Aunque los diarios de hoy incluyen la última dosis de propaganda política, con una seguidilla de debates y mensajes finales, los precandidatos a intendente de Venado completaron anoche una civilizada campaña electoral, con mucho de propuestas, bastante de críticas y casi nada de agresiones. Claro que durante la glacial madrugada prosiguieron las actividades al aire libre, consumiendo los últimos rollos de afiches, y librando la “batalla final” para adueñarse de las estratégicas carteleras de plaza San Martín. Es improbable que la permanencia de los sonrientes postulantes en las horas previas a los comicios vaya a torcer la voluntad de algún votante, pero en el folclore de la política, la ocupación de espacios geográficamente atractivos en el fin de semana de las decisiones se transformó en una suerte de demostración de fuerza del ’83 a la fecha.
Entre los datos de los cierres de campaña, sobresale la ola triunfalista reinante en el entorno del precandidato oficialista José Freyre, que trae a la memoria aquella promesa del intendente Roberto Scott, en la cual creyeron apenas unos pocos. “Solamente daría un paso al costado si aparece otro de los nuestros con posibilidades de ganar”, había dicho el primer mandatario municipal. Envalentonados por las profecías del Mago y algunas encuestas alentadoras, los scottistas descuentan un triunfo abrumador en la interna del Frente para la Victoria ante el estoico Oscar Barotto, y auguran, al mismo tiempo, una ventaja decisiva sobre el opositor Frente Progresista, representado por el pueblense Roberto Meier y el radical Lisandro Enrico. Es un secreto a voces que en San Martín y Marconi se impusieron el objetivo de sobrepasar la suma de votos de los ediles binneristas. La orden de la cúpula scottista fue terminante: “¡Que nadie se meta en internas ajenas!”, en busca de evitar que el previsible triunfo de Freyre en la interna peronista tiente a una que otra infiltración en la primaria del Frente Progresista, la única de final abierto. “Hay que jugar a fondo en las primarias… es falso que estas internas sirvan nada más que para definir el candidato a intendente y escalonar la lista de concejales”, sostuvo un abogado porotista aficionado a las encuestas. Bajo ese concepto, de que en las primarias empieza a definirse la general, se sustentó la puntillosa campaña del oficialismo, personalizada en la figura de José Freyre, que con paciencia de orfebre y discursos a medida se dedicó a recomponer lazos con las entidades intermedias y el electorado independiente -sobre todo el del centro de la ciudad-, a la vez que conservaba sin fisuras el control hegemónico de la asistencia social en los barrios.
El repaso de la extensa gestión scottista no muestra grandes realizaciones, ni tampoco una administración prolija y transparente, pero también es cierto que aquellos episodios que podrían haber pasado a mayores (tercerización de Hacienda; honorarios de Albarracín; subasta de terrenos fiscales; exilio de Víctor Seret; amenazas de copamiento a cooperativas; contrato de radares; deuda millonaria con el Fondo de Asistencia Educativa, etc.) no escandalizaron a casi nadie. A veces el carisma de Scott; otra veces la piedad opositora, o su falta de reflejos; también el desinterés de la ciudadanía por los asuntos públicos, y en los últimos tiempos el viento de cola de la economía nacional y provincial, ayudaron al oficialismo a disimular sus flaquezas, le insuflaron oxígeno para reciclarse a través de Freyre, y hasta le permitieron darse el lujo de transitar la campaña sin hacer ninguna autocrítica y de convocar al electorado a plebiscitar la gestión, aun cuando desplieguen más promesas que hechos, luego de 12 años en el poder.
No se dio la espontaneidad de otros tiempos, esa de la que tanto se ufanaba el propio Scott, sino que se motorizó una formidable maquinaria electoral, dispuesta a no dejar ningún detalle librado al azar, hasta el punto de reforzar la custodia del Basural, como si fuera una cárcel de máxima seguridad, para evitar quemas inoportunas, y humaredas que podrían malhumorar a los votantes.
