Desde el traslado en enero pasado, por razones de austeridad, a las dependencias municipales de Vía y Obras, los nueve concejales venadenses establecieron sus bancas en forma de arco, de frente al sitial de la Presidencia, como en todas las legislaturas, pero con una disposición espacial que refleja nítidamente la heterogeneidad del cuerpo, como así también constituye una acertada referencia de los orígenes, las orientaciones ideológicas y las estrategias aliancistas de cada uno de los ediles.
Si, como cuenta la leyenda, los rótulos de “derecha” e “izquierda”, tantas veces utilizados en las adjetivaciones políticas contemporáneas, se remontan a los antiguos posicionamientos en relación con el rey (a la derecha del trono los más complacientes y a la izquierda de Su Majestad los más críticos), también nuestro Concejo Municipal merece un análisis sobre la distribución de las bancas. Aun cuando en Venado Tuerto no haya reinados ni virreinatos, al presidente Jorge Lagna, ampuloso y suficiente, se le reconocen atributos políticos y temperamentales para coordinar con eficiencia las acciones del fragmentado conjunto legislativo. Además, demuestra idéntica facilidad para deslizarse tanto en el terreno de las más serias disputas parlamentarias como en las pedestres chicanas políticas, una vez que opta por abandonar sus sobrios ropajes de rey para mutar, a las antípodas, en el hilarante bufón que concentra como nadie la atención de sus pares.
A la izquierda de la poltrona presidencial emerge la figura del “decano”, Esteban Stiepovich, que hasta mantuvo un entredicho con Lisandro Enrico, cuando su bisoño correligionario pretendió usurpar una de las bancas de los extremos, que fue propiedad del Negro en todas las composiciones legislativas que integró. Para el intendente Roberto Scott, líder del oficialismo, José Esteban es uno de sus más acérrimos enemigos a lo largo de la última década. La pirotecnia verbal que intercambian mutuamente suele ser la más encendida. Además, el puntilloso “archivo ambulante” del Concejo conserva una prodigiosa memoria que suele despertar las más coléricas reacciones del jefe del gobierno municipal. Y según pasan los años, mientras más se conocen, como en los “buenos matrimonios”, se perfeccionan en el arte de herirse con frases certeras y meditadas que facilitan la tarea de los redactores de las primeras planas.
En el otro rincón, a la derecha de Lagna, se posiciona el odontólogo Víctor Barbieri, el más fiel representante de la ortodoxia scottista, siempre dispuesto a la obstinada defensa del intendente municipal, más allá de las consecuencias personales que pueda sufrir. A su lado se coloca Miguel Pedrola, un justicialista que, como Barbieri, debe su banca exclusivamente a la oportuna bendición de Scott. Sin embargo, su vinculación con el neo-scottismo, que tiene en el presidente Lagna a uno de sus inspiradores, lo distancia levemente del verticalismo oficialista. Siguiendo la recorrida hacia el centro, se ubica el peronista Alberto Turcato, que más de una vez hizo gala de su independencia del scottismo, y mantiene una buena sintonía con los “progresistas” del Concejo.
Ya en el centro del semicírculo se sientan los frepasistas Roberto Meier y Juan Moscoso, el primero de un “chachismo” en extinción, y el segundo del PSP, que prontamente se convertirá en el Partido Socialista, si es que prosperan las negociaciones para la fusión con el PSD y otras vertientes del viejo partido de los trabajadores y la clase media que no resistió la avasallante irrupción peronista hace más de medio siglo. Meier, criticado por propios y extraños por sus aceitadas relaciones con el oficialismo, demostró con el correr de los meses que, en realidad, había asumido una estrategia legislativa absolutamente liberada de ataduras partidarias, hasta el punto tal que está cada vez más cerca de mudarse al ARI de Lilita Carrió o, tal vez, una estructura vecinalista. En consecuencia, el Tío se alista cerca de los justicialistas, al tiempo que concilia numerosos proyectos con Moscoso y mantiene buen diálogo con los radicales. El pediatra socialista, por su parte, arribado al Concejo con el empujón de los votos radicales, toma una mayor distancia del PJ, y estrecha filas con el bloque de la UCR, como lo refleja la cercanía con Lisandro Enrico, con quien cultiva una alianza política tan fluida como con Meier. Con el primero tiene en común el tronco frepasista (aún integran la misma confederación de partidos) y la oficina legislativa de Vía y Obras, en tanto que con Enrico compartieron la campaña que permitió la reelección de Domingo Savino, al que reemplaza en la banca tras el lamentado accidente automovilístico que le costó la vida.
En su posición, Lisandro Enrico ocupa en el mosaico legislativo el rol de una bisagra entre los tres radicales y los dos referentes de la centroizquierda local, con los que mantiene una óptima relación. Perteneciente a la generación posdictadura, es el dirigente más entusiasta en la promoción de una reforma política profunda para reemplazar las estructuras que desde hace décadas no demuestran más que fracasos. Y más de una vez deslizó que su futuro podría estar ligado a corrientes superadoras del centenario partido que atraviesa su etapa más oscura a partir de la inducida renuncia de Fernando de la Rúa. Entre Enrico y Stiepovich se sitúa Delfor Hernández, otro radical, cuya lejanía de las trincheras scottistas podría obedecer a su vinculación con el intendente Ernesto De Mattía, con quien comparte el espacio político, entre otros proyectos.
(Publicado el viernes 7 de junio de 2002 en diario El Informe de Venado Tuerto)