Freyre kirchnerizado, ¿por convicción o por extorsión?

Desde la mañana del domingo último, cuando el nombre del intendente José Freyre sorprendió a todos liderando, en el diario La Capital, la nómina de adherentes a la presencia, anteayer, de Néstor Kirchner en la ciudad de Rosario, los corrillos políticos locales debatían si Poroto había saltado súbitamente desde el reutemismo -alineamiento desde el que promocionó sus candidatos a concejal en septiembre último- hacia el kirchnerismo, por convicción ideológica, o si en realidad era víctima de una extorsión más de la abultada chequera presidencial, capaz de generar los milagros más inesperados, como la kirchnerización, antes de asumir, pero después de los comicios, del gobernador correntino Colombi. Todo hace presumir que Freyre también se kirchnerizó o, al menos, ofrendó un gesto amistoso -con la firma de la solicitada y la posterior presencia en el acto rosarino- porque la necesidad tiene cara de hereje. En este sentido, cabe recordar que otro de los conspicuos integrantes de la barra K vernácula, fue el ex intendente Roberto Scott, que el año pasado, antes de la interna peronista provincial que acabó en una lista única entre kirchneristas y reutemistas, había alertado públicamente sobre la inconveniencia de que Freyre apoyara al venadense Ricardo Tino Spinozzi para la presidencia partidaria en lugar de respaldar al candidato K, Agustín Rossi, porque, según razonaba el Mago, “Kirchner es muy duro y no perdona”, admitiendo, sin eufemismos, las metodologías extorsivas del oficialismo. Para Scott, un Freyre enrolado en el reutemismo condenaría a la pobreza a Venado. Días pasados, confirmando la predicción scottista, en un sincero diagnóstico, el jefe de Hacienda, Guillermo Imbern, sintetizaba la delicada situación de las finanzas locales. Con meridiana claridad, el funcionario dio a entender que, por un buen tiempo, la ciudad tendría que limitarse a pagar los sueldos municipales, aunque desdoblados, y prestar los servicios públicos básicos, aunque resentidos. Lejos quedaron las expectativas iniciales del intendente José Freyre y los suyos, que a poco de andar se toparon con sucesivas adversidades (el conflicto con “el campo”, que el Chivo Rossi admitió en Venado como un “error grave” del Gobierno, y en particular de Néstor Kirchner, que rechazó, una tras otra, todas las oportunidades de conciliar un acuerdo; y luego, la crisis financiera internacional). Dichas calamidades alejaron a Venado de las rutas del progreso y la desviaron hacia atajos de supervivencia.