Más que una interna
Con la misma disposición que el oficialismo a saltear la interna, actuaron en toda la campaña los concejales Meier y Enrico, que con distintos estilos, coincidieron en descargar críticas sobre las humanidades del intendente Scott y el supersecretario José Freyre, cuidándose de caer en cruces verbales entre ellos (así como Rossi y Bielsa en la provincia), aun cuando existieron roces que prefirieron barrer debajo de la alfombra por mutua conveniencia. Enterados de las encuestas que divulgaron cierta paridad, el pueblense y el radical redoblaron esfuerzos en la recta final para asegurarse el triunfo en la interna, pero sin perder de vista que, entre ambos, este domingo no pueden menos que empardar al postulante oficialista, si es que pretenden conservar las ilusiones intactas hasta el definitorio 2 de septiembre de los comicios generales. También resultan atractivos los eventuales efectos políticos de la primaria del Frente Progresista, ya que un triunfo de Meier podría dejar al enriquismo sin concejalía a partir de 2008, y con el agravante para el Pibe de padecer la presencia de Delfor en las generales; en cambio, una derrota del Tío significaría el principio del fin de su periplo en la función pública. Todas Las especulaciones se agigantan ante las diferentes percepciones de los candidatos, pero ninguno las exterioriza con tanta efusividad como los porotistas, que se atreven a pronosticar que la elección general podría quedar resuelta en la mismísima interna, dando a entender que Freyre obtendría una considerable luz de ventaja ante la suma de los binneristas venadenses. En esa misma línea, intuyen: “Ni (Jorge) Viano ni, mucho menos, Delfor (Hernández) entregarían sus votos en septiembre a Meier o Enrico”. No les falta razón en la construcción de la interesada hipótesis. Si Freyre, sin recurrir a la cosecha de Barotto, supera con cierta holgura a los binneristas, es improbable que estos puedan asociarse con algún otro sector para revertir la tendencia. ¿Por qué? En principio, la UCR liderada por Hernández estaría más a gusto con el continuismo scottista que con el desembarco en el gobierno municipal de cualesquiera de los postulantes del Frente Progresista (algunos dicen que de ninguna manera negociaría con Enrico si fuera el ganador, pero habría conversaciones con Meier); en tanto, Jorge Viano, a pesar de su conocida disputa con el oficialismo, debe contener (con la dificultad, igual que Delfor, de participar en una interna con lista única) una apreciable cantidad de votos para consolidarse como líder del peronismo no scottista en su primera incursión personal en la política partidaria, aunque Oscar Barotto, incorporado en la boleta de Agustín Rossi, persigue el mismo objetivo, con el respaldo del combativo precandidato a senador provincial Julio Eggimann. Aunque en la general los rossistas podrían aliarse, hoy también libran, uno por dentro del Frente para la Victoria y otro por fuera, una suerte de interna para dirimir la jefatura de la oposición al scottismo en el seno del PJ. “Nuestro verdadero objetivo es el 2011”, subrayan en el embrionario Frente Venadense, aunque admiten sus pretensiones de redondear una “sorprendente elección” para la Intendencia, y hasta de sumar una segunda concejalía para el sector. En este sentido, no es casual que el eslogan de la campaña vianista haya sido “hombre de gestión”. Así como Freyre consiguió instalarse en la sociedad como un hacedor, a pesar de integrar desde hace ocho años una administración sin mucho que exhibir, también el gremialista se muestra con dotes ejecutivas en la gestión del Sindicato de Luz y Fuerza y sus entidades vinculadas, como así también en la Cooperativa Eléctrica, sobre todo con el impulso de la reforma democratizadora que tanto disgustó al scottismo, desde que liberó a Viano de las críticas de un sector de la prensa local.
Concepto de gestión
Una manifestación de las nuevas tendencias electorales acaba de darse con el empresario Mauricio Macri en la Capital Federal, que en las recientes elecciones de jefe de gobierno aplastó nada menos que al candidato del presidente Kirchner, a partir de la exitosa y mediática gestión de una década en Boca Juniors. Sin embargo, nadie objetó al líder del derechista PRO por su olvidable gestión como legislador porteño. Por el contrario, en función de los resultados, podría decirse que jugó a su favor que muchos electores ni siquiera supieran de su condición de diputado por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Este mismo fenómeno es el que podría afectar -injustamente- las perspectivas de Enrico, Meier y Hernández. En diciembre próximo, Lisandro redondeará ocho años como concejal, en tanto que el Tío y Delfor acumularán seis. Mientras tanto, Scott apenas si calentó la banca (1993/95) antes de saltar al Sillón de Aufranc, y Freyre menos aún, ejerciendo solo el primer semestre de 2004 la concejalía que recién debería completar a fin de año. ¿Sería hoy un postulante con tantas pretensiones de haber continuado en la banca?
Un intendente como Scott, que ni siquiera acude a la inauguración de las sesiones legislativas anuales, que solo recurre al Concejo cuando le es indispensable, que retrasa el pagos de haberes a los ediles y que les oculta información clave para las tareas de control, impide en forma sistemática una óptima gestión legislativa, obstaculizando el lucimiento y la proyección de los dirigentes con apetitos de llegar a la Intendencia. Antes, por necesidades de instalación pública, se suponía que había que pasar por el Concejo para luego tener expectativas de acceder a la Intendencia. Hoy habría que revisar el concepto, al menos con mandatarios como Scott, y con sociedades adormiladas que no condenan estas actitudes divorciadas de los principios democráticos y republicanos.
Con una vasta trayectoria en la gestión parlamentaria, los ediles de la oposición, sobre todos los jefes de los distintos sectores, están sometidos a un creciente deterioro de su imagen, condenados a elaborar proyectos que el Departamento Ejecutivo jamás reglamenta; obligados a fiscalizar al mismo intendente que no les brinda la información indispensable; expuestos a manifestar numerosas críticas y no exhibir ninguna obra palpable -para ese rol está la Intendencia- y sin siquiera resultar reconocidos por la dedicación exclusiva a la función legislativa, como en el caso de Meier y Enrico, quienes a pesar de las adversidades, confían en bajarle los humos al reforzado aparato oficialista y extender en 90 días la incertidumbre por la Intendencia.
(Publicado el viernes 29 de junio de 2007 en diario El Informe de Venado Tuerto)
El análisis político de la semana. Encuestas. Reflexiones. Chismes. Notas de archivo. Un espacio para pensar.
