A días de la presentación de candidaturas para las elecciones primarias de concejales a realizarse el 7 de agosto -servirán para definir las listas de los partidos o alianzas que competirán en las generales de octubre-, en Venado abundan las especulaciones y escasean las certezas. Por estas horas, en los entornos (y las internas) del justicialismo, el progresismo y el radicalismo, se cocinan a fuego lento las candidaturas más expectantes.
En las filas del scottismo se percibe un aire triunfalista a mediano plazo que se superpone con la temeraria subestimación de los próximos comicios legislativos. La casi segura candidatura de Roberto Scott a la re-re-reelección en 2007 relajó a todo el elenco ejecutivo. Y reforzó la tendencia a la desvalorización del Concejo que el intendente tanto practica en el discurso y en la gestión. Pícaro como pocos, advierte que sólo los ciudadanos más politizados e informados reconocen la trascendencia de la función legislativa, en tanto que las mayorías vuelcan sus preferencias por “obras concretas” que, desde ya, solo puede ofrecer el Departamento Ejecutivo. Desde esa perspectiva, Scott se beneficia en sus frecuentes enfrentamientos con el Concejo, donde, al mismo tiempo, desgasta a los ediles opositores con más chances de competir con él por el sillón de Aufranc. ¿Y a sus propios ediles? También los salpica con sus bombardeos, sin contemplaciones, resguardando nada más que a las figuras de reserva, como José Freyre, al que regresó a las más rendidoras labores ejecutivas apenas seis meses después de asumir la concejalía.
Scott puede darse estos lujos porque aun cuando la oposición reúne cinco ediles, carece del indispensable “sexto voto” para condicionar el amplio margen de maniobra del Ejecutivo. Una oposición legislativa con seis votos sobre nueve posibles, aunque fragmentada, adquiere enorme influencia en el equilibrio del poder municipal. Esos seis votos son estratégicos para las grandes decisiones municipales, desde la concesión de un servicio público hasta el rechazo del veto a una ordenanza. Esos seis votos son los que Scott debe impedir que se acumulen en manos ajenas a las suyas.
Juego… no juego…
Scott se proyecta a paso firme rumbo a 2007, con atractivas obras públicas, con los efectos benéficos de la reactivación regional, y con desprolijidades en la gestión que no escandalizan a la ciudadanía, pero también hay razones para inquietarse. A Scott no le gusta perder a nada, eso está claro. Y él sabe que la próxima elección de concejales la perderá, sobre todo si decide permanecer al margen de la campaña. Aunque su lista de concejales ganó en el ’95 -cuando él fue electo intendente-; en el ’99 -cuando fue reelecto- y en 2003 -cuando fue re-reelecto-, con la misma contundencia cayó ante la oposición en 1997 y 2001, es decir, cuando él no fue candidato y no se generó el poderoso “efecto arrastre”.
El antecedente más fresco en comicios puramente legislativos se registra en 2001 -siempre con Ley de Lemas-, con una derrota scottista ante la versión venadense de la Alianza Santafesina por poco menos de 6 mil votos de diferencia, con Domingo Savino y Roberto Meier en el liderazgo de la oposición.
La lista de Scott había sido encabezada el actual presidente del Concejo, Miguel Pedrola (cosechó menos de 5 mil votos), que hoy suena como el candidato más firme a capitanear otra vez la oferta electoral oficialista.
La reacción instintiva de Scott, ante otra posible derrota, es apartarse, no exponerse en este preliminar, y reservarse para el combate de fondo a librarse en 2007. Incluso trata de despegarse hasta de la definición de la lista, aunque todos saben que, en el PJ, es su índice apuntando, el que bendice candidatos y, el mismo dedo, en un vaivén, el que los censura.
Previsible, pero no tanto
Es común escuchar que la elección de concejales es “previsible”, que “no cambiará nada”. Según estos análisis coincidentes, la oposición se impondrá 3 a 2 sobre el PJ. Nadie se animaría a apostar otra cosa. Pero, si así fuera, resta descubrir quiénes serán esos tres de la oposición y esos dos del oficialismo. Si todo queda igual, Encuentro Progresista renovará las dos bancas que pone en juego, la UCR hará lo propio con la suya, y también el justicialismo recobrará las dos que arriesga. Sobre esta última elucubración, algunos ya se animan a apostar en contra. ¿Dónde residen las dudas? En el oficialismo y en la oposición.
Dentro del justicialismo, el lucifuercismo está decidido a expandir sus territorios con un desembarco en el Concejo. La decisión política de ir a las primarias ya estaría tomada, pero condicionada al hallazgo de un “candidato presentable”. El objetivo no es otro que obtener un segundo puesto con el porcentaje suficiente para adueñarse del segundo lugar de la lista del PJ que competirá en las generales del 23 de octubre.
Así pues, aunque los scottistas se empeñan es desmerecer las chances de los eléctricos fuera de la Cooperativa, éstos son los únicos capaces de poner en riesgo la placidez oficialista. Si entra un lucifuercista es porque habrá un scottista menos. Y si bien es más esperable una vinculación con el scottismo que con el meierismo, lo cierto es que el intendente ya no tendrá el control total de la situación.
Mientras el scottismo podría tener problemas para conservar sus dos bancas, la tropa pueblense que lidera Roberto Meier se muestra más ambiciosa, pues su objetivo máximo es, además de retener la que arriesga el Tío, apoderarse de la que arriesga el radical Delfor Hernández, candidato a la reelección. Pero para eso deberá cuidarse de colocar candidatos dependientes del “efecto arrastre” provocado por Meier. Si Pueblo pretende erigirse en la alternativa al scottismo en los comicios de 2007, tendrá que empezar desde ahora, postulando para el Concejo lo mejor que tiene en sus filas. Otra decisión sería desnudar una falta de vocación de poder que el electorado no les perdonará.
Las únicas confirmaciones en Pueblo son la candidatura de Meier y la definición de no negociar cargos con ninguna fuerza, ni siquiera con el candidato del Partido Socialista, Juan Moscoso, con el cual comparten el interbloque Encuentro Progresista. “Vamos con candidatos propios, o hacemos la interna con el socialismo, pero no estamos dispuestos a negociar una lista de antemano. Que la gente vote y decida en qué puesto de la lista quiere a cada uno. ¿Los radicales? No, no queremos saber nada”, ratificó una fuente pueblense.
En las próximas horas, Moscoso decidirá si compite con Pueblo en la interna de Encuentro Progresista, o si sus apetencias reeleccionistas se enmarcan en un acuerdo con el radicalismo, como el socialismo lo promueve en el orden provincial.
A estas alturas, donde más se habla de internas es en el PJ (con el “alumbramiento lucifuercista”) y en Encuentro Progresista (con Meier y Moscoso), mientras que en la UCR casi se descuenta un alineamiento en torno a la figura de Hernández. Aunque también podría ocurrir que todos vayan con listas únicas y las primarias constituyan una suerte de anodinos comicios generales anticipados.
(Publicado el viernes 22 de abril de 2005 en diario El Informe de Venado Tuerto)
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