Recursos concentrados
Tanta es la malaria que los sindicatos municipales y la mayoría de los municipios y comunas -justicialistas incluidas-, adhieren con fervor a la reforma tributaria impulsada por el gobierno santafesino, y que ya cuenta con media sanción en Diputados. Abrazados, como hermanos en desgracia, mandatarios provinciales, municipales y comunales, se enteran con asombro de las fabulosas cifras de la macroeconomía que enuncia la Presidente, mientras ellos hurgan el fondo de los bolsillos vacíos. Los intendentes solicitan urgentes “adelantos” a los gobernadores, como Hermes Binner, que ni siquiera puede asumir sus propios compromisos. ¿Es excelente la administración nacional y pésima la de todos los gobernadores e intendentes? No. Es escandalosa la distribución de los impuestos coparticipables que impone el Gobierno nacional, amparado por un Congreso que se empecina en incumplir el artículo 75 de la Constitución, por el cual, desde hace largos años, debería haber aprobado una ley convenio “que asegure a las provincias la automaticidad en las remesas de los impuestos coparticipados”. Recién ahora, tras la asunción de la composición legislativa emergente de la derrota kirchnerista del 28 de junio, la heterogénea oposición tendría el número suficiente para federalizar la distribución de los recursos, pues hoy las provincias reciben el menor aporte de los últimos 50 años, con el 25 por ciento, a pesar de que el Gobierno tiene la obligación de coparticipar, como mínimo, el 34 por ciento. Muy lejos quedó el mayor valor histórico, durante el gobierno alfonsinista, en 1988, con el 57,66 por ciento, y otra cifra envidiable, el 52,4 por ciento, en la breve gestión peronista de los años ’70. Precisamente la dictadura que derrocó al gobierno popular disminuyó esos valores hasta el 32 por ciento hacia 1982 (siete puntos más que hoy).
Este perverso escenario debilita a los gobiernos provinciales y, por lo tanto, también a intendencias y comunas. Todos ellos se resienten con estas manipulaciones y deben acudir a distintas estrategias de subsistencia, desde las más dignas hasta las más genuflexas. Binner, por ejemplo, en la misma línea del gobierno cordobés, acudió a la Corte Suprema de Justicia de la Nación en reclamo de los 4 mil millones de pesos que la Nación adeuda a la provincia por coparticipación y ATN. En ese marco, se queja de la inconstitucionalidad de la Ley de Cheque, cuyo producido embolsa íntegramente la Nación, en virtud de la “emergencia económica”, y pide a gritos que el Estado nacional deje de apoderarse del 15 por ciento de la masa coparticipable provincial para financiar el “déficit” del sistema de AFJP, siendo que hoy, como el mismo Gobierno promociona, la Anses es superavitaria.
Mientras la Nación alimenta la gran caja con fondos que no le pertenecen, y adeuda 4 mil millones a Santa Fe, Binner debe apelar a un ajuste impositivo para recaudar 1.200 millones más y así achicar un déficit previsto en 1.600 millones para 2010. Además de los recursos coparticipados, la Nación reparte dineros adicionales, pero, claro está, en forma discrecional y arbitraria, atentando contra la autonomía política de los gobiernos provinciales. Hermes Binner, al menos, cuenta con cierto margen para financiar los próximos meses de gestión con un aumento tributario, y puede darse el lujo de sentenciar que no será candidato a vicepresidente de Kirchner, aunque, moderado al fin, advierte al mismo tiempo que tampoco lo será de Julio Cobos.

Intendente apretado
En cambio, el venadense José Freyre transita el peor momento de sus dos años de mandato, no sólo por las complicaciones económico-financieras y por el virtual desmantelamiento de su gabinete original, sino también por la interna que él mismo recalentó con su viraje hacia el kirchnerismo, procedente de un reutemismo que puede acercar votos con la sonrisa campechana del Lole, pero que no gobierna ni la Provincia ni la Nación, y por ello, no cuenta con la capacidad de contener, moneda mediante, a las administraciones más asfixiadas.
Aunque ni el verborrágico diputado provincial Jorge Lagna quiera emitir opinión al respecto, Freyre ya entró en conflicto con los referentes del reutemismo regional, con los que había compartido una amena reunión de despedida de año en la vecina Murphy, apenas nueve días antes de asistir al acto K.
Así pues, si el intendente de Venado no divulgara otros motivos de su presunta conversión, o guiño cómplice hacia el kirchnerismo, y conociendo el modus operandi del matrimonio presidencial, habría que vincular su sorprendente actitud con una apretada, o una extorsión desde la cúspide del poder político, que redundaría en ciertos beneficios para la ciudad y oxígeno político para la gestión local, en tanto que, a través de la captación de dirigentes territoriales de fuste, el Gobierno se ilusiona con recomponer su deteriorado presente. No es casual que Néstor Kirchner decidiera salir a recorrer todo el país, como, tal vez, tampoco fue meramente protocolar el encuentro que días atrás mantuvieron Freyre y Rossi en nuestra ciudad. El Chivo se apresta a lanzar su candidatura a gobernador de Santa Fe, y una foto con Freyre tiene precio, así como lo tendrá con otros intendentes y referentes provinciales.
Si es que hubo promesas para Poroto, ojalá que no sean falsas, como los plazos que dio Kirchner en Rufino para construir la autovía, o la edificación a medias del Centro de Integración Comunitario en barrio Iturbide, totalmente abandonado desde hace meses, más allá de los spots de la televisión pública.
De todos modos, cabe plantearse, desde Freyre hasta el último vecino venadense, si estos alineamientos por necesidad (si es que ese fue el motivo del flechazo) son saludables para la ciudad, o si con ellos se alimenta una forma de hacer política que, en definitiva, atenta contra los intereses de todo el interior productivo del país, con el forzado sometimiento ante cajas suculentas que suelen torcer las voluntades de administradores de arcas exhaustas, y que el kirchnerismo estaría dispuesto a usar sin tapujos, sobre todo desde que ya no consigue, como en 2005 o 2007, los mismos caudales de adhesión popular.