José, que es Freyre, no la tiene tan fácil como Mauricio, que es Macri
Aunque en Venado los encuestadores no operaron con la misma intensidad que en la primera vuelta de las elecciones de la Capital Federal para predecir el triunfo de Mauricio -que es Macri-; el premio consuelo del ballottage para el kirchnerista Daniel Filmus y la caída en desgracia del actual alcalde Jorge Telerman, hay mediciones procedentes de distintos sectores partidarios locales que permiten consolidar tendencias ya vislumbradas meses atrás. En primer lugar, el otrora triunfalismo scottista fue paulatinamente reemplazado por un trabajo a destajo, hasta el punto tal que el precandidato oficialista José Freyre se tomó una aparente licencia en sus funciones de supersecretario durante junio, ya que en las tres primeras semanas del mes se lo vio -se hizo ver- en casi todos los actos públicos, demostrando cierta dependencia del gobierno que integra desde hace una decena de años, al mismo tiempo que Roberto Scott, el padre de la criatura, fue marginado de los afiches, avisos gráficos y demás anuncios. Según manifiestan en el entorno porotista, es una estrategia para evitar cargar con los costos políticos del marcado distanciamiento de Scott con las entidades intermedias venadenses, como así también para desvincularse del creciente deterioro de sus vínculos con el influyente electorado independiente, harto de las actitudes altaneras del intendente municipal.
Ni para los operativos reeleccionistas de 1999 ni de 2003, el scottismo había motorizado tamaña maquinaria electoral para intentar asegurarse el continuismo. “Nuestra mejor campaña es la gestión que venimos realizando”, repetía hasta el hartazgo un confiado Scott en aquellos inviernos preelectorales, cuando aún reinaba la vituperada Ley de Lemas. No es el caso en este 2007 de elecciones abiertas, simultáneas y obligatorias. La inversión propagandística del oficialismo es abrumadora, opacando incluso a la del radical frentista Lisandro Enrico, que había madrugado a todos sus oponentes en los albores de la competencia por el Sillón de Aufranc.
Según los pronósticos, José -que es Freyre- cuenta con altas posibilidades de ser el precandidato más votado en las primarias del 1 de julio, domingo en el cual unos 40 mil venadenses acudirían a las urnas. Sin embargo, los numerosos operadores que desandan los pasillos de San Martín y Marconi aceptan, casi sin excepción, que los concejales Roberto Meier y Lisandro Enrico, dispuestos a definir el candidato a intendente en la interna del Frente Progresista, podrían emparejar -entre ambos- la línea de Poroto e, incluso superarla. “Sería el peor escenario…”, admiten a coro, exagerados, frunciendo ceños.
Asimismo, en elocuente gesto de inseguridad, el scottismo apela a distintas artimañas en busca de generar cortocircuitos -chispazos siempre hubo- entre los rossistas Oscar Barotto (Frente para la Victoria) y Jorge Viano (Frente Venadense), porque temen que una alianza entre ambos dirigentes en la elección general del 2 de septiembre les escamotee decisivos votos peronistas, que no sólo podrían hacerle perder el poder municipal ante la concertación binnerista, sino que también entraría en riesgo la segunda concejalía oficialista, como ya sucedió hace un par de años con la irrupción de la combativa lucifuercista Patricia Romero. Desde ya que esta última hipótesis se potenciaría si el diputado nacional por Santa Fe, Agustín Rossi, diera el batacazo en las primarias con un triunfo sobre el aparato del diputado nacional por la Capital Federal, Rafael Bielsa, circunstancia que sólo podría compararse con el sorpresivo triunfo de Menem contra Cafiero en las internas justicialistas del ‘88. De todos modos, aun sin ganar, una buena elección del Chivo podría favorecer la performance del director teatral Oscar Baroto en su desigual puja doméstica con Freyre y, en el orden provincial, haría tambalear a ciertos candidatos bielsistas a diputado provincial -de mitad de tabla- que ya se creen adentro por otros cuatro años.
Sea cual fuere el candidato a gobernador del Frente para la Victoria, el scottismo también teme por el “efecto arrastre” que, según la mayoría de las encuestas, provocaría el socialista Hermes Binner, desde el extremo izquierdo de la boleta electoral. “Con Hermes en la misma sábana, el Tío Meier duerme tranquilo y sin frazada”, comentó ayer, socarronamente, un militante pueblense, con la cintura afectada de tanto agacharse para distribuir folletos bajo las puertas, aunque la frase con pretensiones bromistas también podría soltarla el mismísimo Enrico, que confía ciegamente en la tracción desde arriba que en septiembre ejercerá la fórmula Binner-Tessio sobre las otras cuatro categorías electorales en disputa, a saber: diputados provinciales, senador provincial, intendente y concejales.
Habíamos dicho que, como Menem en la primera vuelta de las tumultuosas presidenciales de 2003, Freyre podría erigirse en el precandidato más votado del 1 de julio -en el aniversario de la muerte del General Perón-, pero, scottista al fin, sufriría el mismo síndrome del techo bajo que obligó a desertar del ballottage al que hasta entonces era el riojano más famoso, pues la posterior reaparición triunfal de Ramón Díaz en San Lorenzo de Almagro, hasta le quitó ese mote de privilegio, aunque como contrapartida, la Chechu, su esposa chilena, le permitió ganarse otro apodo, menos honorable, y vinculado al nombre de nuestra amada ciudad.
