Flaco favor acaba de hacerle el intendente Roberto Scott a su delfín José Freyre con las groseras amenazas que profirió el viernes contra el periodista Martín Roggero, en plena transmisión de LT29, por atreverse a cuestionar la inactividad (¿qué otra cosa podría decirse sin incurrir en el pecado de la mentira?) del gobierno municipal en torno a la problemática del Basural. Tras una jornada plagada de quemas y humaredas invadiendo la ciudad, Scott no tuvo más infeliz ocurrencia que descargar las culpas de los incendios en un político de la oposición (no se animó a identificarlo) que intentaría perjudicar al oficialismo en la campaña por la reelección. Gravísimo error del intendente. Nada peor que tomar a la gente por idiota. Ya se cumplieron once años y medio de gobierno, y es inadmisible que el scottismo, ahora a través del postulante a la sucesión, pretenda enarbolar una combinación de proyectos técnicos y buenos deseos. Podrían aceptarse si provinieran de la oposición, que aún no contó con la chance de gobernar, pero no de una administración que dispuso de un lapso harto suficiente para iniciar, e incluso completar, el proceso de erradicación del basural, en sintonía con la puesta en marcha de la planta de tratamiento de los residuos sólidos domiciliarios.
Para colmo, el intendente Scott dejó al desnudo, una vez más, el sesgo autoritario del gobierno que lidera, con Freyre como su mano derecha, a través del ataque verbal y la amenaza de una futura agresión física a un periodista, que cometió la temeridad de plantearle que ya transcurrió demasiado tiempo en el poder municipal como para culpar de este caos ambiental a incomprobables sabotajes opositores.
Pocas horas antes de este triste episodio de la tarde del viernes, en la columna matutina de ese mismo día, titulada “La campaña por el Sillón de Aufranc, como el caño de Tinelli”, se divulgó un comentario deslizado en cercanías de los despachos oficiales: “Es un gobierno mediocre con un muy buen candidato”. Junto con ese análisis publicado en el diario El Informe, en la página 17 del suplemento de clasificados, apareció el primer aviso gráfico de la campaña del supersecretario José Freyre, pero no abrazado del intendente Scott, su suegro y padrino político, como muchos suponían, sino en la más absoluta soledad, bajo un eslogan propio de cualquier oficialismo, que reza: “Juntos, para seguir creciendo”.
El propósito de sus asesores de campaña era tan evidente como ambicioso: mostrar a Freyre como un dirigente probado en funciones de gobierno (bajo el régimen scottista) y, al mismo tiempo, despegarlo de la imagen desgastada del intendente. Sin embargo, Scott, con su reciente descarrilamiento emocional, se ocupó de liquidar las estrategias porotistas.
Freyre, que pretende conservar el inestable equilibrio entre su propia tropa y la del scottismo ortodoxo, hoy tan distanciadas entre sí como las de Lisandro Enrico y Delfor Hernández, ahora está obligado a condenar la actitud intolerante de Scott.
“Al Mago tendríamos que secuestrarlo, así no habla por un buen tiempo”, bromeó el sábado un porotista de la última hora, aunque segundos más tarde retiró lo dicho, arrancando carcajadas entre los miembros de la mesa multipartidaria: “¡No, mejor no… si lo secuestran se hablaría únicamente de él!” Con ironías, o sin ellas, lo cierto es que la ya tristemente célebre intervención radial protagonizada por el intendente fue el tema del fin de semana, y amenaza con extenderse los próximos días.
Si el conjunto de los venadenses fuera conciente de la grave contaminación que genera el basural a cielo abierto, no perdonaría a un sector político que no ofreció ninguna respuesta concreta tras 12 años de gestión, y que ni siquiera incluyó dentro de sus prioridades la erradicación de esta rémora ambiental, más allá de las reiteradas promesas electoralistas. Pero no tendría que haberse exasperado tanto el intendente, porque muchos venadenses que no admitirían un paro de dos o tres días de los recolectores de residuos, toleran con mansedumbre la subsistencia del basural, aunque se disgusten con las humaredas que lo ponen en evidencia.
De todos modos, con su insólita reacción, Scott hizo lo peor que podía hacer: instalar el basural en el centro del debate, y en medio de la campaña, con su propio yerno como mayor damnificado. En esta polémica, Freyre lleva las de perder ante los otros cinco postulantes al Sillón de Aufranc. Con más de una década integrando el gabinete, el supersecretario ya no tiene margen de maniobra para justificaciones ni promesas, cuando del basural se trate.
Hoy, en coincidencia con el inicio de su licencia hasta el lunes 2 de julio, deberá rendir un examen después del viernes negro de Scott. Podrá despegarse del exabrupto, o tal vez optar por el silencio. Cualquier decisión le ocasionará costos políticos. Freyre intuía que el camino a la Intendencia, aun partiendo con alguna ventaja, estaría plagado de contratiempos, pero no imaginaba que su propio mentor habría de complicarlo más aún que los candidatos de la oposición.
(Publicado el lunes 4 de junio de 2007 en diario El Informe de Venado Tuerto)
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