Tragicómico homenaje a Pellisier

Insólita fue la situación que se vivió en la media tarde del viernes último en el patio interno de la Intendencia, con motivo del ingreso en la Galería de Vecinos Notables “José Aufranc”, del músico Jovel Quinteros y, al mismo tiempo, de la colocación en la Galería del Recuerdo “José Ravera”, de las imágenes de Mariano García -un innovador de viejas trilladoras-, del mítico Cine Teatro Opera, y de Américo Passini y Francisco Pelissier, “destacados ciclistas de Venado Tuerto de la década del ’30”, según información entregada a la prensa por la Coordinación de Juventud y Tercera Edad.
No pasó mucho tiempo hasta que los más veteranos y memoriosos venadenses, como el director de LT29 y conspicuo miembro de la Comisión de Nomenclatura del Concejo, Hilmar Long, expresara sus dudas ante la mención de Pellisier, incorporado entre los distinguidos por un ignoto “Consejo de Abuelos”, según cuenta el jefe de la repartición organizadora, Franco Balzaretti.
Poco después se supo que si bien Francis (no Francisco) Pelissier fue un avezado ciclista de la década del ‘20, no tenía nada de venadense, ni siquiera de argentino, sino que era francés. Para más datos, los Pelissier formaban un team deportivo liderado por Henri, ganador del Tour de Francia en 1923, y que constituían además sus hermanos Francis y Charles. Con el tiempo, a través de sus proezas, los Pelissier se convirtieron en toda una institución en el ciclismo francés, y aún hoy se les guarda un lugar preferente en el panteón de los ilustres. Incluso, se comercializaron bicicletas con su nombre, con las que compitieron grandes pedalistas.
Durante el acto oficial, en el instante de presentar la imagen del presunto ciclista venadense Francisco Pelissier, sorprendió que no asistieran familiares y, más aún, que no se leyeran sus pergaminos, como sí sucedió con Pololo Passini, de envidiables 94 años.
Desde el viernes permanece (o permanecía) el retrato de Francis Pelissier en la galería municipal, luciendo su apellido estampado en la remera, sin que nadie pueda negar sus condiciones como deportista, pero, cabe insistir, el famoso ciclista no es Francisco, como informaron los Balzaretti, sino Francis; no es venadense, sino galo, y se le rindieron honores sin que sus retoños europeos se enteraran, tal vez en una confusión con la marca Pelissier, que bien pudo haber usado Américo Passini, crédito del sur santafesino.
Ahora bien, sería un grueso error que se tomara el caso sólo como una anécdota risueña, pues esta seguidilla de reconocimientos -sin entrar a juzgar los merecimientos-, requiere estándares de objetividad y coherencia, de modo tal que estos homenajes en vida sean sentidos por la comunidad, trasciendan el gobierno de turno y adquieran la estatura de una política de Estado municipal en tributo a sus hijos dilectos. Por ello, sin el sustento de la rigurosidad, y sin el indispensable control legislativo, ciertas iniciativas -plausibles pero mal instrumentadas- corren el riesgo de desmoronarse más temprano que tarde. Y así serán descolgados los cuadros fuera de lugar, como el de Francis Pelissier, y otros que, en cambio, ameritan ocupar ese sitial de privilegio.

(Publicado el lunes 22 de marzo de 2010 en diario El Informe)

1 comentario:

Miriam dijo...

coincido absolutamente, Juan. El reconocimiento tiene un caracter de excepcionalidad que amerita un procedimiento más riguroso y estricto. Dee lo contrario, termina devaluando su entidad.