Piso bajo y techo alto. No se trata de problemas de niveles, como sí ocurrió hace poco en la remodelada -e inundable- avenida Santa Fe. A veces, en el apasionante mundo de la política, hay bases electorales respetables, como las del scottismo, pero al mismo tiempo, serias dificultades para captar nuevas adhesiones, mediante el tejido de alianzas, no sólo con grupos políticos, sino también con entidades intermedias y ciudadanos independientes, que en Venado representan una legión significativa. “Tengo el enorme placer de contar con adhesiones de muchísima gente, aún de quienes pertenecen a diferentes partidos políticos…”, se esfuerza Freyre, voluntarista, en su carta abierta a la comunidad, en una velada negación de su pertenencia al scottismo gobernante, que ni siquiera fue capaz de formalizar acuerdos con las fracciones peronistas más destacadas, en tanto que con otros dirigentes de nivel provincial, como el senador Ricardo Spinozzi, apenas si mantiene con el scottismo vínculos de corto plazo y siempre dudosa renovación.
Hasta hace un par de meses, el oficialismo municipal suponía que a las próximas elecciones las ganaba caminando. Hoy, con actitudes tensas, promesas extemporáneas, servicios reforzados, presiones a periodistas (sutiles y de las otras) y respuestas nerviosas de sus funcionarios, muestra todo lo contrario. Y aún falta la última semana de campaña, donde, como es habitual, nadie se guarda nada en el afán de recaudar esos preciosos, secretos y obligatorios votos.
(Publicado parcialmente el viernes 22 de junio de 2007 en diario El Informe de Venado Tuerto)
Ni para los operativos reeleccionistas de 1999 ni de 2003, el scottismo había motorizado tamaña maquinaria electoral para intentar asegurarse el continuismo. “Nuestra mejor campaña es la gestión que venimos realizando”, repetía hasta el hartazgo un confiado Scott en aquellos inviernos preelectorales, cuando aún reinaba la vituperada Ley de Lemas. No es el caso en este 2007 de elecciones abiertas, simultáneas y obligatorias. La inversión propagandística del oficialismo es abrumadora, opacando incluso a la del radical frentista Lisandro Enrico, que había madrugado a todos sus oponentes en los albores de la competencia por el Sillón de Aufranc.
Según los pronósticos, José -que es Freyre- cuenta con altas posibilidades de ser el precandidato más votado en las primarias del 1 de julio, domingo en el cual unos 40 mil venadenses acudirían a las urnas. Sin embargo, los numerosos operadores que desandan los pasillos de San Martín y Marconi aceptan, casi sin excepción, que los concejales Roberto Meier y Lisandro Enrico, dispuestos a definir el candidato a intendente en la interna del Frente Progresista, podrían emparejar -entre ambos- la línea de Poroto e, incluso superarla. “Sería el peor escenario…”, admiten a coro, exagerados, frunciendo ceños.
Asimismo, en elocuente gesto de inseguridad, el scottismo apela a distintas artimañas en busca de generar cortocircuitos -chispazos siempre hubo- entre los rossistas Oscar Barotto (Frente para la Victoria) y Jorge Viano (Frente Venadense), porque temen que una alianza entre ambos dirigentes en la elección general del 2 de septiembre les escamotee decisivos votos peronistas, que no sólo podrían hacerle perder el poder municipal ante la concertación binnerista, sino que también entraría en riesgo la segunda concejalía oficialista, como ya sucedió hace un par de años con la irrupción de la combativa lucifuercista Patricia Romero. Desde ya que esta última hipótesis se potenciaría si el diputado nacional por Santa Fe, Agustín Rossi, diera el batacazo en las primarias con un triunfo sobre el aparato del diputado nacional por la Capital Federal, Rafael Bielsa, circunstancia que sólo podría compararse con el sorpresivo triunfo de Menem contra Cafiero en las internas justicialistas del ‘88. De todos modos, aun sin ganar, una buena elección del Chivo podría favorecer la performance del director teatral Oscar Baroto en su desigual puja doméstica con Freyre y, en el orden provincial, haría tambalear a ciertos candidatos bielsistas a diputado provincial -de mitad de tabla- que ya se creen adentro por otros cuatro años.
Sea cual fuere el candidato a gobernador del Frente para la Victoria, el scottismo también teme por el “efecto arrastre” que, según la mayoría de las encuestas, provocaría el socialista Hermes Binner, desde el extremo izquierdo de la boleta electoral. “Con Hermes en la misma sábana, el Tío Meier duerme tranquilo y sin frazada”, comentó ayer, socarronamente, un militante pueblense, con la cintura afectada de tanto agacharse para distribuir folletos bajo las puertas, aunque la frase con pretensiones bromistas también podría soltarla el mismísimo Enrico, que confía ciegamente en la tracción desde arriba que en septiembre ejercerá la fórmula Binner-Tessio sobre las otras cuatro categorías electorales en disputa, a saber: diputados provinciales, senador provincial, intendente y concejales.
Habíamos dicho que, como Menem en la primera vuelta de las tumultuosas presidenciales de 2003, Freyre podría erigirse en el precandidato más votado del 1 de julio -en el aniversario de la muerte del General Perón-, pero, scottista al fin, sufriría el mismo síndrome del techo bajo que obligó a desertar del ballottage al que hasta entonces era el riojano más famoso, pues la posterior reaparición triunfal de Ramón Díaz en San Lorenzo de Almagro, hasta le quitó ese mote de privilegio, aunque como contrapartida, la Chechu, su esposa chilena, le permitió ganarse otro apodo, menos honorable, y vinculado al nombre de nuestra amada ciudad.
