En rigor, Freyre tenía dos opciones para evitar tamaño traspié político: vetar la ordenanza del boleto estudiantil gratuito, asumiendo el costo de sepultar un servicio que muchos ya disfrutaban a cuenta; o doblar la apuesta, como hábilmente hicieron, alegando que el programa debía ser más amplio e inclusivo, y argumentando que faltaba agregar a estudiantes terciarios y universitarios, y que también había que incorporar a los alumnos de institutos privados para universalizar el acceso al transporte, como explicó el subsecretario de Relaciones Institucionales, Jorge Lagna. Asimismo, los porotistas sabían que, caída la ordenanza original, la inmediata oferta de una alternativa superadora impediría que los seis opositores hicieran valer su mayoría especial de dos tercios para insistir con aquélla, cosa que los colocaría en una situación de capricho y mezquindad política.
No obstante, un efecto colateral del contraataque oficialista fue la descolocación de sus tres alfiles legislativos, que votaron el proyecto Rostom, y luego acabaron desautorizados por la Intendencia.
Para disipar sospechas sobre presuntas actitudes especulativas de la Intendencia, el ex diputado provincial reutemista cuestionó la “premura” del Concejo para aprobar el proyecto sobre tablas -aunque el inicio de clases ameritaba el vértigo- y aseguró que el tema “ya estaba en la agenda del Departamento Ejecutivo”, aunque cuesta creer que Germán Mastri, Pedro Bustos y Norma Orlanda, siempre tan cercanos a los despachos municipales, hubieran apoyado la iniciativa de Rostom si en ese entonces se estaba elaborando una propuesta propia, que ellos no podían desconocer.
Con estos aciertos estratégicos, la oposición se demostró a sí misma que Freyre -ahora sin viento de cola- muestra ciertas flaquezas, y que pueden aprovecharlas con creatividad, perseverancia y, sobre todo, con acuerdos entre los distintos bloques; y con su respuesta rápida de reflejos, Freyre advirtió -con autoridad- que no facilitará que el Concejo asuma roles políticos protagónicos en la ciudad, ni que se luzcan sus adversarios más implacables. Mucho menos usará recursos -cada vez más escasos- para implementar iniciativas de gestión surgidas del entramado opositor. De todos modos, mientras deja crecer el Operativo Clamor para erigirse, por consenso y sin internas, en el nuevo jefe del PJ santafesino, Poroto vislumbra en el horizonte político local una porfía más exigente que la que sugiere la formidable paliza electoral que infligió meses atrás a sus rivales. Al mismo tiempo, contrasta que en la misma semana del aniversario del último Golpe de Estado, el boleto estudiantil, cuyo reclamo costó tantas vidas adolescentes en los ’70, ahora, en democracia, cuando casi todos lo reivindican, sea sujeto de absurdas manipulaciones.
(Publicado el miércoles 28 de marzo de 2012 en diario El Informe)