(Publicado el miércoles 16 de diciembre de 2009 en El Informe)

Norma Orlanda tendría consenso para ascender a la presidencia del Concejo

En la mañana del próximo miércoles asumirán los cinco concejales venadenses electos en septiembre último (Germán Mastri, Liliana Rostom, Carlos Díaz Vélez, Roberto Meier y César Merino), y la primera pulseada del período 2009/2010 estará dada por la designación de las autoridades legislativas, que siempre despertó polémicas en los últimos años. En esta ocasión, las circunstancias presagiaban que no habría mayores tumultos, pues con una mayoría propia de cinco ediles, se suponía que el oficialismo colocaría el presidente y los opositores se repartirían las dos vicepresidencias, todo ello en un marco de absoluto consenso. Sin embargo, las especulaciones previas se trastocaron la semana pasada, apenas trascendió que el re-reelecto socialista Roberto Meier estaría tentado en ocupar la presidencia del Concejo, y que el intendente José Luis Freyre vería con buenos ojos esa alternativa. En rigor, nadie se sorprendió demasiado, pues Meier, varias veces, tomó resoluciones políticas importantes según su criterio personal, sin atender definiciones partidarias, como esta vez, pues ninguno de sus pares del Frente Progresista (ni el socialista Fabián Vernetti ni el radical Carlos Díaz Vélez) estaba de acuerdo con que el Tío saltara a la Presidencia. Los binneristas -en voz baja para evitar escándalos públicos- advertían que se resentiría el trabajo de la oposición en las comisiones, y que Meier acabaría convirtiéndose en vocero de un organismo que, en virtud de la relación de fuerzas, sería funcional a la Intendencia en la mayoría de los temas. Además, si el Tío era cuestionado por sus excesivos arrumacos con el gobierno municipal, más cruentos hubieran sido los ataques de asumir la Presidencia con los votos del oficialismo. Asimismo, también habría quebrado una línea de conducta de ocho años, porque hasta ahora había votado candidatos a presidente del Concejo promovidos por la Intendencia, siempre que se tratara de justicialistas, porque no lo hizo por Delfor.
Por otra parte, tampoco sorprendió el supuesto apoyo de Freyre a Meier, porque el oficialismo, después de haberle ofrendado sus votos, supo tener como aliado -durante un año y medio- en la presidencia del Concejo al radical Delfor Hernández, hasta que en diciembre de 2008, los cuatro ediles porotistas acudieron en bloque a la Intendencia a pedir que se devuelva la confianza a Miguel Pedrola para restituirle la presidencia, como luego sucedió. Ahora, adoptando el mismo procedimiento que un año atrás, los concejales de Freyre salieron al cruce de la “Operación Meier” y volvieron a reclamar un presidente peronista, porque no querían quedar ni descolocados ni subestimados, aunque la estrategia de los operadores municipales habría sido, una vez más, facilitarle un fuerte protagonismo político a Meier para mantener tapados a otros opositores, eventualmente más molestos y menos conciliadores. No obstante, sin la vianista Patricia Romero y con Vernetti disminuido por la ausencia de Oscar Pieroni, en las cercanías del Sillón de Aufranc estiman que el nuevo Concejo tendrá una oposición con menos número, y también con menos carácter, aunque los recién llegados Díaz Vélez y Merino intentarán desmentir esas afirmaciones.
Tras las negociaciones del fin de semana, la ex jefa de Acción Social, Norma Orlanda, es la concejala con más posibilidades de reemplazar a Pedrola -que iría a una secretaría del gabinete- en la más mullida de las poltronas de Sarmiento y Alem, y por unanimidad, como pretende Freyre. Pero no están todos felices con el humo blanco: Giner y Pieli se creen con más méritos que Orlanda para ocupar el número dos del poder político venadense. En esta decisión del intendente también habría influido la oposición, que condicionaba el consenso a la postulación de Norma Orlanda.
Al mismo tiempo, el desmoronamiento de la “Operación Meier” habría tranquilizado las aguas en la interna binnerista, aunque el episodio haya sido un indeseable antecedente para consolidar una coalición coherente, combativa y con expectativas de disputar el gobierno municipal en 2011.

(Publicado el lunes 7 de diciembre de 2009 en diario El Informe)