Piso bajo y techo alto. No se trata de problemas de niveles, como sí ocurrió hace poco en la remodelada -e inundable- avenida Santa Fe. A veces, en el apasionante mundo de la política, hay bases electorales respetables, como las del scottismo, pero al mismo tiempo, serias dificultades para captar nuevas adhesiones, mediante el tejido de alianzas, no sólo con grupos políticos, sino también con entidades intermedias y ciudadanos independientes, que en Venado representan una legión significativa. “Tengo el enorme placer de contar con adhesiones de muchísima gente, aún de quienes pertenecen a diferentes partidos políticos…”, se esfuerza Freyre, voluntarista, en su carta abierta a la comunidad, en una velada negación de su pertenencia al scottismo gobernante, que ni siquiera fue capaz de formalizar acuerdos con las fracciones peronistas más destacadas, en tanto que con otros dirigentes de nivel provincial, como el senador Ricardo Spinozzi, apenas si mantiene con el scottismo vínculos de corto plazo y siempre dudosa renovación.
Hasta hace un par de meses, el oficialismo municipal suponía que a las próximas elecciones las ganaba caminando. Hoy, con actitudes tensas, promesas extemporáneas, servicios reforzados, presiones a periodistas (sutiles y de las otras) y respuestas nerviosas de sus funcionarios, muestra todo lo contrario. Y aún falta la última semana de campaña, donde, como es habitual, nadie se guarda nada en el afán de recaudar esos preciosos, secretos y obligatorios votos.
(Publicado parcialmente el viernes 22 de junio de 2007 en diario El Informe de Venado Tuerto)
El árbol no tapa el bosque, ni las agresiones de Scott, al Basural
Flaco favor acaba de hacerle el intendente Roberto Scott a su delfín José Freyre con las groseras amenazas que profirió el viernes contra el periodista Martín Roggero, en plena transmisión de LT29, por atreverse a cuestionar la inactividad (¿qué otra cosa podría decirse sin incurrir en el pecado de la mentira?) del gobierno municipal en torno a la problemática del Basural. Tras una jornada plagada de quemas y humaredas invadiendo la ciudad, Scott no tuvo más infeliz ocurrencia que descargar las culpas de los incendios en un político de la oposición (no se animó a identificarlo) que intentaría perjudicar al oficialismo en la campaña por la reelección. Gravísimo error del intendente. Nada peor que tomar a la gente por idiota. Ya se cumplieron once años y medio de gobierno, y es inadmisible que el scottismo, ahora a través del postulante a la sucesión, pretenda enarbolar una combinación de proyectos técnicos y buenos deseos. Podrían aceptarse si provinieran de la oposición, que aún no contó con la chance de gobernar, pero no de una administración que dispuso de un lapso harto suficiente para iniciar, e incluso completar, el proceso de erradicación del basural, en sintonía con la puesta en marcha de la planta de tratamiento de los residuos sólidos domiciliarios.
Para colmo, el intendente Scott dejó al desnudo, una vez más, el sesgo autoritario del gobierno que lidera, con Freyre como su mano derecha, a través del ataque verbal y la amenaza de una futura agresión física a un periodista, que cometió la temeridad de plantearle que ya transcurrió demasiado tiempo en el poder municipal como para culpar de este caos ambiental a incomprobables sabotajes opositores.
Pocas horas antes de este triste episodio de la tarde del viernes, en la columna matutina de ese mismo día, titulada “La campaña por el Sillón de Aufranc, como el caño de Tinelli”, se divulgó un comentario deslizado en cercanías de los despachos oficiales: “Es un gobierno mediocre con un muy buen candidato”. Junto con ese análisis publicado en el diario El Informe, en la página 17 del suplemento de clasificados, apareció el primer aviso gráfico de la campaña del supersecretario José Freyre, pero no abrazado del intendente Scott, su suegro y padrino político, como muchos suponían, sino en la más absoluta soledad, bajo un eslogan propio de cualquier oficialismo, que reza: “Juntos, para seguir creciendo”.
El propósito de sus asesores de campaña era tan evidente como ambicioso: mostrar a Freyre como un dirigente probado en funciones de gobierno (bajo el régimen scottista) y, al mismo tiempo, despegarlo de la imagen desgastada del intendente. Sin embargo, Scott, con su reciente descarrilamiento emocional, se ocupó de liquidar las estrategias porotistas.
Freyre, que pretende conservar el inestable equilibrio entre su propia tropa y la del scottismo ortodoxo, hoy tan distanciadas entre sí como las de Lisandro Enrico y Delfor Hernández, ahora está obligado a condenar la actitud intolerante de Scott.
“Al Mago tendríamos que secuestrarlo, así no habla por un buen tiempo”, bromeó el sábado un porotista de la última hora, aunque segundos más tarde retiró lo dicho, arrancando carcajadas entre los miembros de la mesa multipartidaria: “¡No, mejor no… si lo secuestran se hablaría únicamente de él!” Con ironías, o sin ellas, lo cierto es que la ya tristemente célebre intervención radial protagonizada por el intendente fue el tema del fin de semana, y amenaza con extenderse los próximos días.
