con los concejales, con sus consecuencias de acuerdos y desacuerdos, pero a resguardo de los conflictos de poderes de otros tiempos. En la Intendencia interpretan este rotundo cambio como “un hecho muy positivo para la gobernabilidad y la calidad institucional”, y consideran que no deberían descuidarlo cuando, desde diciembre, disfruten de una previsible mayoría de cinco ediles oficialistas. Por eso, entre otras razones, Freyre insistiría en colocar a la cabeza de la lista a un dirigente de su entera confianza para sostener a rajatabla el perfil dialoguista en un Concejo con mayoría propia, pero que no deberán confundir con un Concejo fácil, porque también cobijará opositores de fuste que arrancarán sus mandatos con un ojo puesto en la misión de legislar y el otro en el proyecto de suceder a Freyre en 2011.
Dentro del PJ, la agrupación “17 de Octubre-Lealtad”, con el lucifuercista Jorge Viano como secretario general, surge con chances ciertas de retener la banca que ocupa Patricia Romero, aunque todavía no se habría definido si la lista será encabezada por la abogada y ex periodista que adquirió fuerte notoriedad en los últimos tres años, o si el propio Viano se decidirá a adquirir un perfil más alto desde una banca legislativa. Asimismo, se mantiene la incógnita sobre la ingeniería vianista para las primarias de junio, pues con los últimos remezones es más probable que el Frente para la Victoria acumule deserciones, antes que incorporaciones, como ocurrió en 2005 cuando el vianismo se adjudicó la banca desde el tercer puesto de una nómina liderada por scottistas. En este sentido, crecen las posibilidades de que el postulante lucifuercista, sea cual fuere, se lance en representación de alguna de las embrionarias vertientes del PJ no kirchnerista, aunque teniendo en cuenta que en las primarias y generales no habrá ningún efecto arrastre desde las candidaturas nacionales, tampoco hay que descartar que los peronistas disidentes acaudillados por Jorge Viano impulsen una herramienta electoral, como alguna vez fue el Frente Venadense, y emprendan la carrera hacia la reelección por las suyas, desprovistos de padrinos políticos.
(Publicado el viernes 20 de febrero de 2009 en El Informe)
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