Por esos fenómenos extraños que suelen darse en el mundo de Internet, la semana pasada adquirió trascendencia nacional la entrevista con el ex intendente Roberto Scott que se había emitido el viernes 9 de abril en el envío local En la Tecla (Canal 12) y que el sábado 10 se proyectó a toda la región a través del cable firmatense. Esa misma nota se reprodujo días más tarde en el cable de la ciudad de Casilda. Y cuando casi nadie recordaba el aluvión de ataques de Scott a Carlos Reutemann, Mauricio Macri, Julio Cobos, Francisco De Narvaiz, la Mesa de Enlace, el Grupo Clarín y hasta el venadense Ricardo Spinozzi, el archivo de audio fue rescatado de un portal de Internet y enseguida se multiplicó por decenas, hasta que llegó a oídos de la producción del oficialista 6, 7, 8 (Canal 7), que no vaciló en darle aire, más allá de que el protagonista, según sus propias palabras, sea un ex funcionario retirado de la política. Además, el viernes último, entrevistado por Víctor Hugo Morales en el programa La Mañana (Radio Continental), Scott sacó a relucir una vez más su discurso kirchnerista para condenar a Eduardo Buzzi y Alfredo De Angeli, que poco antes habían sido víctimas de sendas agresiones en confusos episodios. Pero mientras el ex intendente venadense regresaba a las primeras planas, como en los viejos tiempos, varios dirigentes peronistas locales se agarraban la cabeza por los perjuicios políticos que podría causar esta embestida mediática desaforada e inoportuna. Es que el Gobierno, aunque prácticamente no generó nada sustancial en materia de política agropecuaria en los casi dos años transcurridos desde el “voto no positivo”, en este período preelectoral que se avecina, pretende mejorar las relaciones con el sector agropecuario, que lo había respaldado en las presidenciales de 2007, así como lo está intentando ahora con referentes del PJ que hasta no hace mucho recibían el mote de “traidores” y “destituyentes”. Hasta el diputado nacional Agustín Rossi, de indiscutible procedencia kirchnerista, deslizó más de una vez la posibilidad de discutir una baja de las retenciones, en consonancia con los pedidos ruralistas. Pero Scott, desde el centro neurálgico de la pampa húmeda, boicotea esta sensata estrategia con el fanatismo de los conversos, aun cuando las posiciones del veterano caudillo en temas ligados a derechos humanos lo tornarían indigesto para un kirchnerista de paladar negro.
La historia recuerda que, a mediados de 2008, le advirtió a su yerno y sucesor, el intendente José Freyre, que tomara distancia del reutemismo y se enrolara en el Frente para la Victoria. Con su reconocida frontalidad, Scott aseguró que, caso contrario, no habría obras para Venado. Y el tiempo le dio la razón. Los anuncios para esta ciudad se sucedieron, uno tras otro, apenas Freyre -entre la espada y la pared- se decidió a liderar la Liga de Intendentes que recibiría en los próximos días a Néstor Kirchner en la localidad de Pérez.
En cambio, se equivoca Scott cuando dibuja cuentas del dinero que perdieron los pequeños y medianos productores por no ratificarse, en Senadores, el proyecto oficialista de retenciones móviles (ante la caída del precio de la soja) reformado en Diputados. El primer equívoco es que aquel proyecto tenía fecha de vencimiento en pocos meses, por lo cual es una temeridad proyectarlo hasta nuestros días. Otro aspecto insoslayable es que la Casa Rosada, que no quería que en el Congreso se tocara “ni una coma” del proyecto original, estaba dispuesta a librar una batalla a todo o nada, y la Mesa de Enlace estaba convencida de que en ese clima de beligerancia no se le otorgaría ninguna concesión, como reintegros y compensaciones. Más aún cuando -tras la cuestionable “125” que trataba como iguales a productores de miles de hectáreas y a pequeños chacareros-, la iniciativa aprobada en Diputados no había sido el fruto de un consenso entre las principales fuerzas, sino que en una agotadora madrugada, el texto se había flexibilizado hasta colectar la cantidad de legisladores, propios y extraños, que dieran al oficialismo el número necesario. La verdad es que la instrucción que cumplió Rossi fue “juntar votos”, pues no había voluntad acuerdista del Gobierno, como tampoco del ruralismo, envalentonado por el apoyo popular, con cortes y escraches que lo desbordaron. Con más de vengativos que de estadistas, los Kirchner nunca más convocaron seriamente para discutir políticas agropecuarias. No lo hicieron para las retenciones, ni por la extranjerización de la tierra, ni por el rol de las agroexportadoras, ni por la concentración de la tierra y de la producción. Tampoco para revisar la ley de arrendamientos, o las excesivas ventajas impositivas otorgadas a los fideicomisos agrarios, que están generando poco a poco una “agricultura sin agricultores”.
Además de conspirar contra las estrategias macropolíticas K, las explosivas declaraciones de Roberto Scott también pecan de inoportunas en el escenario político local, porque ayudan a profundizar las inocultables discrepancias de porotistas y scottistas con los reutemistas, que en la región comandan los legisladores Ricardo Spinozzi y Jorge Lagna. Con mediciones de intención de voto por encima del 40 por ciento, Freyre atesora una notable consideración de la ciudadanía (incluso con su figura superando la gestión municipal), pero todo podría cambiar bruscamente si el reutemismo, que se calzará el traje del Peronismo Federal en la provincia de Santa Fe, lanza un atractivo postulante a intendente, por ejemplo. Renuente a dimensionar estos riesgos, Roberto Scott volvió a pegarle al Lole en los últimos días, deslizando que el ex corredor votó en contra de la Resolución 125 desde su condición de “gran productor”, enfureciendo a los reutemistas locales, que cada vez que pueden, alertan que esta actitud rupturista podría poner en peligro la reelección peronista en la Municipalidad.
¿Será que Scott, 17 años después, aunque sea por un mecanismo inconciente, quiere destruir con sus propias manos la criatura que él mismo diseñó, construyó y legó?
(Publicado el lunes 7 de junio de 2010 en diario El Informe)
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