Si el conjunto de los venadenses fuera conciente de la grave contaminación que genera el basural a cielo abierto, no perdonaría a un sector político que no ofreció ninguna respuesta concreta tras 12 años de gestión, y que ni siquiera incluyó dentro de sus prioridades la erradicación de esta rémora ambiental, más allá de las reiteradas promesas electoralistas. Pero no tendría que haberse exasperado tanto el intendente, porque muchos venadenses que no admitirían un paro de dos o tres días de los recolectores de residuos, toleran con mansedumbre la subsistencia del basural, aunque se disgusten con las humaredas que lo ponen en evidencia.
De todos modos, con su insólita reacción, Scott hizo lo peor que podía hacer: instalar el basural en el centro del debate, y en medio de la campaña, con su propio yerno como mayor damnificado. En esta polémica, Freyre lleva las de perder ante los otros cinco postulantes al Sillón de Aufranc. Con más de una década integrando el gabinete, el supersecretario ya no tiene margen de maniobra para justificaciones ni promesas, cuando del basural se trate.
Hoy, en coincidencia con el inicio de su licencia hasta el lunes 2 de julio, deberá rendir un examen después del viernes negro de Scott. Podrá despegarse del exabrupto, o tal vez optar por el silencio. Cualquier decisión le ocasionará costos políticos. Freyre intuía que el camino a la Intendencia, aun partiendo con alguna ventaja, estaría plagado de contratiempos, pero no imaginaba que su propio mentor habría de complicarlo más aún que los candidatos de la oposición.
(Publicado el lunes 4 de junio de 2007 en diario El Informe de Venado Tuerto)
Para colmo, el intendente Scott dejó al desnudo, una vez más, el sesgo autoritario del gobierno que lidera, con Freyre como su mano derecha, a través del ataque verbal y la amenaza de una futura agresión física a un periodista, que cometió la temeridad de plantearle que ya transcurrió demasiado tiempo en el poder municipal como para culpar de este caos ambiental a incomprobables sabotajes opositores.
Pocas horas antes de este triste episodio de la tarde del viernes, en la columna matutina de ese mismo día, titulada “La campaña por el Sillón de Aufranc, como el caño de Tinelli”, se divulgó un comentario deslizado en cercanías de los despachos oficiales: “Es un gobierno mediocre con un muy buen candidato”. Junto con ese análisis publicado en el diario El Informe, en la página 17 del suplemento de clasificados, apareció el primer aviso gráfico de la campaña del supersecretario José Freyre, pero no abrazado del intendente Scott, su suegro y padrino político, como muchos suponían, sino en la más absoluta soledad, bajo un eslogan propio de cualquier oficialismo, que reza: “Juntos, para seguir creciendo”.
El propósito de sus asesores de campaña era tan evidente como ambicioso: mostrar a Freyre como un dirigente probado en funciones de gobierno (bajo el régimen scottista) y, al mismo tiempo, despegarlo de la imagen desgastada del intendente. Sin embargo, Scott, con su reciente descarrilamiento emocional, se ocupó de liquidar las estrategias porotistas.
Freyre, que pretende conservar el inestable equilibrio entre su propia tropa y la del scottismo ortodoxo, hoy tan distanciadas entre sí como las de Lisandro Enrico y Delfor Hernández, ahora está obligado a condenar la actitud intolerante de Scott.
“Al Mago tendríamos que secuestrarlo, así no habla por un buen tiempo”, bromeó el sábado un porotista de la última hora, aunque segundos más tarde retiró lo dicho, arrancando carcajadas entre los miembros de la mesa multipartidaria: “¡No, mejor no… si lo secuestran se hablaría únicamente de él!” Con ironías, o sin ellas, lo cierto es que la ya tristemente célebre intervención radial protagonizada por el intendente fue el tema del fin de semana, y amenaza con extenderse los próximos días.
Si el conjunto de los venadenses fuera conciente de la grave contaminación que genera el basural a cielo abierto, no perdonaría a un sector político que no ofreció ninguna respuesta concreta tras 12 años de gestión, y que ni siquiera incluyó dentro de sus prioridades la erradicación de esta rémora ambiental, más allá de las reiteradas promesas electoralistas. Pero no tendría que haberse exasperado tanto el intendente, porque muchos venadenses que no admitirían un paro de dos o tres días de los recolectores de residuos, toleran con mansedumbre la subsistencia del basural, aunque se disgusten con las humaredas que lo ponen en evidencia.
De todos modos, con su insólita reacción, Scott hizo lo peor que podía hacer: instalar el basural en el centro del debate, y en medio de la campaña, con su propio yerno como mayor damnificado. En esta polémica, Freyre lleva las de perder ante los otros cinco postulantes al Sillón de Aufranc. Con más de una década integrando el gabinete, el supersecretario ya no tiene margen de maniobra para justificaciones ni promesas, cuando del basural se trate.
Hoy, en coincidencia con el inicio de su licencia hasta el lunes 2 de julio, deberá rendir un examen después del viernes negro de Scott. Podrá despegarse del exabrupto, o tal vez optar por el silencio. Cualquier decisión le ocasionará costos políticos. Freyre intuía que el camino a la Intendencia, aun partiendo con alguna ventaja, estaría plagado de contratiempos, pero no imaginaba que su propio mentor habría de complicarlo más aún que los candidatos de la oposición.
