El intendente Roberto Scott lanzó a mediados de esta semana otro de sus acostumbrados “globos de ensayo” a los efectos de medir la repercusión de un importante anuncio, en la ciudad y en la interna del gobierno municipal, como lo es el presunto retorno al Departamento Ejecutivo de José Freyre para desempeñarse en la vacante Jefatura de Gabinete, renuncia al Concejo mediante. El propio Freyre, aunque sorprendido por la osada maniobra mediática del intendente, en una salida elegante admitió -a los seis meses de comenzar el mandato- que le agradan más las tareas ejecutivas que las legislativas.
Desde la semana pasada se insinuaba en los corrillos parlamentarios el pronto retiro de Freyre, sobre todo a partir de la llamativa presencia en las sesiones de los miércoles de Federico Longobardi, el cuarto postulante scottista en las elecciones de septiembre último, detrás del citado Freyre, Gustavo Giner y Bibiana Pieli. Incluso, cuando Scott anunció el posible regreso, también dijo que Pieli podría correrse para facilitar el ingreso de Longobardi, nada menos que el candidato interesado, de un momento a otro, en interiorizarse del funcionamiento del cuerpo legislativo.
Antes de que Freyre asumiera como concejal, el intendente, más de una vez, señaló que al mismo tiempo sería jefe de Acción Social, hasta que el propio Freyre reconoció púbicamente que no incurriría en esa incompatibilidad funcional. Más aún, hasta se aventuró que jamás asumiría, y que solo había encabezado la lista de concejales por tratarse de “la única figura digerible del oficialismo”. Contra estas especulaciones, Freyre ocupó la banca, pero sin desvincularse totalmente del área de Acción Social que depende del Departamento Ejecutivo y es considerada “estratégica” para los intereses scottistas. En estas condiciones, Freyre está lejos del “estrellato ejecutivista” de otros tiempos y su perfil dialoguista tampoco se luce en el Concejo, donde habita una mayoría opositora atrincherada para resistir la ira o la indiferencia del intendente.
Sin protagonismo en ninguno de los dos poderes políticos de la ciudad, las usinas oficialistas temen que se resientan las chances de Freyre como candidato a la sucesión en 2007.
Por otra parte, en San Martín y Marconi no solo aceptan que el delfín perdió la exposición de antaño, sino que la interna municipal se habría desbalanceado seriamente con su ausencia, hasta el punto de poner en riesgo la continuidad del secretario de Obras Públicas, Daniel Dabove, otrora uno de los “hombres fuertes” de la administración y de afinada sintonía con el ex subsecretario.
Así pues, Freyre es tironeado por las necesidades políticas de Scott (internas en el corto plazo y electorales en el largo plazo) y por sus propios escrúpulos. En este sentido, por más disfraces que le busquen, el actual concejal podría quedar involucrado en una típica maniobra electoralista, propia de la vieja política, y contraria a la voluntad popular que lo sentó en el Concejo por cuatro años.
En tanto, Scott hace dos días que evalúa las consecuencias políticas de su anuncio, en el seno del gobierno que lidera, en la opinión pública, y en los medios de comunicación. Según las impresiones que recoja, y más allá de la decisión personal de Freyre, desde la semana próxima impulsará con más énfasis el “Operativo Retorno”, o dejará las cosas como están.
(Publicado el viernes 11 de junio de 2004 en diario El Informe de Venado Tuerto)
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