(Publicado el lunes 4 de junio de 2007 en diario El Informe de Venado Tuerto)
La campaña por el Sillón de Aufranc, como el caño de Tinelli
Como en el caño de Tinelli, en esta recta final de la campaña por la Intendencia, la expectativa del público crece minuto a minuto y los protagonistas se aferran con uñas y dientes a sus estrategias para cumplir la mejor performance electoral, aunque a todos les cuesta trepar hasta lo más alto y saben que el sueño se hará realidad para uno solo.
Ingresando en junio, el precandidato oficialista José Freyre observa a sus contrincantes desde arriba, no sólo al director teatral Oscar Barotto, su adversario en las primarias del Frente para la Victoria, sino también a los otros cuatro postulantes. Las encuestas de procedencia confiable que están circulando, y hasta las truchas -siempre más numerosas que las primeras-, coinciden en esa fotografía de finales de mayo. Sin embargo, Freyre, inteligente, evita contagiarse de cierto tufillo triunfalista y adulador que se irradia en su entorno. Y que se agiganta según transcurren los días, pues para el otrora imprescindible Roberto Scott, empezó la cuenta regresiva. Los mismos que ya cuentan los días para que Freyre se apoltrone en el Sillón de Aufranc, saben que son tantos como los que le faltan a Scott para irse a la casa. Al menos, por ahora, Freyre no se la cree. Y en cuanta reunión barrial preside, que no son pocas, arenga a la tropa para acercarse a la Intendencia a partir de la primaria. De todos modos, desde el próximo lunes, cuando comience el período de licencia en sus funciones de supersecretario, tendrá que darle un golpe de timón a su estrategia electoral, pues ya no podrá actuar como el bombero eficiente que sale presuroso del cuartel para apagar los incendios ocasionados, a veces, por la gestión que él mismo integra. “Es un gobierno mediocre con un muy buen candidato”, suele escucharse en cercanías de los despachos oficiales, y en voz baja, claro está. Sin embargo, el delfín scottista no tiene espaldas para despegarse demasiado del intendente, un poco por una cuestión de parentesco político, otro poco porque la luz de ventaja que consiguió obtener sobre sus rivales del Frente Progresista es precisamente por la posibilidad de mostrar una capacidad de gestión ejecutiva que los concejales Roberto Meier y Lisandro Enrico no pueden exhibir de ninguna manera, dado que la actividad legislativa los condena: no tienen los millonarios recursos de que dispone el gobierno de Freyre para hacer obras, prestar servicios y brindar ayudas. El mismísimo dirigente peronista Jorge Viano, que asumió el riesgo político de presentarse por fuera del PJ, se fortalece desde la administración de un abanico de instituciones, y hasta Barotto puede mostrar cómo consiguió resucitar y gestionar el Teatro Ideal, en tanto que la Municipalidad no fue capaz de hacer lo propio con el histórico Verdi, cuya mentada recuperación no pasó de una lavada de cara.
En cambio, Meier y Enrico (también Delfor Hernández), tienen para exhibir una extensa labor legislativa, pero que por lo general no es reconocida por el electorado. No es extraño, los venadenses, con inclinación presidencialista, como buenos argentinos, no suelen valorar el equilibrio que imponen los legisladores. “Se la pasan criticando al intendente”, se les cuestiona a los ediles, ignorando que, más allá de sus errores, recortaron a la Intendencia gastos millonarios que tendrían que haber soportado las arcas municipales.
En los ’90, Roberto Scott pasó raudamente -apenas dos años- por el Concejo. Una estrategia de fuerte carácter mediático, con denuncia tras denuncia, y ningún proyecto, fue suficiente para catapultarlo a una docena de años en el gobierno. El veterano líder municipal, que siempre supo que el candidato a la sucesión sería Freyre, lo obligó a eyectarse del Concejo cuando apenas había cumplido seis meses de gestión. En la política actual, según estos antecedentes, el Concejo se parece más a una mochila que a un trampolín, al menos cuando se ocupa la banca por un período completo de cuatro años.
Concientes de arrancar en desventaja, los asesores de Enrico -en diciembre cumplirá ocho años consecutivos en la banca- diseñaron una campaña para ubicarlo como un dirigente joven, pero experimentado, que lo tiene todo controlado, con propuestas para todas las áreas de gobierno, y hasta con un centro de estudios propio. En tanto, Meier, que sólo asomó con pintadas en algunos tapiales, recién la semana próxima lanzaría su campaña, en coincidencia con el inicio de su licencia como concejal. Hasta ahora, ni siquiera el ambicioso despegue de Enrico parece convencer al Tío de modificar sus habituales planteos electorales, austeros en los gastos y con abnegada tarea militante. “Con esta metodología venimos metiendo un concejal cada dos años… para qué cambiar”, se jactó un pueblense, brocha gorda en mano.
Cada uno con su plan, Meier y Enrico se impusieron dos objetivos: ganar la interna y, además, superar, como Frente Progresista, la cantidad de votantes de Freyre. “Si la general se polariza, la ganamos nosotros”, dijo un enriquista. “El scottismo es como el menemismo en 2003, tiene un piso alto pero un techo bajo”, definió un meierista con la convicción de un avezado consultor, aunque cambió súbitamente de tema cuando un porotista de la última hora le preguntó a qué milagrero acudiría para contener en la general a los votantes de Enrico y Meier en la primaria. “La semana que viene, para programar los actos en los barrios, antes hay que ver quién se sube al caño. Nosotros también dependemos del rating…”, bromeó el militante, consiguiendo el propósito de desviar la conversación.
(Publicado el viernes 25 de mayo de 2007 en diario El Informe de Venado Tuerto)
Ingresando en junio, el precandidato oficialista José Freyre observa a sus contrincantes desde arriba, no sólo al director teatral Oscar Barotto, su adversario en las primarias del Frente para la Victoria, sino también a los otros cuatro postulantes. Las encuestas de procedencia confiable que están circulando, y hasta las truchas -siempre más numerosas que las primeras-, coinciden en esa fotografía de finales de mayo. Sin embargo, Freyre, inteligente, evita contagiarse de cierto tufillo triunfalista y adulador que se irradia en su entorno. Y que se agiganta según transcurren los días, pues para el otrora imprescindible Roberto Scott, empezó la cuenta regresiva. Los mismos que ya cuentan los días para que Freyre se apoltrone en el Sillón de Aufranc, saben que son tantos como los que le faltan a Scott para irse a la casa. Al menos, por ahora, Freyre no se la cree. Y en cuanta reunión barrial preside, que no son pocas, arenga a la tropa para acercarse a la Intendencia a partir de la primaria. De todos modos, desde el próximo lunes, cuando comience el período de licencia en sus funciones de supersecretario, tendrá que darle un golpe de timón a su estrategia electoral, pues ya no podrá actuar como el bombero eficiente que sale presuroso del cuartel para apagar los incendios ocasionados, a veces, por la gestión que él mismo integra. “Es un gobierno mediocre con un muy buen candidato”, suele escucharse en cercanías de los despachos oficiales, y en voz baja, claro está. Sin embargo, el delfín scottista no tiene espaldas para despegarse demasiado del intendente, un poco por una cuestión de parentesco político, otro poco porque la luz de ventaja que consiguió obtener sobre sus rivales del Frente Progresista es precisamente por la posibilidad de mostrar una capacidad de gestión ejecutiva que los concejales Roberto Meier y Lisandro Enrico no pueden exhibir de ninguna manera, dado que la actividad legislativa los condena: no tienen los millonarios recursos de que dispone el gobierno de Freyre para hacer obras, prestar servicios y brindar ayudas. El mismísimo dirigente peronista Jorge Viano, que asumió el riesgo político de presentarse por fuera del PJ, se fortalece desde la administración de un abanico de instituciones, y hasta Barotto puede mostrar cómo consiguió resucitar y gestionar el Teatro Ideal, en tanto que la Municipalidad no fue capaz de hacer lo propio con el histórico Verdi, cuya mentada recuperación no pasó de una lavada de cara.
En cambio, Meier y Enrico (también Delfor Hernández), tienen para exhibir una extensa labor legislativa, pero que por lo general no es reconocida por el electorado. No es extraño, los venadenses, con inclinación presidencialista, como buenos argentinos, no suelen valorar el equilibrio que imponen los legisladores. “Se la pasan criticando al intendente”, se les cuestiona a los ediles, ignorando que, más allá de sus errores, recortaron a la Intendencia gastos millonarios que tendrían que haber soportado las arcas municipales.
En los ’90, Roberto Scott pasó raudamente -apenas dos años- por el Concejo. Una estrategia de fuerte carácter mediático, con denuncia tras denuncia, y ningún proyecto, fue suficiente para catapultarlo a una docena de años en el gobierno. El veterano líder municipal, que siempre supo que el candidato a la sucesión sería Freyre, lo obligó a eyectarse del Concejo cuando apenas había cumplido seis meses de gestión. En la política actual, según estos antecedentes, el Concejo se parece más a una mochila que a un trampolín, al menos cuando se ocupa la banca por un período completo de cuatro años.
Concientes de arrancar en desventaja, los asesores de Enrico -en diciembre cumplirá ocho años consecutivos en la banca- diseñaron una campaña para ubicarlo como un dirigente joven, pero experimentado, que lo tiene todo controlado, con propuestas para todas las áreas de gobierno, y hasta con un centro de estudios propio. En tanto, Meier, que sólo asomó con pintadas en algunos tapiales, recién la semana próxima lanzaría su campaña, en coincidencia con el inicio de su licencia como concejal. Hasta ahora, ni siquiera el ambicioso despegue de Enrico parece convencer al Tío de modificar sus habituales planteos electorales, austeros en los gastos y con abnegada tarea militante. “Con esta metodología venimos metiendo un concejal cada dos años… para qué cambiar”, se jactó un pueblense, brocha gorda en mano.
Cada uno con su plan, Meier y Enrico se impusieron dos objetivos: ganar la interna y, además, superar, como Frente Progresista, la cantidad de votantes de Freyre. “Si la general se polariza, la ganamos nosotros”, dijo un enriquista. “El scottismo es como el menemismo en 2003, tiene un piso alto pero un techo bajo”, definió un meierista con la convicción de un avezado consultor, aunque cambió súbitamente de tema cuando un porotista de la última hora le preguntó a qué milagrero acudiría para contener en la general a los votantes de Enrico y Meier en la primaria. “La semana que viene, para programar los actos en los barrios, antes hay que ver quién se sube al caño. Nosotros también dependemos del rating…”, bromeó el militante, consiguiendo el propósito de desviar la conversación.
(Publicado el viernes 25 de mayo de 2007 en diario El Informe de Venado Tuerto)
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